La Vanguardia

La camp(ana)da

Ana Obregón compartirá con Anne Igartiburu el balcón de la plaza del Sol, la noche del 31 de diciembre

- Mariángel Alcázar

Ana Obregón será, quien junto a Anne Igartiburu, presente el especial Campanadas de TVE que, lógicament­e se emitirá la noche del próximo 31 de diciembre. Que este año, 2020, ha sido y, sigue siendo, horrible no es ninguna novedad, aunque para muchas personas aún ha sido peor y una de ellas es Ana García Obregón que perdió a su hijo, Aless Lequio el pasado 13 de mayo como consecuenc­ia de un cáncer. ¿Es una buena idea que presente las campanadas? Pues no lo sé, pero diría que no.

Es imposible ponerse en el lugar de una madre que ha perdido a un hijo tan joven y cada uno busca sus propias vías de alivio a tanta pena, De hecho, Alejandro Lequio, padre de Aless, volvió a su trabajo en El programa de Ana Rosa a los quince días de morir su hijo y me consta que estaba partido en dos y, aún lo está, sin más opción que tener que ir acostumbrá­ndose a la ausencia de su hijo.

El anuncio de que Ana volvía a la vida pública para despedir un año espantoso para tanta gente y , también, para recibir al nuevo 2021 con esperanza e ilusión no es mala idea, así en general. La costumbre de despedir el año parece ser del gusto de mucha gente; entre tradición y superstici­ón es una manera de entretener­se como cualquier otra. La mayoría cree que tiene efectos catárticos, pero ¿cura algo que no se puede curar cualquier otro día?.

Si Ana Obregón considera que acudir a la plaza del Sol de Madrid le puede servir para aliviar su duelo, lo tomaremos como una cuestión personal y no admite críticas. Otras cosa es la utilizació­n comercial que se haga, y ya se está haciendo, tanto por parte de RTVE como de personas cercanas que han convencido a la actriz y presentado­ra de que era una buena idea. Todos, en principio quieren ayudar a

Ana para que vuelva a la vida, al menos a la vida pública, pero también están alimentand­o el espectácul­o y el, morbo.

La medida de que la propuesta de RTVE no es, como se ha venido ni como habrán argumentad­o ante la afectada, personaliz­ar en

Ana Obregón el dolor vivido por tantas personas este año y recibir con esperanza el que empezará el 1 de enero, es que se ha mantenido la presencia de Anne Igartiburu. No, como pareja o acompañant­e (papel que hubiera bordado Ramón García), sino como coprotagon­ista cuando Anne y

Ana no pegan ni con cola. Nadie ha sido capaz de explicar cómo la primera sigue presentand­o programas y parece tener en propiedad su sitio, cada 31 de diciembre, en el balcón de la plaza del Sol, cuando, después de años y años, aún no ha aprendido a leer el guión en el autocue y, mucho menos, a improvisar en un directo. Pues ahí sigue, eso sí, bella y elegante como pocas.

Ana Obregón necesita recuperar la vitalidad y tiene un motivo poderoso para, al menos, intentarlo, pero la sosería de Anne Igartiburu no tiene remedio. Y, mientras tanto, Cristina Pedroche ya está preparando un atuendo que le permita entrar en la batalla por la audiencia que, no nos engañemos, es de lo que se trata.

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