La Vanguardia

Elecciones a la vista

- Màrius Carol

Bernard M. Baruch fue asesor de dos presidente­s de Estados Unidos, Woodrow Wilson y Franklin D. Roosevelt, pero además es el autor de una frase que es todo un compendio de sentido común, que no solo sirve para la política: “Vota al que menos prometa, será el que menos te decepcione”.

Los catalanes estamos a menos de tres meses de ser convocados a las urnas, pero tres semanas antes los socios del FC Barcelona elegiremos a quien será el nuevo presidente de la entidad. Si las finanzas de la Generalita­t están agotadas, las del Barça pueden calificars­e directamen­te de exhaustas. Lo malo es que ni los políticos ni los futboleros acostumbra­n a hacer programas electorale­s en los que prime el realismo. La pandemia de la Covid-19, que ha vaciado las arcas de los gobiernos, impide que los políticos anuncien construir puentes aunque no haya ríos (la cita es del ruso Nikita Jruschov), pero quien quiera ganar unas elecciones para presidir una institució­n –da igual que sea política y deportiva– venderá ilusión más que realismo.

Es posible que el Barça sea una metáfora de Catalunya, hasta el punto de que a los candidatos se los califica de

Baruch proponía votar al que menos prometa, porque es el que menos decepciona

independen­tistas o no y se les pregunta por ello en las entrevista­s. El secesionis­mo intenta apoderarse de las institucio­nes más relevantes para alcanzar sus objetivos. Que se disputara el partido de fútbol entre el FC Barcelona y la UD Las Palmas el 1-O del 2017 no se lo perdonaron nunca los organizado­res del referéndum a Josep Maria Bartomeu, aunque la negativa a jugar hubiera supuesto tirar la Liga. Carles Puigdemont llamó al presidente del club para conseguirl­o y también Jordi Sànchez, que estaba al frente de la ANC. Y dimitieron dos miembros de la junta en señal de protesta.

Pero más importante que la ideología del presidente del club será la capacidad de gestionar una situación económica dramática, con una caída de ingresos de casi 300 millones, una deuda a corto de 500 y a largo de más de 800. Con una masa salarial que es la más cara del planeta, que la Liga de Fútbol Profesiona­l obliga a reducir en 200 millones para cumplir con el fair play financiero. Aun así hay diez candidatur­as, a pesar de que la que gane deberá avalar 120 millones y sus directivos se jugarán su patrimonio en el peor momento de la historia. Lo interesant­e será saber qué nos prometen para salvar las cuentas y ganar los títulos. Igual nos prometen la felicidad, como los socios del Govern el 27-O, sin tener nada preparado para el día después.

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