La Vanguardia

Las cocinas de Raurich, en casa

Los platos de Dos Palillos y Dos Pebrots, en sendas propuestas para llevar: un atractivo repertorio que requiere de la complicida­d del comensal, que ha de dar el toque final

- CRISTINA JOLONCH Barcelona

Partimos de que hay delivery que llega en su punto, casi siempre guisos que solo necesitan un poco de calor, y delivery que lo hace más que en cartón, acartonado. Hay una tercera vía, la que más está triunfando en estos tiempos raros. Es la de los platos casi a punto para comer, que requieren ese toque final, ya sea pasar por la sartén, introducir en el horno o seguir las instruccio­nes oportunas de emplatado que desde el restaurant­e nos llegan con todo tipo de detalles: formato clásico de receta, dibujitos, envases con colores o números para saber qué acompaña a qué, o códigos de barras que te conducen a un vídeo donde quien firma el plato te muestra el paso a paso, para que tú le sigas con obediencia, cual clase de baile entre fogones.

En esa líneas hay propuestas tan acertadas como las de La Mundana o Goxo, el exitoso delivery del chef madrileño Dabiz Muñoz. Cuando me llegó este último estaba tan emocionada que me atropellé con los preparativ­os, ensamblaje­s perfectame­nte detallados en vídeo y lo preparé todo tan rápido como si me estuvieran cronometra­ndo en la final de Masterchef. Todo estaba absolutame­nte sabroso y me lo zampé a la velocidad del rayo: gozando y punto.

Estaba advertida de que iba en esa línea la doble propuesta de Albert Raurich. Y como no es fácil elegir entre Dos Palillos y Dos Pebrots, porque los dos son apasionant­es, opté por probar ambos menús. El segundo dilema fue si irlos combinando o saborear uno detrás de otro, como hice, empezando por el de Dos Palillos y descorchan­do el

Los pescados curados o la pluma a la orza de Dos Pebrots y las gyozas o las navajas Thai de Dos Palillos

Beaujolais Blanc de Xavier Benier que elegí para acompañar y que se incluye en el precio (104 euros el menú para dos personas), para seguir por Dos Pebrots (84 para dos) y acabar con los postres de uno y otro.

Empezamos con el delicado sambal matah, unos boquerones rellenos con un toque de coco y de lima y con la ensalada de cangrejo real, para pasar a las mejores gyozas (de cerdo ibérico) que han entrado en mi casa; las navajas Thai, el karaage de nambanuk (un pollo frito con salsa de verduras) o el impecable temaki de ventresca de atún sobre el arroz en su punto que introduces en una lámina de alga nori y condimenta­s con un delicioso surtido de ingredient­es o la japoburgue­r XL que recomiendo efusivamen­te y que merecer un pedido individual.

Y llegan algunos de los hits del Dos Pebrots, como los pescados curados (maravillos­os) o el vitello tonato , el kebab de cordero o la pluma ibérica a la orza. Nos pasamos la cena yendo y viniendo de la cocina para que todo esté en su punto, siguiendo con máximo rigor las instruccio­nes del sabio Raurich, como disciplina­dos pinches. Todo es delicioso. Y sin embargo echo de menos Dos Palillos y Dos Pebrots. Y deseo que abran pronto. Volver, sentarme, olvidarme de todo y que Raurich y Tamae, o Takeshi Somekawa, ahora socio y chef de Dos Pebrots, se ocupen, en persona, de que cada detalle esté perfecto. Y no levantarme hasta acabar el postre

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NEUS MASCARÓS
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Dos Palillos y Dos Pebrots Temaki de ventresca de atún; sambal matah , la japoburgue­r XL y la galleta de piña de Dos Palillos. Abajo el salpicón de huevas de bacalao, vitello tonato, la ensalada de cangrejo real, el kebab o el tocinillo de cielo de Dos Pebrots

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