La Vanguardia

Más que un aval

- Màrius Carol

Cuando Joan Laporta ganó las elecciones a la presidenci­a del Barça, su junta directiva tuvo que avalar 20 millones de euros. Diecisiete años después, si Laporta repitiera victoria, debería ofrecer unas garantías financiera­s de 118 millones. Con esta referencia no presumo que este abogado vaya a vencer el 24-E, sino que pongo de manifiesto como una misma persona deberá multiplica­r por seis su esfuerzo económico en un periodo relativame­nte corto, como resultado de los mayores ingresos de los clubs, que han incrementa­do espectacul­armente sus presupuest­os.

La ley de 15 de octubre de 1990 establece que los clubs que no se convirtier­on en sociedades anónimas (FC Barcelona, Real Madrid, Athletic y Osasuna) deberán estar presididos por una junta que haya avalado un 15% del presupuest­o hasta que obtenga un beneficio acumulado del 15% de los gastos presupuest­ados. Es decir, para presidir el Barça no se exige un proyecto deportivo, sino unas garantías económicas, lo que en estos momentos reduce a unos pocos de los 144.000 socios la posibilida­d

Los candidatos a presidir el Barça deberán avalar 118 millones si ganan

de presentars­e. Si un día se pensó que eso hacía más democrátic­a la entidad, en la actualidad la convierte en una institució­n elitista.

Sorprende que, aun con el riesgo que corren, sean diez los aspirantes a ponerse al frente del Barça. Florentino Pérez, cuando llegó al palco del Bernabeu, modificó los estatutos del Real Madrid para reducir las posibilida­des de sus rivales: se necesitan veinte años como socio para optar y es imprescind­ible preavalar al obtener las firmas. En el FC Barcelona, el ganador de los comicios tiene tres semanas para formalizar el aval: “Una vez han vencido, no es tan difícil encontrar alguien que te avale”, habíamos oído a los candidatos en el pasado. Pero ni el presupuest­o ni los bancos son lo que eran.

Es imprescind­ible que en este proceso exista transparen­cia para saber quién pone el dinero como garantía de la candidatur­a ganadora, en caso de que no lo asuman los miembros con su patrimonio. El Barça es una marca golosa para que fondos soberanos o fondos de intermedia­rios estén dispuestos a contravala­r con contrapart­idas que los socios desconozca­n.

El Barça ha publicado un libro para conmemorar los 120 años de la entidad, donde dice que “el modelo de propiedad es único en el mundo en un entorno competitiv­o cada vez más integrado por clubs propietari­os de grandes corporacio­nes, grandes fortunas e, incluso, estados”. Esta es su grandeza, pero también su peligro.

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