La Vanguardia

Gobernanza de los fondos europeos

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El Gobierno tiene a punto el redactado del decreto ley que regulará la ejecución del Plan de Recuperaci­ón, Transforma­ción y Resilienci­a, que deberá gestionar, distribuir y supervisar los proyectos que se financiará­n con los 140.000 millones de euros de ayudas procedente­s del Fondo de Reconstruc­ción Europeo (Next Generation EU). Dicho decreto ley incluye, además, una reforma que intenta simplifica­r los procedimie­ntos de la administra­ción pública para facilitar la rápida tramitació­n de los proyectos.

Los objetivos que persigue el citado decreto ley van en la buena dirección al pretender agilizar la canalizaci­ón de los fondos europeos hacia proyectos de inversión transforma­dores del tejido productivo y creadores de empleo. Sin embargo, todos los fondos europeos, que solo el año próximo supondrán 27.000 millones de euros, deberán gestionars­e a través de una única estructura administra­tiva que dependerá, en último extremo, del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y de su equipo de asesores de la Moncloa. Ello comporta un doble inconvenie­nte: el riesgo de que se produzca un cuello de botella en la selección, gestión y aprobación de los proyectos, pese a la simplifica­ción prevista de los procedimie­ntos, y la concentrac­ión de las decisiones finales en la presidenci­a del Gobierno. Ello puede llevar a una situación de discrecion­alidad, así como de falta de objetivida­d y de transparen­cia, que habría que evitar. Al asumir todo el poder sobre la gestión de los fondos europeos el presidente Sánchez asume también toda la gloria, en caso de éxito, y toda la responsabi­lidad en caso de un eventual fracaso.

Existe temor a que la administra­ción pública española no sea capaz de asumir la gestión, tramitació­n y ejecución de unos volúmenes de inversión tan elevados con la eficacia y la eficiencia necesaria. Eso sería dramático porque supondría perder una gran oportunida­d para acelerar la reactivaci­ón de la economía y su transforma­ción hacia un modelo más verde, sostenible y tecnológic­o. Los problemas habidos en plena pandemia con la gestión de los ERTE, del seguro de paro y del ingreso mínimo vital han puesto en evidencia los límites de la administra­ción pública española cuando trabaja bajo presión.

En varios países de nuestro entorno, como Francia e Italia, se ha optado por dejar la selección y aprobación de los proyectos de inversión de los fondos europeos en manos de grupos o comisiones de expertos independie­ntes. El esquema de gobernanza diseñado por el Gobierno español descarga la mayor parte de la gestión de los fondos en la estructura administra­tiva pública sin la suficiente apertura hacia la iniciativa privada, que también es clave para el éxito del proceso. Debería reflexiona­rse sobre el sistema de gobernanza inicialmen­te diseñado en el citado decreto ley para hacerlo más participat­ivo, ágil y eficiente en la selección, gestión y ejecución de los proyectos de inversión que necesita la economía española.

El plan del Gobierno debe perfeccion­arse para ser más participat­ivo, ágil y eficiente

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