La Vanguardia

La escuela americana sucumbe al virus

La tercera ola de la Covid-19 provoca el cierre de colegios en EE.UU., donde millones de niños no van a clase desde marzo

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

En unos años, segurament­e leeremos sesudos análisis sobre cómo el coronaviru­s se cobró una víctima inesperada en Estados Unidos: la educación pública. El crimen se está produciend­o a plena luz del día pero nadie parece capaz de detenerlo.

La mayor parte de las escuelas del país norteameri­cano echaron la persiana en marzo, al mismo tiempo que en España y otros países europeos. Pero, a diferencia de los demás países occidental­es, a la vuelta del verano, en EE.UU. la mayoría de los centros públicos no reabrieron. A mediados de septiembre, el 75% de los 100 mayores distritos escolares del país –alrededor de nueve millones de niños, el 40% del total nacional– solo ofrecían clases online, según datos de Education Weekly; uno de cada cuatro centros había optado por modelos híbridos.

“Hay sitios que podrían reabrir de forma segura para dar clases en persona y que por defecto están con clases virtuales, y sitios donde ocurre exactament­e lo contrario, donde no debería haber clases presencial­es hasta que la pandemia esté controlada y sin embargo han tiramentos do para adelante”, se sorprendía en octubre Thomas Tsai, de la escuela de salud pública de Harvard.

La respuesta al misterio de por qué los pueblos y ciudades de Georgia, Tennessee, Carolina del Sur, Texas y Florida, por ejemplo, reabrieron las escuelas con tasas de contagios y de positivida­d mucho más elevadas que las que se registraba­n por las mismas fechas en San Francisco, Nueva York, Washington, Chicago o Batimore mientras en estas urbes siguen cerradas hay que buscarla en la política.

Es la conclusión a la que han llegado dos investigad­ores de las universida­des de Boston y de Texas tras estudiar los datos de 10.000 distritos escolares. En una muestra más de la politizaci­ón de la pandemia, vieron que cuantos más votantes de Donald Trump hay, más posibilida­des de que las escuelas públicas estén abiertas; cuantos más demócratas y más fuertes sean los sindicatos, más probable es que estén cerradas. La situación epidemioló­gica es lo menos relevante.

Ante esta situación, decenas de miles de familias están abandonand­o la educación pública. El porcentaje de niños educados en casa ha pasado del 5 al 10% según un sondeo de Gallup que refleja el auge de los learning pods o grupos de aprendizaj­e organizado­s por padres con profesores particular­es. La demanda de escuelas privadas se ha disparado. Los grupos conservado­res y libertario­s reclaman apoyo fiscal a la “libertad de elección educativa”.

“¿Cómo se sienten sobre la Covid? Tienen que saber que aquí no caemos en el pánico. Tenemos respeto pero no pánico”. Es lo primero que David Long, vicedirect­or de la escuela de Nuestra Señora de Lourdes en Bethesda (Maryland) explica a los padres que llegan en busca de plaza para sus hijos. “Nuestro planteamie­nto es que si el Walmart el Chipotle [una cadena de comida rápida] están abiertos, las escuelas tienen que poder estarlo también”, aduce Long antes de entrar en argusobre el daño psicológic­o que el aislamient­o está causando a los niños. La experienci­a de este colegio es similar a la de la mayoría de países europeos: los riesgos son manejables y los contagios, bajos.

Mientras en España y Francia las escuelas públicas reabrieron en septiembre con 400 contagios al día por cada 100.000 habitantes, en Washington con entre 5 y 10 casos. Solo los centros privados lo hicieron, adoptando modelos híbridos y tomando unas medidas básicas, como usar mascarilla­s y mantener distancias como hacen en el colegio católico de Bethesda los cuatro días

Al margen de los casos, los condados que más votan a Trump han reabierto; en las zonas demócratas se resisten

Ante la tercera ola del virus, varias ciudades han decretado el cierre de los colegios mientras los bares están abiertos

a la semana que los niños van a las aulas. Otros han sido más creativos. La escuela Waldorf imparte clase en el exterior, bajo unas carpas; en lugar de barrer el suelo, los operarios de limpieza renuevan el serrín.

En los territorio­s demócratas ha sido imposible el acuerdo en el sector público. En el norte de Virginia los maestros se niegan a volver a las aulas antes de septiembre del 2021 o solo cuando haya cero contagios comunitari­os. En Los Ángeles los sindicatos exigen más medidas de seguridad y cambios políticos como acabar con las escuelas concertada­s. En Washington piden que los maestros que lo deseen puedan dar clases solo a distancia, a lo que el ayuntamien­to se niega, pero también medidas a priori fáciles de resolver, como dotar al personal de mascarilla­s tipo FFP2, escasas aquí.

Muchos padres, reacios a enviar a la escuela a sus hijos, les apoyan. Ante la falta de consenso, todos los planes para reintegrar al menos a los niños en situacione­s vulnerable­s social o académicam­ente se han desmoronad­o en la capital del país. El logro de la semana es que 425 de sus 21.000 estudiante­s de primaria han vuelto a las aulas pero solo para seguir las clases online supervisad­os por personal no académico. Los maestros siguen en casa.

Entre tanto, la tercera ola de la Covid se está llevando por delante los intentos de algunos distritos por mantener abiertos los colegios, tanto públicos como privados, por ejemplo en Connecticu­t, Pensilvani­a o Kentucky. Cada uno usa sus propios baremos. Nueva York fue el único de los 10 mayores distritos del país que reabrió parcialmen­te los centros públicos en octubre pero esta semana ha ordenado el cierre. Bares, restaurant­es y gimnasios, sin embargo, siguen abiertos.

Pasadas las elecciones, la decisión ha abierto el debate más intenso hasta la fecha sobre qué hacer con las escuelas ante la evidencia de que no son focos de contagios y las advertenci­as de los especialis­tas sobre el daño psicológic­o para los niños y sus devastador­es efectos a largo plazo sobre la desigualda­d. Negros y latinos se llevan la peor parte. Lejos de ser el gran nivelador social, el virus agrava las diferencia­s.

 ?? JOHN MOORE / AFP ?? La profesora Cara Denison saluda de forma telemática a sus alumnos en la Rogers Internatio­nal School de Stamford, en Connecticu­t
JOHN MOORE / AFP La profesora Cara Denison saluda de forma telemática a sus alumnos en la Rogers Internatio­nal School de Stamford, en Connecticu­t

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain