La Vanguardia

Rusos, ingleses y daneses

- Sergi Pàmies

Dos estrenos de Movistar+ que basan su interés en el carisma de sus protagonis­tas: Nasdrovia y Roadkill. La primera es una comedia que parte de una inverosimi­litud que obliga al espectador a fingir que participa de situacione­s imposibles y a digerirlas con una sonrisa capaz de abarcar todo tipo de estereotip­os. Al personaje protagonis­ta, interpreta­do por Leonor Watling, se le exige ser creíble, simpático, atractivo e intrigante con un truco que enseguida fracasa: romper la famosa cuarta pared y dirigirse directamen­te al espectador. Los antecedent­es de Fleabag y House of cards son demasiado recientes para que la pirueta funcione. El problema es que la serie sufre una sobrecarga de referencia­s que, en vez de darle personalid­ad, la condenan a convertirs­e en un híbrido desnatural­izado que debe conformars­e con la siempre sospechosa etiqueta de comedia negra. Si lo que sueltas cuando rompes la cuarta pared carece de interés, ¿para qué romperla? Eso sí: Leonor Watling hace una exhibición de recursos en un contexto adverso. En otras palabras: si le acaban dando algún premio, no será por destacar en una serie potente y perdurable sino por darlo todo en un proyecto fallido. El pilar de Roadkill, en cambio, es el actor Hugh Laurie. Interpreta a un ministro británico ambicioso, inteligent­e y carismátic­o atrapado entre un pasado turbulento y una espiral política corrompida por intereses electorale­s. Después del primer capítulo, la sensación es de déjá vu y de una voluntad de sofisticar elementos que solían ceñírse al contexto del culebrón. Pero a partir del segundo capítulo, la intriga y el perfil de los personajes levantan el vuelo y funcionan sobre todo gracias a la voluntad de Laurie de no dejar tirado al espectador.

COPENHAGUE. Promesa de calidad, también en Movistar+. El 11 de diciembre se estrena The investigat­ion. Es la serie policial danesa de calidad de una industria que no deja de sorprender por la cantidad de historias solventes que produce. La investigac­ión parte de la desaparici­ón de una periodista sueca en extrañas circunstan­cias (dentro del submarino fabricado por un artista extravagan­te) y de la contención expresiva del policía que dirige el caso. La calidad, aquí, la destilan el ritmo y la capacidad de contención emocional de los personajes. La intriga se sitúa deliberada­mente en un segundo plano y deja que los espectador­es se fijen no tanto en los avances de la investigac­ión sino en cómo afecta a los investigad­ores.

DEBATE. Discusión hiperbólic­a en Sálvame (Telecinco) sobre la mitificaci­ón del personaje de la Veneno a partir de la serie Veneno. Interpreta­ción fácil: es un ataque de cuernos contra el éxito de la competenci­a (Antena 3). Pero, ¿y si Jorge Javier Vázquez tuviera parte de razón cuando dice que en los últimos años la invitaban a los plató como un acto de sórdida beneficenc­ia? Eso la serie también lo cuenta, pero es posible que el realismo entrañable y mitificado­r pro causa trans propulsado por Los Javis sea la consecuenc­ia de la aureola inspirador­a que, sin buscarlo, ha creado el personaje. En materia de leyendas, el control de la propia posteridad suele tener poco que ver con la solidez y coherencia biográfica de los personajes legendario­s.

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