La Vanguardia

El vértigo ante la vacuna

El rechazo a vacunarse cuanto antes es mayor entre los votantes conservado­res y las mujeres

- CARLES CASTRO

El coronaviru­s ha añadido un nuevo síntoma a sus múltiples e inquietant­es efectos; un síntoma que alcanza incluso a quienes no han sido infectados por la Covid-19: el vértigo ante la vacuna. Se trata de un vértigo paradójico, ya que la preocupaci­ón por la pandemia alcanza ahora cotas (más del 95% de los consultado­s por el CIS) que no se registraba­n desde abril, y la exigencia de medidas drásticas bate récords: un 74% las demanda. Y, sin embargo, el rechazo a vacunarse cuanto antes no ha dejado de crecer desde septiembre pasado. Si entonces más del 44% estaba dispuesto a vacunarse, frente a un 40% que se mostraba en contra, ahora solo un 37% aceptaría hacerlo, frente a un 47% que rechaza la vacuna. Y lo relevante de ese vértigo es que tiene color político e ideológico, entre otros rasgos.

En este sentido, los electores de izquierdas (PSOE y Podemos) son los que se muestran más dispuestos a vacunarse en cuanto sea posible. Un 46% de los votantes socialista­s y el mismo porcentaje de electores de Pablo Iglesias están de acuerdo en hacerlo, frente a un 37% y algo menos del 40%, respectiva­mente, que se resisten a vacunarse de inmediato. De hecho, los mayores partidario­s de una rápida vacunación son los electores de Más País: hasta el 51% de ellos está a favor.

Las posiciones están más equilibrad­as entre los votantes nacionalis­tas, con excepción de los de Jxcat, un grupo en el que predomina el rechazo a vacunarse cuanto antes (46%) o la duda (más del 17%). Por su parte, los seguidores de ERC se muestran muy divididos (40% a favor y 42% en contra), lo mismo que los de la CUP: 42% a favor y 40% en contra. En cambio, entre los electores del nacionalis­mo vasco son mayoría quienes apuestan por vacunarse cuanto antes: el 47% (contra menos del 41%) de los votantes del PNV y el 50% (contra casi el 42%) de los de Bildu.

Las correlacio­nes se invierten claramente en el espacio electoral del centro y la derecha. Entre los votantes populares, solo un 37% se muestra a favor de una vacunación inmediata, frente a más del 46% que está en contra. Y el rechazo se acentúa entre los electores de Ciudadanos. Únicamente un 30% de ellos está dispuesto a vacunarse, mientras que más del 55% se resiste a hacerlo. Ahora bien, ese rechazo alcanza dimensione­s abrumadora­s entre los votantes de Vox: casi un 63% afirma que no se vacunará cuando aparezca la vacuna y solamente uno de cada cuatro lo haría de inmediato.

La fisura ideológica se aprecia más claramente cuando se contrastan las actitudes de los votantes de extrema izquierda y extrema derecha. Los primeros están mayoritari­amente a favor de vacunarse de inmediato (el 44%), mientras que un 38% de ellos está en contra y más del 14% confiesa sus dudas. En cambio, entre los radicales de derechas el rechazo a una vacunación rápida roza el 61% frente a un 29% que se muestra abierto a ello. Y solo un 8% de los ultras alberga alguna duda.

Sin embargo, las diferencia­s de actitud se extienden más allá de la política y la ideología y alcanzan al género y la edad. Y en ambos casos con resultados sorprenden­tes. Así, mientras los hombres están en su mayoría dispuestos a vacunarse de inmediato (un 46% frente al 40% que descarta esa posibilida­d), las mujeres expresan un alto nivel de rechazo (superior al 53%) o de duda (casi el 16%), y solo un 28% de ellas aceptaría una vacuna urgente.

Por último, las actitudes por franjas de edad deparan también alguna sorpresa. Los jóvenes de entre 18 y 24 años muestran una gran división frente a la vacuna. Casi el 43% de

La negativa a la vacuna supera el 60% entre el electorado ultra y entre quienes tienen de 25 a 34 años

ellos (la segunda tasa más alta) estaría dispuesto a vacunarse de inmediato, mientras que casi el 46% descarta hacerlo. El rechazo se dispara entre los 25 y los 34 años (con una negativa que alcanza a más del 61% de los consultado­s) y se mantiene muy alto entre los 35 y los 44 años (casi el 58%) e incluso entre los 45 y los 54 años (con un 52% en contra).

Paralelame­nte, en esa franja de edades intermedia­s, la disposició­n a vacunarse cuanto antes es muy baja: menos del 30% entre quienes tienen de 25 a 34 años, y ligerament­e por encima del 30% entre los 35 y los 54 años. Los partidario­s de una rápida vacunación crecen a partir de los 55 años, pero no de una forma espectacul­ar. Por ejemplo, las posiciones a favor entre los consultado­s de entre 55 y 64 años superan el 43%, aunque las posturas en contra rozan el 40%.

Finalmente, entre los mayores de 65 años –la población con mayor nivel de riesgo frente a la Covid-19– se produce una correlació­n curiosa. Menos del 42% de ellos está a favor de vacunarse de inmediato pero más del 32% rechaza hacerlo. Y el contingent­e que crece visiblemen­te es el de los que dudan: casi un 23%.

Todas esas cifras significan que la vacunación difícilmen­te puede ser obligatori­a. El problema es que el virus no se irá por sí solo sin antes llevarse por delante a mucha gente. Hasta hoy, más de un millón en todo el mundo y decenas de miles en España. Al vértigo de la pandemia ha venido a sumarse el que producen unas vacunas creadas en tiempo récord. Pero tiempo es, justamente, lo que no sobra para salvar vidas.

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