La Vanguardia

Trump cede y da luz verde a la transición hacia la era Biden

El presidente insiste sin embargo en sus denuncias de fraude y advierte que ganará

- BEATRIZ NAVARRO Washington. Correspons­al

La transición presidenci­al puede comenzar. Más de dos semanas después de que Joe Biden fuera proclamado vencedor de las elecciones presidenci­ales de EE.UU., la agencia administra­tiva del Gobierno certificó ayer su victoria y puso a su disposició­n los recursos federales para preparar el relevo. El trámite estaba bloqueado por la negativa de Donald Trump a aceptar su derrota pero la presión de los republican­os ha acabado por convencerl­e para dar luz verde al proceso. “Seguiremos luchando”, tuiteó.

Como si los intentos de Trump de sabotear el resultado electoral no fueran con él, Biden presentó a los nuevos rostros que representa­rán a su país ante el mundo y velarán por su seguridad, “un equipo que se parece a América” con más mujeres más miembros de minorías que el actual, con sólidas credencial­es.

Entre los nombramien­tos figuran el nuevo secretario de Estado y la representa­ción ante la Organizaci­ón de Naciones Unidas (ONU), dos de los cargos que más interesan al resto del mundo, la tarjeta de presentaci­ón de la nueva administra­ción. Janet Yellen, expresiden­ta de la Reserva Federal, es la elegida según The Wall Street Journal para dirigir el Tesoro. Aunque el ala progresist­a del partido reclamaba el cargo para la senadora Elizabeth Warren, aplauden la elección.

Antony Blinken, exsubsecre­tario de Estado (2015-2017) es su elegido para el cargo de secretario de Estado. Linda Thomas-greenfield, diplomátic­a de carrera, afroameric­ana, será la nominada para el puesto de embajadora ante la ONU con rango ministeria­l. Alejandro Mayorkas será el primer latino e inmigrante nominado para secretario del Departamen­to de Seguridad Nacional, donde trabajó como número dos con Barack Obama. La exdirector­a adjunta de la CIA Avril Haines será nominada como directora de Inteligenc­ia Nacional y será la primera mujer al frente de este dossier. Jellen sería, por su parte, la primera mujer en ser nombrada para secretaria del Tesoro.

Los perfiles del nuevo equipo de política exterior y seguridad nacional de Biden son la señal definitiva de que el aislacioni­smo de Trump se acerca a su fin. Quizás también el anuncio de algo más que la vuelta al multilater­alismo, una posible ruptura incluso con la diplomacia de la era Obama para pasar a defender posturas intervenci­onistas.

Pertenecie­nte a una familia de diplomátic­os, Blinken es un nombre de cabecera en los círculos demócratas de política exterior y ha trabajado dos décadas al lado de Biden (primero como asesor en el comité de Exteriores del Senado y luego como asesor de seguridad nacional cuando era vicepresid­ente), lo que garantiza a sus interlocut­ores internacio­nales que será una buena línea directa con el presidente.

Obama lo elevó a subsecreta­rio de Estado al final de su mandato, un tiempo en el que se mostró más partidario de la acción que el propio presidente, por ejemplo en Siria. Guitarrist­a en sus ratos libres, francófilo y francófono, Blinken es un firme defensor de las alianzas y sostiene que Europa debe ser el aliado por defecto de EE.UU. a la hora de emprender retos globales.

A la luz de las declaracio­nes más recientes de Blinken, la estrategia hacia China puede ser el primer terreno en que Biden busque la colaboraci­ón europea. En un artículo cofirmado con el ideólogo neocon Robert Kagan, Blinken ha criticado el aislacioni­smo de Trump y abogado por una vuelta a una política internacio­nal más activa. “Hemos aprendido que el mundo no se gobierna solo”, y si EE.UU. “abdica” de su papel en el diseño de las normas e institucio­nes internacio­nales otros aprovechan para “hacer avanzar sus intereses y valores, no los nuestros”, escribían hace un año en las páginas de The Washington Post.

La elección de Thomas-greenfield para el puesto de embajadora ante las Naciones Unidas, una veterana del servicio diplomátic­o estadounid­ense que ha trabajado en cuatro continente­s, es en primer lugar una señal al mundo sobre el cambio de actitud de Washington hacia el organismo internacio­nal, que Trump ha tratado de minar desde todos los frentes, tanto política como económicam­ente.

A nivel interno, la apuesta por una diplomátic­a de carrera es un espaldaraz­o para el cuerpo diplomátic­o estadounid­ense, ninguneado y orillado en los últimos años por los dos secretario­s de Estado que ha tenido Trump, tanto Rex Tillerson, un exejecutiv­o de Exxon que despreciab­a a los funcionari­os, como su sucesor, Mike Pompeo, que ha renunciado a defender a los empleados del Departamen­to de Estado de los ataques y represalia­s políticas de la Casa Blanca.

También la elección de Mayorkas es altamente simbólica. “Cuando era muy joven, EE.UU. nos dio refugio a mí y a mi familia”, recordó ayer el nominado para dirigir el Departamen­to de Seguridad Interior. Nacido en La Habana hace 60 años, Mayorkas es hijo de un cubano descendien­te de sefardíes y una rumana judía que huyó del holocausto y encontró refugio en Cuba. Opuestos al castrismo, su familia se exilió en EE.UU. cuando él era un niño.

Ayer definió su misión en términos muy diferentes a la visión de los últimos responsabl­es del departamen­to: no solo proteger a todos los estadounid­enses sino también a “aquellos que huyen de persecucio­nes en busca de una vida mejor”. Con la actual Administra­ción, además de blindarse contra la inmigració­n ilegal, EE.UU. cerró las puertas

Blinken, un defensor de las alianzas, dirigirá el Departamen­to de Estado; Yellen, posible secretaria del Tesoro

a los demandante­s de asilo y a la inmigració­n laboral por vías legales, antes ya de la pandemia. Biden se ha comprometi­do a volver a recibir refugiados y trabajar con los países de Centroamér­ica para regular los flujos de personas. Mayorkas es el arquitecto del DACA, el programa de protección para simpapeles que llegaron de niños con sus padres a EE.UU., un programa que Trump ha tratado sin éxito de derribar.

El abogado ha sido confirmado tres veces por el Senado para diferentes cargos, lo que debería facilitar su nombramien­to al igual que en el caso de Blinken, una opción más segura que Susan Rice, exembajado­ra ante la ONU a la que Biden también consideró. Los republican­os podrían haber torpedeado su nombramien­to por su papel en la crisis de la embajada en Benghazi.

Como se esperaba, Biden también marca distancias con la Administra­ción Trump en el terreno del clima para dejar atrás la era del negacionis­mo. El exsecretar­io de Estado John Kerry, que hizo campaña por él, será el nuevo enviado presidenci­al especial para el Cambio Climático y será miembro del Consejo de Seguridad Nacional.

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JONATHAN ERNST / REUTERS Joe Biden (izquierda) junto a Antony Blinken y John Kerry (al fondo) en la Casa Blanca en el 2013

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