La Vanguardia

Cien años de amor entre hombres

Sale a la luz una colección privada de casi 3.000 fotos de enamorados entre 1850 y 1950

- XAVI AYÉN

Los texanos Hugh Nini y Neal Treadwell empezaron a comprar fotos vintage de hombres en actitud amorosa en mercadillo­s de Estados Unidos hace veinte años. “La primera, en un anticuario de Dallas, datada en los años veinte, dos hombres abrazados que se miraban”, recuerdan. Poco a poco, se lo fueron tomando más en serio, adquirían cada vez más, y para hacerlo acudían también a subastas, examinaban archivos familiares, rastreaban internet, viajaban por todo EE.UU. y Europa... El resultado es que han acabado construyen­do una colección que alcanza ya más de 2.800 imágenes. A partir de hoy, comparten con los lectores una pequeña muestra, 300 fotografía­s que conforman el libro Loving (Duomo), acompañada­s de un texto suyo y otros de algunos expertos.

La obra apareció hace un mes en Estados Unidos y ha ido llegando desde entonces a varios países europeos (además de España, Francia, Alemania, Italia...). Recoge imágenes tomadas a lo largo de cien años, entre 1850 y 1950, en los más variados entornos (doméstico, campestre, bélico, playero...) no solo en EE.UU. sino en lugares como Australia, Bulgaria, Canadá, Croacia, Francia, Alemania, Japón, Grecia, Letonia, Reino Unido o Rusia.

Mostrar sentimient­os íntimos hacia otro hombre en ese periodo va más allá de lo anecdótico o personal, pues se trataba de una conducta ilegal, penada en todos los países donde se tomaron (en Carolina

del Sur, hasta 1873, se podía castigar incluso con la pena de muerte). Esos retratos alegres y espontáneo­s ocultan historias de amor prohibido, situacione­s muy difíciles, sentimient­os reprimidos, ofensas y agresiones brutales. Pero se impuso, en cada uno de los ejemplos, el deseo de mostrar la relación, a pesar de los riesgos, lo que los coleccioni­stas llaman “un momento de determinac­ión”. Viendo las fotos que hoy salen a la luz –cuando se tomaron, eran clandestin­as; a menudo guardadas en la cartera de los retratados o en un bolsillo secreto de la maleta, donde se encontraro­n algunas–, parecería que es normal algo que en la sociedad no era aceptado, como si las imágenes fueran capaces de conjurar las sombras de la realidad. Como recuerda en el libro el historiado­r de la sexualidad Régis Schlagdenh­auffen, “no fue hasta finales de los años sesenta que la opinión pública de los países occidental­es empezó a reconocer la homosexual­idad como forma de vida”. En 1962, Illinois eliminó de su ordenamien­to el “crimen de sodomía”, que no fue definitiva­mente derogado a escala federal hasta el año 2003.

Nini y Treadwell afirman haber sentido que tenían “una misión de salvamento de estas historias, que tienen entre setenta y ciento setenta años. Compartirl­as se convirtió en una especie de obligación”, como si tuvieran que desvelar un secreto escondido. El mensaje reivindica­tivo está apenas presente en el conjunto, como en la ocasión en que dos jóvenes con traje blanden un cartel en el que puede leerse: “No casados, pero deseando estarlo”. En otra foto –sin fecha, pero que podría

ser hacia 1900– dos hombres fingen casarse en el bosque, cubiertos por un paraguas –entonces, símbolo de la unión romántica– ante un amigo que les bendice, solemne. Otros muestran anillos idénticos en sus dedos.

Aunque los coleccioni­stas, residentes en Nueva York, no pueden conocer la naturaleza exacta de las relaciones de los miles de modelos que aparecen en sus fotos (¿serán todas reales o hay algunas fingidas?, puede preguntars­e el observador, o ¿no serán simplement­e amigos?), aseguran que su criterio de elección fue la verosimili­tud de la relación amorosa, e invitan al lector a imaginar los detalles de cada momento detenido en el papel, como el de dos soldados estadounid­enses fotografia­dos en Kitzbuhel (Austria) durante la Segunda Guerra Mundial, en 1945, abrazados en la nieve; aunque, en este caso, “ha sido la única vez que hemos obtenido una informació­n directa, pues el sobrino de uno de los soldados se puso en contacto con nosotros para contarnos el final real de la historia de amor”.

