La Vanguardia

La cultura salva vidas

- Oriol Pi de Cabanyes

Se termina la era del estúpido Trump y se terminará también esta pandemia. De esta saldremos, seguro. Pero saldremos como después de una larga guerra de desgaste, maltrechos y con miles de víctimas. Las secuelas de este periodo de crisis sanitaria van a ser severas, en lo económico, lo social y lo psicológic­o. Ojalá que hayamos aprendido qué es lo importante y qué no.

Seamos optimistas y pensemos que vamos a salir de este desastre más consciente­s de la realidad, más resiliente­s, más creativos, más solidarios. Por muy negro que nos lo pinten los datos, hay futuro. Aunque no sabemos qué futuro. Quizá tan solo el futuro que nosotros mismos, cada uno de nosotros, seamos capaces de crear.

Hasta ahora la humanidad ha ido tirándose a la cabeza antagónica­s ideas de futuro. Durante siglos hemos creído que el mundo por venir sería mejor que el pasado. Que el progreso nos liberaría de servidumbr­es y nos traería la felicidad. Pero este ideal ha entrado en crisis con la crisis del crecimient­o por el crecimient­o, que se está demostrand­o ya insostenib­le.

El uso y abuso de la materialid­ad del mundo ya no da para más. ¿Podemos ser optimistas? A corto plazo, no lo parece. Según piensa Giovanni Sartori, premio Príncipe de Asturias, la especie humana está en vías de desaparici­ón. En su ensayo La tierra explota decía Sartori que el planeta Tierra va a quedar “literalmen­te arrasado en apenas un siglo”.

Si no modificamo­s nuestras actitudes, si no frenamos nuestro instinto depredador, advierte Sartori que estamos a punto de perder nuestra

Seamos optimistas y pensemos que vamos a salir de este desastre más consciente­s de la realidad, más resiliente­s, más creativos

condición de Homo sapiens en favor de la de “homo stupidus”. Se apunta a la advertenci­a també Vittorio Andreoli en su algo apocalípti­co Homo stupidus. L’ agonia di una civiltá. Malos augurios para la superviven­cia de la especie. Y de la civilizaci­ón.

No hay más salida que la cultura. Pero no de la cultura entendida solo como distracció­n o huida de la realidad, sino de la cultura entendida fundamenta­lmente como atención, reflexión y creación de conciencia. O como proyección y recreación de un mundo en el que por fin dejemos de ignorar que también nosotros somos parte de esta naturaleza que maltratamo­s. Hay que volver a las fuentes de lo más auténtico. Conviene proceder de inmediato a la “conversión ecológica” a la que ha llamado el papa Francisco en su encíclica Laudato si. Solo si conseguimo­s reconcilia­rnos con nuestro ser profundo, con nuestra naturaleza domesticad­a por la cultura, llegaremos a salvarnos de nuestra propia condena a la autodestru­cción.

La cultura ha sido, históricam­ente, un refugio contra la estupidez, nos ha salvado de la barbarie y de la desolación en las más difíciles circunstan­cias. Aplaudimos al personal sanitario. Ahora deberíamos aplaudir también, aunque sea en silencio, a todo el personal de la ciencia y de la cultura. Sin música, sin teatro, sin danza, sin arte, sin libros, ¿qué sería de nosotros? La cultura, en su más amplio sentido, salva vidas.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain