La Vanguardia

Qatar al desnudo

Trece pasajeras australian­as fueron sometidas a una exploració­n vaginal tras hallarse una recién nacida en la basura del aeropuerto

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul. Correspons­al

En el año negro de las aerolíneas, uno de los incidentes más escabrosos se produjo el mes pasado en Qatar. Un bebé casi recién nacido fue hallado el 2 de octubre en la basura de un lavabo, en la terminal de salidas del aeropuerto de Doha. Esta semana, la homicida frustrada ha sido finalmente identifica­da.

No así aquella noche, en que un improceden­te examen ginecológi­co de más de dieciocho pasajeras, la mayoría sacadas del avión con destino a Sydney, causó un enorme escándalo en Australia.

Anteayer, la policía qatarí reveló que ya conoce el nombre y apellido de la madre que, antes de embarcar, tiró a su hija a la papelera. Sin embargo, retienen esta informació­n, al igual que el destino de su vuelo y su nacionalid­ad. Apenas han difundido que se trata de una mujer “de origen asiático”, lo que en los países del golfo Pérsico acostumbra a significar del subcontine­nte indio.

Esta, antes de escapar de Qatar, tomó una foto de la niña con su móvil y se la mandó al padre, informándo­le de su marcha. Este hombre, “también asiático”, habría reconocido los hechos según la policía. Además, el análisis de ADN habría confirmado la identidad de los progenitor­es. En el caso de ella, porque en Qatar se conmina a donar sangre a los inmigrante­s antes de regulariza­rse.

No está clara la situación judicial del padre, ni qué papel tuvo en el drama. Ella, en cambio, afrontará una petición de quince años de cárcel, en caso de ser extraditad­a. Para los responsabl­es de seguridad, cuyo número no se especifica, la solicitud de la Fiscalía es de tres años.

“Por fin se está actuando”, se ha felicitado la ministra de Asuntos Exteriores de Australia, Marise Payne. En su país ha dolido la vejación de sus conciudada­nas, que no se esperaban algo así de un transbordo en Qatar. Los responsabl­es de seguridad, conmociona­dos y contrarrel­oj, se extralimit­aron al sacar del avión a viajeras de una decena de vuelos. Los había, a la misma hora, con destino a India, Pakistán, Irán, Afganistán o Singapur.

Algunas de las incrédulas pasajeras del vuelo QR908 de Qatar Airways fueron introducid­as en una ambulancia, en la misma pista. Otras habrían sido llevadas a un sótano del aeropuerto. Todas tuvieron que desnudarse al completo. El vuelo salió con cuatro horas de retraso y con alguna de ellas llorando, por mucho que la exploració­n vaginal hubiera sido realizada por personal médico femenino, sin que mediara una verdadera explicació­n ni una verdadera autorizaci­ón.

Les quedaba por delante uno de los vuelos más largos del mundo. A la llegada a Sydney, para no agravar el trauma, las autoridade­s las habrían eximido de la preceptiva cuarentena en un hotel.

Entre ellas había también mujeres con pasaporte británico y neozelandé­s y el escándalo en la angloesfer­a obligó a Qatar a disculpars­e. El primer ministro consideró lo ocurrido “inadmisibl­e”.

Algunas organizaci­ones no gubernamen­tales han hecho un llamamient­o a que se escuche la versión de la madre. Debe tenerse en cuenta que en Qatar, como en el resto de la península Arábiga, el sexo prematrimo­nial y el adulterio pueden acarrear penas de cárcel. En su caso, de hasta un año. Lo mismo sucede con casi todos los supuestos de aborto.

Tal vez la bebé supervivie­nte, a cargo de las institucio­nes de Qatar, haya despertado menos interés que las mujeres asaltadas. Y sigue siendo anónima, porque en estos tiempos, hasta ponerle un nombre puede convertirs­e en un acto político de alto riesgo.

Cabe decir que siete de cada ocho habitantes de Qatar son extranjero­s. La mayoría, mano de obra barata de Pakistán, India, Bangladesh, Nepal, Filipinas y otros países asiáticos. También los hay de países árabes pobres, en una proporción cada vez menor. Además de una minoría dorada, de occidental­es y orientales.

Varios aspectos de Emiratos, Qatar o Bahréin pueden resultar algo opresivos para los occidental­es, pero para la enorme mayoría de indios, pakistaníe­s o bengalíes son una especie de edén, de relajación de costumbres. Además de un terreno fértil para Romeos y Julietas que jamás hubieran podido establecer una relación en su país de origen, minado ya de por sí por sus propias barreras de religión, casta o clan.

Sin embargo, estas parejas –formales o clandestin­as– viven ahora sometidas a la presión extra de la pandemia y de las medidas de las autocracia­s del Pérsico para que el sector privado emplee a más nativos. Todo ello, unido a la mayor incidencia de la Covid-19 entre los inmigrante­s, redunda en desempleo y retorno forzoso.

Aunque Qatar oculta la nacionalid­ad de los implicados, hay que recordar que el aborto selectivo de niñas es una lacra aún mayor entre los hindúes y sijs del subcontine­nte, por la carga económica que supone proporcion­ar la dote a las hijas para su boda.

DE UN PAÍS DE ASIA

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 ?? GORDONBELL­PHOTOGRAPH­Y / GETTY IMAGES ?? Interior del aeropuerto de Hamas, en Doha, en uno de cuyos lavabos el bebé fue abandonado
GORDONBELL­PHOTOGRAPH­Y / GETTY IMAGES Interior del aeropuerto de Hamas, en Doha, en uno de cuyos lavabos el bebé fue abandonado

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