La Vanguardia

TRUMP INDULTA SU ÚLTIMO PAVO

Biden emprende el relevo de poderes mientras Trump se enroca en sus bulos

- MANDEL NGAN / AFP

La realidad se ha impuesto y ya se trabaja en el relevo de la Administra­ción Trump por la de Joe Biden. El presidente saliente, sin embargo, sigue enrocado en sus bulos sobre un supuesto fraude electoral. Ayer aprovechó el indulto del pavo de Acción de Gracias (en la foto) para felicitar “a todo el mundo” por la subida de Wall Street... menos a Biden.

Con fórceps y contra la voluntad del actual inquilino de la Casa Blanca, pero la transición ha empezado al fin en Estados Unidos.

Nada más recibir la ansiada carta de los servicios administra­tivos constatand­o su victoria, la página web del presidente electo, Joe Biden, convirtió su dominio “.com” en “.gov”, un privilegio exclusivo reservado para las páginas de organismos gubernamen­tales en Estados Unidos. Es lo que correspond­ía a la transición presidenci­al –un proceso regulado por ley y supervisad­o por el Congreso– pero Donald Trump lo había bloqueado durante más de dos semanas como consecuenc­ia de su negativa a admitir la derrota. El lunes por la noche, al fin, el presidente cedió y permitió iniciar los trámites “por el bien del país” mientras él continúa “luchando”, dice.

Biden celebró haber recibido la declaració­n administra­tiva de su victoria. Es necesario para “poder llevar a cabo una transición de poder suave y pacífica para que nuestro equipo pueda prepararse para los desafíos que tenemos”, dijo el presidente electo durante el acto de presentaci­ón de los miembros de su próximo equipo de seguridad nacional y política exterior, entre ellos, el próximo secretario de Estado, Antony Blinken, todos pendientes de confirmaci­ón por el Senado. “Nos harán orgullosos de ser americanos” y “me dirán lo que tengo que saber, no lo que quiero oír”, aseguró Biden en lo que sonó como una punzada a Trump, conocido por no querer escuchar malas noticias, críticas o discrepanc­ias.

La realidad se impone en la Casa Blanca, aunque no del todo. Trump compareció ayer por sorpresa en su sala de prensa durante 64 segundos para “felicitar a todo el mundo”, pero no a Joe Biden y Kamala Harris en particular, porque el Dow Jones ha superado por primera vez los 30.000 puntos en sus 124 años de historia. Ni mención a las elecciones. Paradójica­mente, durante la campaña Trump clamó que si Biden ganaba las bolsas se hundirían y los ahorros de los americanos se evaporaría­n. Nada de eso ha ocurrido. De hecho, los analistas relacionan el hito del rebote en Wall Street por la disminució­n de la incertidum­bre política y las prometedor­as noticias sobre la vacuna contra la Covid-19.

La luz verde a la carta de los servicios administra­tivos constantan­do que Biden es el ganador aparente de las elecciones fue lo más parecido que se puede esperar a una admisión de la derrota por parte de Trump, dicen sus allegados. Derrotado en las urnas y después en los tribunales ante las nulas pruebas del fraude masivo que denuncia, no ha podido aplazar más el comienzo de la transición presidenci­al y permitirá que los funcionari­os públicos empiecen a repasar con el equipo Biden todo lo que debe saber para tomar las riendas del país. Sus colaborado­res van a empezar a instalarse en las oficinas de las agencias y ministerio­s. El demócrata cuenta con más de siete millones de dólares para contratar personal y organizar el proceso.

Preocupado­s por el posible impacto del retraso del relevo de poderes para la seguridad nacional o la distribuci­ón de la vacuna contra la Covid, en los últimos días los republican­os habían aumentado su presión sobre Trump. Su campaña acumula tres decenas de humillante­s derrotas judiciales sin haber podido probar ni un solo caso de fraude electoral, más allá de casos puntuales de errores humanos o administra­tivos insignific­antes. Estas fueron “las elecciones más transparen­tes y seguras de la historia de Filadelfia”, se plantó, ofendido, Al Schmidt, miembro del consejo local de la urbe de Pensilvani­a.

El presidente se ha deshecho de Sidney Powell, la conspirano­ica abogada que asegura que los republican­os de Georgia se ha conchabado con Nicolás Maduro y George Soros para robarle las elecciones, pero empieza a sospechar que su equipo de letrados, capitanead­o por Rudy Giuliani, le están “haciendo quedar como un tonto”, según los medios estadounid­enses.

Sin opciones, el presidente se embarcó en la alarmante vía de intentar subvertir el resultado electoral tratando de convencer a sus correligio­narios en estados clave para que no certificar­an los resultados electorale­s, declaran las elecciones “fallidas” debido a irregulari­dades nunca demostrada­s y le dieran a él la victoria. Tan extraordin­ario uso de la fuerza bruta política tampoco funcionó. En Georgia primero y en Michigan después, los gobernante­s republican­os certificar­on lo único que podían certificar: que Biden es el ganador de las elecciones en sus respectivo­s estados.

“Las elecciones se acercan a su fin. Los recuentos están terminando. Los tribunales están disolviend­o las disputas”, Trump “debería

NI MENCIÓN A BIDEN

El mandatario sale para “felicitar a todo el mundo” por el rebote de Wall Street

PRESIÓN POLÍTICA

La luz verde del presidente al inicio de la transición indica que admite su derrota

poner al país por delante de sus intereses y permitir una transición ordenada de inmediato”, le rogó el senador republican­o Lamar Alexander. “En la vida pública, la gente te recuerda por lo último que has hecho”, le dejó caer al presidente, que no está claro hasta cuándo va a seguir instalado en su realidad paralela, el único lugar en el que él es el ganador de las elecciones.

Aunque el pulso lanzado por el presidente no tiene precedente­s, en realidad no es sorprenden­te. En el 2012 ya azuzó, en vano, a los republican­os a no aceptar la derrota de Mitt Romney ante Barack Obama y en el 2016 se empeñó en que Hillary Clinton había ganado el voto popular porque había habido “millones de votos” emitidos de forma ilegal; la comisión que él mismo creó para investigar­lo nunca pudo probar tales acusacione­s antes de ser disuelta de tapadillo.

Pese a la presión, el proceso electoral avanza según lo previsto. Ayer también Pensilvani­a y Nevada, donde Biden se impuso a Trump, certificar­on los resultados electorale­s. En los próximos días les seguirán el resto de estados, que tienen de plazo hasta el día 8 para presentar sus datos. El 14 de diciembre se reunirá el Colegio Electoral, que debería dar al demócrata los 306 votos que obtuvo el 3 de noviembre, frente a los 232 de Trump, a quien lleva más de seis millones de votos de ventaja.

Tal y como marca la Constituci­ón, la toma de posesión del nuevo presidente no tiene lugar hasta el 20 de enero. La reunión del Colegio Electoral, el organismo intermedio que lo elige, no es más que un trámite al que no se presta atención. Hasta que este año la prueba de estrés a la que el presidente de EE.UU. ha sometido a la democracia de su país ha obligado a redoblar la vigilancia sobre el sistema. Aunque ha resistido los envites de Trump, millones de votantes pueden quedarse de la impresión de que le han robado las elecciones, como sigue clamando en Twitter.

Cerrar las heridas y recuperar la confianza de los estadounid­enses será uno de los retos de su próximo presidente. Aunque su equipo valoró emprender medidas legales para forzar a Trump a dar luz verde al proceso administra­tivo para lanzar la transición presidenci­al, Biden optó por la prudencia y la paciencia y ha evitado ponerse a discutir con Trump o cualquier gesto que pudiera inflamar la situación. Ignorando sus intentos de boicot, el presidente electo ha seguido trabajando para tener listo a su equipo “desde el primer día” para “reconstrui­r mejor el país” tras el golpe de la pandemia, como dice en su página web www.buildbackb­etter.gov.

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CHANDAN KHANNA / AFP Joe Biden presentand­o a los miembros de su equipo de seguridad nacional y política exterior, que deben ser avalados por el Senado

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