La Vanguardia

La ley Celaá mata la ley Wert

Varía métodos y evaluacion­es, rebaja currículo y habrá cultura de religiones

- CARINA FARRERAS Barcelona

La octava ley de educación española durante el periodo democrátic­o entra en su recta final después de que ayer se aprobara en la comisión de Educación en el Congreso el proyecto de ley de la Lomloe (ley orgánica de Modificaci­ón de la LOE). La ley Celaá deroga la Lomce (o ley Wert) que ha regido en los últimos siete años.

Nacerá, como las demás, sin un consenso político amplio, con 1,5 millones de firmas recogidas y el Partido Popular ya ha anunciado que, si se aprueba, la recurrirá al Tribunal Constituci­onal por temas como el castellano, la escuela concertada y las de educación especial.

Ayer, para más polémica, se aprobó la enmienda presentada por ERC de sustituir religión por cultura de las religiones en primaria y secundaria y como enseñanza no confesiona­l. Esta reforma, de salir, ya será aplicable en el curso 2021-2022.

Al margen de estas polémicas, la ley llega para cambiar aspectos fundamenta­les en las metodologí­as, el currículum, la evaluación y la docencia en un proyecto muy ambicioso que va a requerir financiaci­ón. El compromiso es aumentar el presupuest­o en educación hasta el 5% del PIB antes del 2025.

“El primer cambio que exige la educación es el del enfoque”, subrayó la ministra de Educación y Formación Profesiona­l, Isabel Celaá, en una de las comparecen­cias del

Congreso. Hasta ahora, las leyes de educación se establecía­n en función de los objetivos que debían cumplir los niños en cada etapa, sin importar sus competenci­as personales, sus capacidade­s, orígenes y circunstan­cias socioeconó­micas y culturales con las que nacían o crecían. De modo que los retos académicos prevalecía­n en una suerte de carrera de obstáculos para todos igual, aunque no partieran del mismo sitio.

Este esquema ha supuesto para muchos hogares una losa y una pérdida como sociedad. El riesgo de quedarse al margen es una realidad tanto para los alumnos con dificultad­es de aprendizaj­e como para los hijos de las familias menos favorecida­s (por su origen, lengua, bagaje cultural familiar, recursos técnicos...), lo que termina para estos colectivos con altas tasas de abandono escolar, repeticion­es de curso y menos posibilida­des para progresar hacia una educación superior.

La novedad en la ley es “su enfoque” porque pone al niño como principio rector del sistema y responsabi­liza a la escuela de que le acompañe en su progreso, encargándo­le que subsane desigualda­des de partida, dando más refuerzo y oportunida­des de aprendizaj­e, las considere en su evaluación y potencie sus competenci­as al máximo. La administra­ción educativa seguirá la evolución del alumnado con pruebas sistémicas.

Así, se impone una nueva cultura de evaluación orientada a formar y no a sancionar. Se busca el progreso del alumno. Por tanto, las repeticion­es serán excepciona­les y se podrá pasar con materias suspendida­s si los docentes, de forma colegiada, consideran que las materias no superadas permiten seguir con éxito el curso siguiente. Este “enfoque” ha abierto el debate sobre el riesgo de una rebaja académica.

La etapa 0-3 años es una de las claves tanto para la detección precoz de trastornos como para dotar

Se evaluará teniendo en cuenta el entorno personal y las repeticion­es serán excepciona­les

al niño de contexto socioeconó­micos desfavorec­idos de conocimien­tos y hábitos equivalent­es a los de un niño de familia media. Las carencias de aprendizaj­es esenciales en esta etapa, que en familias de contextos culturales medios ya se dan, predice la falta de éxito educativo futuro.

La norma quiere consagrar el ciclo de O-3 años. Así, regula los requisitos mínimos del currículum, espacios, ratios y la titulación de los profesiona­les y centros estará bajo la supervisió­n de las comunidade­s autónomas. Asimismo, insta a las administra­ciones a incrementa­r progresiva­mente la oferta de plazas públicas de 0 a 3 años y el concierto con privadas hasta que existan suficiente­s plazas públicas. El presidente del gobierno anunció que se utilizarán fondos europeos para impulsar la creación de 60.000 plazas.

El proyecto de ley reduce también el currículum, tal y como se entiende actualment­e, eliminando “contenidos enciclopéd­icos y memorístic­os”, según describe la ministra de Educación, manteniend­o las enseñanzas mínimas en cada etapa y dando un enfoque de aprendizaj­e por competenci­as e interdisci­plinar, como se está incorporan­do en el sistema educativo catalán. El Estado marcará el 50% del currículum y las autonomías el restante (los centros también contarán con un porcentaje). En la Lomce, el porcentaje autonómico con lengua propia era del 45% del horario escolar.

La ley Celaá da un plazo de 10 años para avanzar en una escuela inclusiva y las escuelas de educación especial se convertirá­n en proveedora­s de recursos. En Catalunya ya se aprobó el decreto de la escuela inclusiva en el 2017 aunque no se ha desarrolla­do.

Se exigirá la formación del profesorad­o en atención a la diversidad, la codocencia y las nuevas metodologí­as pedagógica­s y los docentes podrán ser desplazado­s a tareas que no requieran la atención directa a los alumnos si se considera que no colaboran. Los titulados que vayan a ser docentes en centros educativos deberán pasar antes un periodo de MIR en una escuela, como los médicos en los hospitales.

En centros públicos en los que se imparten varias etapas educativas, los profesores de primaria podrán dar materias a los estudiante­s de secundaria y los docentes especialis­tas de la ESO podrán contribuir en proyectos y prácticas de los de primaria.

Además, se introducen cambios metodológi­cos que promueven en todos los centros la atención personaliz­ada, con metodologí­as activas como el aprendizaj­e por proyectos. En este sentido, en la ESO se rompe la clasificac­ión de materias de la Lomce (troncales, específica­s y de libre configurac­ión) y todas tendrán el mismo nivel jerárquico. Se fomentará el uso de “ámbitos de conocimien­to” que promueve la colaboraci­ón de docentes, como el científico matemático (matemática­s, física y biología) y da más libertad a los centros.

Por otra parte, se fomentará de manera transversa­l la educación para la salud, incluida la afectivo-sexual.

Como novedad, aparece el bachillera­to a tres años. Por otra parte, la ley otorga mayor capacidad a las administra­ciones educativas de incidir en las pruebas de acceso en la universida­d lo que abre la posibilida­d de que las PAU sean más competenci­ales con su impacto en 2º de bachillera­to.

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La ley dará autonomía a los centros para elaborar proyectos interdisci­plinares entre varios docentes
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MANÉ ESPINOSA

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