La Vanguardia

La cuesta de enero

- Mariano Guindal

Definitiva­mente, el país en general y las élites en particular han priorizado el interés económico al sanitario. Han apostado por salvar la campaña navideña, aunque según ha advertido el ministro de Sanidad, Salvador Illa, esto podría ser un acelerador de la tercera ola.

Desde el punto de vista comercial parece una buena operación. Se restringe al máximo posible el puente de la Constituci­ón para doblegar la curva de contagios y a partir de la segunda quincena de diciembre se iniciará una desescalad­a exprés. El objetivo es que se celebren los almuerzos y las copas navideñas que suelen organizar las empresas para clientes, empleados y amigos; que el comercio venda sin límites y que las familias coman juntas el turrón.

Médicos y virólogos no se cansan de repetir que esta estrategia, impulsada por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz-ayuso, y seguida por el resto de las comunidade­s es tanto como jugar con fuego. Ya se ensayó en primavera para salvar la campaña turística y resultó un éxito relativo en lo económico pero un fiasco total en lo sanitario. Provocó la segunda ola y se tradujo en miles de muertos, enfermos graves y cientos de miles de contagiado­s por el coronaviru­s.

Los estrategas económicos piensan que, aunque se produzcan los temidos rebrotes y haya que decretar nuevos confinamie­ntos, estos se produciría­n en la cuesta de enero, cuando el consumo cae en picado y

Se apuesta por una Navidad alegre a cambio de un invierno crudo que en cualquier caso se iba a producir

los colegios están a medio gas. Es decir, se trata de lograr unas navidades alegres y confiadas a cambio de un invierno crudo y desapacibl­e que en cualquier caso se iba a producir. Es preferible asegurar la exuberanci­a navideña, aunque para ello habrá que sacrificar las rebajas.

Todas las actuacione­s nos llevan a que vivamos En lo más crudo del crudo invierno (1995) como en la película de Kenneth Branagh. Algunas proyeccion­es indican que la economía europea en general y la española en particular entrarán en recesión en el cuarto trimestre del año, un escenario que de confirmars­e sería un freno a la recuperaci­ón de primavera.

Si los inevitable­s rebrotes de enero provocan la tercera ola, el dolor de la población más frágil va a ser considerab­le. Resulta muy difícil cuantifica­r económicam­ente la muerte y la enfermedad, pero que nadie se engañe: no hay nada gratis. Al margen del factor humano, que con demasiada frecuencia se olvida, caer en el pesimismo y en la desconfian­za de la población también tiene un coste económico muy serio.

Quienes defienden la estrategia de salvar la campaña navideña cueste lo que cueste calculan que en enero se iniciará la campaña de vacunación y servirá para neutraliza­r la ruptura de expectativ­as que produciría una tercera ola. Lo que no cuentan es que podría producirse un caos muy serio en la gestión de la vacuna.

Dado que la suerte ya está echada y que la estrategia está decidida, las autoridade­s y la población deberíamos intentar al menos actuar con la mayor prudencia posible para que la alegría de estas fiestas no acabe convirtién­dose en una negra Navidad.

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