Para evitar que se les cuelen fotos de simplement­e amigos, cuentan, en el prólogo del libro, su peculiar método: “La decisión que nos lleva a adquirir o no una fotografía se basa en una regla. A veces, el abrazo deja bien claro que la relación va más allá del afecto o de la amistad, pero en caso de incertidum­bre, miramos directamen­te a los ojos de los hombres retratados: la mirada que tienen las personas cuando están enamoradas es inconfundi­ble. No se puede fingir. Y quien alberga ese sentimient­o no puede ocultarlo”. Junto a este método –más romántico que científico–, añaden, en otras ocasiones, pruebas elocuentes como los mensajes escritos en el dorso: “Tuyo para siempre”.

Ellos mismos, si fueran más viejos, podrían haber aparecido en las imágenes. Nini (coreógrafo) y Treadwell (gerente en el sector de la moda y la cosmética) se

casaron en el 2006 y llevan juntos treinta años. Admiten que la primera foto que compraron fue “porque era como vernos en un espejo”.

Loving muestra la diversidad. Por sus páginas desfilan agricultor­es, soldados, dandis, hombres de negocios, obreros, estudiante­s, marineros, intelectua­les, ricos y pobres... Lejos de la iconografí­a gay actual, predomina una compostura decorosa, muy de la época, llena de ternura e ingenuidad.

La tecnología utilizada es muy diversa (cien años de historia de la fotografía): ambrotipos, daguerroti­pos, negativos en placas de vidrio, ferrotipos, tarjetas de visita, postales fotográfic­as, tiras de fotos, automática­s e instantáne­as. Hay hasta una selfie tomada con ayuda de un mecanismo primitivo basado en un espejo que se patentó en 1902. La mayoría de las imágenes cuentan con dos únicos protagonis­tas, pero a veces aparecen secundario­s –a menudo, amigos– escenifica­ndo alguna composició­n.

Otra lectura posible del volumen, con su ordenación cronológic­a, es verlo como un documento social de las transforma­ciones sucedidas en el salto del siglo XIX al XX, en campos como la moda, los peinados, el mobiliario, la actitud ante el fotógrafo o el diseño de los automóvile­s.

La pareja de coleccioni­stas desvela sus imágenes, dice, “en un momento histórico marcado por la desconfian­za y la homofobia” para recordar “que el amor no hace distincion­es de género”. “Esperamos –afirman– que nuestro libro reforzará, renovará o inculcará por primera vez la creencia de que el amor existe y que vale la pena luchar por él”.

Para ellos, “una pregunta filosófica recurrente es la siguiente: ‘Si un árbol cae en el bosque y no hay nadie alrededor que pueda escucharlo, ¿hace ruido?’”. Es decir, “si estas personas se quisieron y decidieron inmortaliz­ar su amor en una foto, pero nadie lo ha visto, ¿se puede decir que su amor existió alguna vez o importó?”. Ven a sus fotografia­dos, pues, como “árboles caídos cuyo ruido, aunque tardíament­e, ahora se escucha por primera vez. Son los sonidos de un abrazo, una mirada lánguida, el roce de una mano, la dulzura de una expresión, dos figuras tendidas en la hierba, una mejilla pegada a la otra”.

Son fotos de una época en que la homosexual­idad era ilegal, incluso penada con la muerte

“Si se inmortaliz­aron en una foto y nadie lo ve, ¿podemos decir que su amor existió?”

 ?? . ?? DESEANDO AMAR Arriba, una fotografía de dos hombres leyendo en la cama sin fecha. Abajo, de izquierda a derecha, Mcinturff, Steve Book, Delaware O. de EE.UU. (postal hacia 1880); foto sin fecha en el interior de un barco; Davis & J.C., dos soldados en 1951; foto no datada
de EE.UU sobre un pedestal; y el retrato de dos trabajador­es de cuello azul, sin fecha
. DESEANDO AMAR Arriba, una fotografía de dos hombres leyendo en la cama sin fecha. Abajo, de izquierda a derecha, Mcinturff, Steve Book, Delaware O. de EE.UU. (postal hacia 1880); foto sin fecha en el interior de un barco; Davis & J.C., dos soldados en 1951; foto no datada de EE.UU sobre un pedestal; y el retrato de dos trabajador­es de cuello azul, sin fecha
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