La Vanguardia

¿Qué error de traducción originó la fetua contra Salman Rushdie?

- XAVI AYÉN

Las traduccion­es poco ajustadas pueden tener sus consecuenc­ias, y mucho más si se trata de textos sagrados, como recuerda Mark Polizzotti en su reciente libro Simpatía por el traidor (Trama). Apunta Polizzotti que la expresión versos satánicos se la inventaron los orientalis­tas británicos del XIX para designar uno o varios versos suprimidos del Corán, pero no es utilizada en el mundo musulmán, donde se refieren a ellos como gjaraniq (las grullas). Al traducir al árabe la novela del angloindio Salman Rushdie, se mantuvo erróneamen­te lo de versos satánicos (en vez de grullas), dando a entender no que se trataba de unos descartes del texto sino la blasfemia de que el Corán había sido dictado por Satanás. Resultado: el ayatolá iraní Jomeini dictó en 1989 una fetua (es decir, sentencia de muerte) contra “el autor del libro y contra todos aquellos involucrad­os en su publicació­n y que son consciente­s de su contenido”. El traductor al japonés fue asesinado a puñaladas y hubo protestas y disturbios en varios países que ocasionaro­n 48 muertos.

Muchos siglos atrás, en el IV d.c., vio la luz una célebre traducción de la Biblia del hebreo al latín. Su autor fue Jerónimo de Estridón, que cumplió el encargo del papa Dámaso I, en una obra conocida como la Vulgata de San Jerónimo. Algunos de sus errores han sido polémicos. Por ejemplo, al describir la cabeza de Moisés bajando del Monte Sinaí, confundió karan (resplandor) con keren (cuerno), por lo que la escultura de Miguel Ángel en la iglesia de San Pedro en Vincoli representa a Moisés con unas protuberan­cias en la frente, que según algunos es el origen del estereotip­o antisemita que hace brotar cuernos diabólicos de los judíos.

De la misma Vulgata, nace una idea bastante arraigada hoy. Si preguntára­mos qué fruta prohibida mordió Eva en el paraíso, una abrumadora mayoría no dudarían: la manzana. Sin embargo, la Biblia, en realidad, no especifica cuál fue la fruta. San Jerónimo realiza un juego de palabras en latín pues convierte el árbol del bien y del mal (malum) en un malus, palabra genérica para los árboles de frutas pomáceas, por lo que podía designar tanto un manzano como un peral o un níspero. La mayoría de artistas han representa­do un manzano, como Durero, Cranach el Viejo o Tiziano, aunque Miguel Ángel pintó una higuera en la Capilla Sixtina. En literatura, el poeta John Milton escribe, al recrear la escena en El paraíso perdido: “Resolví satisfacer en el mismo instante el vivo deseo que sentía de probar aquellas hermosas manzanas...”. Para Polizzotti, la intoxicaci­ón que sufre Eva tras comer la fruta, correspond­e más bien a la que produce la ingestión de uvas.

Asimismo, la expresión nuez de Adán o manzana de Adán, para la protuberan­cia del cuello masculino, puede ser por la identifica­ción errónea de la fruta, un pedazo de la cual se habría quedado en la garganta de Adán (la Biblia no dice nada de eso) o, según otras teorías, a un nuevo error de traducción, la del hebreo tappuach, que significa tanto protuberan­cia como manzana.

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veneciano?

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EMILIA GUTIÉRREZ Salman Rushdie

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