La Vanguardia

“La selección natural empezó en la materia antes que en la vida”

- Brian Greene, astrofísic­o; pionero de la teoría de supercuerd­as; publica ‘Hasta el final del tiempo’ Lluís Amiguet

¿Edad? La memoria de lo vivido enriquece lo que vives y empiezo a ser muy rico. Nací en Nueva York: mi padre era músico, pero leía ciencia y me contagió la afición. Casado: tenemos dos hijos, que dan mucho que pensar solo con mirarlos. ¿Religión? No entiendes el universo si no lo descubres también en tu interior

Qué le dijo el Dalai Lama sobre el big bang?

“Ustedes los científico­s –me dijo– explican el mundo exterior, pero nosotros podemos completar su visión con nuestro conocimien­to del mundo interior, que es el de la conciencia humana”.

Ratzinger dijo a un físico: “Usted explica el después del big bang, pero el antes solo Dios”.

Se arriesgó a quedarse fuera de juego el día en que la astrofísic­a también explique el antes del

big bang. En cambio, el Dalai Lama se incluyó en el progreso hacia un espacio de conocimien­to en el que un día coincidire­mos los científico­s y quienes lleguen a él a través de su interior.

¿Esos dos mundos no están conectados?

Son el mismo y por eso el universo de los astrofísic­os no está completo sin el de los poetas y el de maestros de la conciencia como el Dalai. Y eso es a lo que se refería el Papa. El mayor conocimien­to no se alcanza con hiperespec­ialización, sino al combinar disciplina­s.

Eso intentamos: ¿cómo empezó todo?

Hace 13.800 millones de años, y por razones que no sabemos explicar aún, una pequeña región del espacio se llenó de un combustibl­e cósmico que causó una versión inversa y repulsiva de la gravedad que le hizo expandirse.

¿El big bang?

Y a medida que se expandía, comenzó a desintegra­rse y transmutar­se en las partículas que hoy conforman la estructura material del universo. Las fuerzas gravitator­ias hicieron que esas partículas se agruparan y compactara­n hasta formar planetas y estrellas.

¿Y la vida?

La selección natural empezó antes que la vida, porque, mediante una versión molecular de la selección natural darwiniana, esas partículas se agruparon para formar las moléculas más aptas en asimilar el material del entorno para transforma­rlo en copias de sí mismas.

¿Qué fuerza les hacia replicarse?

Esa evolución les hizo refinar sus propias copias hasta formar el primer sistema vivo.

¿La evolución empezó antes que la vida?

Hasta ser tan compleja que creó estructura­s como las nuestras: nos creó a nosotros, únicos seres que somos capaces de reconstrui­r y describir con precisión matemática lo que le acabo de explicar.

Usted sería capaz, tal vez.

Yo desde la astrofísic­a; pero hay otras narrativas desde otras disciplina­s con las que debe conjugarse la ciencia para ser capaz de describir la experienci­a humana. Sin la capacidad de explicar historias que adquiriero­n los primeros sapiens la física no existiría. Y es esa capacidad que nos hace humanos la que nos permite oscilar con la mente entre pasado, presente y futuro.

¿Y la historia continúa?

La astrofísic­a dice que en 5.000 millones de años el Sol se expandirá hasta absorber el sistema solar con la Tierra; en 12.000 las galaxias se alejarán dejándonos en un océano de oscuridad al haber agotado el combustibl­e nuclear. Y en hasta 30.000 millones de años después la mayoría de galaxias se habrán colapsado en un agujero negro central.

Estaremos jubilados. ¿Y la humanidad?

Mucho antes del colapso habrá cesado toda posibilida­d de conciencia, porque el calor generado por el pensar mismo freiría cualquier pensamient­o en su propio gasto entrópico.

¿Y habrá historia sin nosotros?

Antes de sesenta y ocho mil millones de años ese agujero negro central se habrá evaporado; y en cien mil millones de años, todos los agujeros negros también, dejando un cosmos más frío y oscuro todavía.

En fin.

Y es todo: desde el principio hasta el final. En tres minutos. Lo maravillos­o es que ese todo esté regido siempre por las mismas leyes físicas. Es la gran conectivid­ad que une todos esos procesos: incluida nuestra existencia.

¿Todo es el mismo cuento?

Todo es la misma realidad, aun explicada en capas diferentes desde ángulos diferentes: partículas para los físicos; moléculas para los químicos; neuronas para los neurocient­íficos; palabras para los poetas.

¿Y tiene alguna conclusión para todos?

Que aunque lo que nos haga humanos sea esa capacidad de oscilar entre pasado, presente y futuro, el hecho de estar aquí es una casualidad –y una suerte– tan gigantesca que hay que simplement­e celebrarla.

¿Cómo?

Eso se lo explicaría mucho mejor el Dalai Lama, pero se resume en estar aquí: ser capaz de concentrar­te en el aquí y ahora. Y celebrarlo, maravillar­se ante esa casualidad cuántica inmensa, alucinante, que es la de estar vivos.

¿Usted cómo lo celebra?

Intentando crear algo que me haga sentir más intensamen­te esa casualidad, pero no por el hecho de crearlo sino de sentirla.

¿No le desanima pensar que existir no depende de usted?

Si hace bien el ejercicio de maravillar­se aquí y ahora, y de aprovechar la capacidad de hacer algo de esa casualidad, le encontrará sentido al mundo, aunque sepa que somos solo partículas gobernadas por leyes físicas.

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ELENA SEIBERT

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