Trump cede y da luz verde a la transición hacia la era Biden
El presidente insiste sin embargo en sus denuncias de fraude y advierte que ganará
La transición presidencial puede comenzar. Más de dos semanas después de que Joe Biden fuera proclamado vencedor de las elecciones presidenciales de EE.UU., la agencia administrativa del Gobierno certificó ayer su victoria y puso a su disposición los recursos federales para preparar el relevo. El trámite estaba bloqueado por la negativa de Donald Trump a aceptar su derrota pero la presión de los republicanos ha acabado por convencerle para dar luz verde al proceso. “Seguiremos luchando”, tuiteó.
Como si los intentos de Trump de sabotear el resultado electoral no fueran con él, Biden presentó a los nuevos rostros que representarán a su país ante el mundo y velarán por su seguridad, “un equipo que se parece a América” con más mujeres más miembros de minorías que el actual, con sólidas credenciales.
Entre los nombramientos figuran el nuevo secretario de Estado y la representación ante la Organización de Naciones Unidas (ONU), dos de los cargos que más interesan al resto del mundo, la tarjeta de presentación de la nueva administración. Janet Yellen, expresidenta de la Reserva Federal, es la elegida según The Wall Street Journal para dirigir el Tesoro. Aunque el ala progresista del partido reclamaba el cargo para la senadora Elizabeth Warren, aplauden la elección.
Antony Blinken, exsubsecretario de Estado (2015-2017) es su elegido para el cargo de secretario de Estado. Linda Thomas-greenfield, diplomática de carrera, afroamericana, será la nominada para el puesto de embajadora ante la ONU con rango ministerial. Alejandro Mayorkas será el primer latino e inmigrante nominado para secretario del Departamento de Seguridad Nacional, donde trabajó como número dos con Barack Obama. La exdirectora adjunta de la CIA Avril Haines será nominada como directora de Inteligencia Nacional y será la primera mujer al frente de este dossier. Jellen sería, por su parte, la primera mujer en ser nombrada para secretaria del Tesoro.
Los perfiles del nuevo equipo de política exterior y seguridad nacional de Biden son la señal definitiva de que el aislacionismo de Trump se acerca a su fin. Quizás también el anuncio de algo más que la vuelta al multilateralismo, una posible ruptura incluso con la diplomacia de la era Obama para pasar a defender posturas intervencionistas.
Perteneciente a una familia de diplomáticos, Blinken es un nombre de cabecera en los círculos demócratas de política exterior y ha trabajado dos décadas al lado de Biden (primero como asesor en el comité de Exteriores del Senado y luego como asesor de seguridad nacional cuando era vicepresidente), lo que garantiza a sus interlocutores internacionales que será una buena línea directa con el presidente.
Obama lo elevó a subsecretario de Estado al final de su mandato, un tiempo en el que se mostró más partidario de la acción que el propio presidente, por ejemplo en Siria. Guitarrista en sus ratos libres, francófilo y francófono, Blinken es un firme defensor de las alianzas y sostiene que Europa debe ser el aliado por defecto de EE.UU. a la hora de emprender retos globales.
A la luz de las declaraciones más recientes de Blinken, la estrategia hacia China puede ser el primer terreno en que Biden busque la colaboración europea. En un artículo cofirmado con el ideólogo neocon Robert Kagan, Blinken ha criticado el aislacionismo de Trump y abogado por una vuelta a una política internacional más activa. “Hemos aprendido que el mundo no se gobierna solo”, y si EE.UU. “abdica” de su papel en el diseño de las normas e instituciones internacionales otros aprovechan para “hacer avanzar sus intereses y valores, no los nuestros”, escribían hace un año en las páginas de The Washington Post.
La elección de Thomas-greenfield para el puesto de embajadora ante las Naciones Unidas, una veterana del servicio diplomático estadounidense que ha trabajado en cuatro continentes, es en primer lugar una señal al mundo sobre el cambio de actitud de Washington hacia el organismo internacional, que Trump ha tratado de minar desde todos los frentes, tanto política como económicamente.
A nivel interno, la apuesta por una diplomática de carrera es un espaldarazo para el cuerpo diplomático estadounidense, ninguneado y orillado en los últimos años por los dos secretarios de Estado que ha tenido Trump, tanto Rex Tillerson, un exejecutivo de Exxon que despreciaba a los funcionarios, como su sucesor, Mike Pompeo, que ha renunciado a defender a los empleados del Departamento de Estado de los ataques y represalias políticas de la Casa Blanca.
También la elección de Mayorkas es altamente simbólica. “Cuando era muy joven, EE.UU. nos dio refugio a mí y a mi familia”, recordó ayer el nominado para dirigir el Departamento de Seguridad Interior. Nacido en La Habana hace 60 años, Mayorkas es hijo de un cubano descendiente de sefardíes y una rumana judía que huyó del holocausto y encontró refugio en Cuba. Opuestos al castrismo, su familia se exilió en EE.UU. cuando él era un niño.
Ayer definió su misión en términos muy diferentes a la visión de los últimos responsables del departamento: no solo proteger a todos los estadounidenses sino también a “aquellos que huyen de persecuciones en busca de una vida mejor”. Con la actual Administración, además de blindarse contra la inmigración ilegal, EE.UU. cerró las puertas
Blinken, un defensor de las alianzas, dirigirá el Departamento de Estado; Yellen, posible secretaria del Tesoro
a los demandantes de asilo y a la inmigración laboral por vías legales, antes ya de la pandemia. Biden se ha comprometido a volver a recibir refugiados y trabajar con los países de Centroamérica para regular los flujos de personas. Mayorkas es el arquitecto del DACA, el programa de protección para simpapeles que llegaron de niños con sus padres a EE.UU., un programa que Trump ha tratado sin éxito de derribar.
El abogado ha sido confirmado tres veces por el Senado para diferentes cargos, lo que debería facilitar su nombramiento al igual que en el caso de Blinken, una opción más segura que Susan Rice, exembajadora ante la ONU a la que Biden también consideró. Los republicanos podrían haber torpedeado su nombramiento por su papel en la crisis de la embajada en Benghazi.
Como se esperaba, Biden también marca distancias con la Administración Trump en el terreno del clima para dejar atrás la era del negacionismo. El exsecretario de Estado John Kerry, que hizo campaña por él, será el nuevo enviado presidencial especial para el Cambio Climático y será miembro del Consejo de Seguridad Nacional.