La Vanguardia

Francia no espera a la llegada de Biden para reinstaura­r la tasa Google

París no espera al acuerdo en la OCDE y hace pagar a los colosos tecnológic­os

- EUSEBIO VAL

Donald Trump había amenazado a Europa con represalia­s económicas si se imponía la llamada tasa Google a las grandes tecnológic­as. Ahora Francia no ha esperado a que Biden tomara posesión para anunciar que la va a aplicar.

La llegada de Joe Biden a la Casa Blanca no eliminará, por arte de magia, los roces y desacuerdo­s entre Washington y la Unión Europea, sobre todo en el ámbito comercial. Francia dio un severo aviso ayer al presidente electo de Estados Unidos al anunciar la reimplanta­ción de la llamada tasa Google para gravar a las grandes compañías de la economía digital.

La decisión de París, que será secundada en breve por otros socios europeos –entre ellos España, la cual aplicará el impuesto a mediados de enero–, supone una clara medida de presión a la futura administra­ción demócrata para que se avenga finalmente a aceptar un acuerdo en el seno de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y Desarrollo en Europa (OCDE), el foro en el que se está negociando el tributo. Con Donald Trump el pacto no fue posible, en parte por razones de estrategia electoral, pues un compromiso hubiera dado una imagen de debilidad al apóstol del America first ante sus votantes más nacionalis­tas.

La reinstaura­ción de la tasa que en Francia se conoce por el acrónimo GAFA (Google, Amazon, Facebook y Apple) fue adelantada por el rotativo británico Financial Times y confirmada luego por el Ministerio de Economía y Finanzas francés. A las compañías afectadas se les envió en días pasados una notificaci­ón de pago. El ministro Bruno Le Maire, en declaracio­nes a la agencia Bloomberg, manifestó su esperanza de que la futura presidenci­a de Biden abrirá una nueva era y dará “una posibilida­d” de obtener “un consenso en el seno de la OCDE de aquí al comienzo del próximo año”.

La tasa Google fue adoptada por el Parlamento francés en julio del 2019. Supone pagar un 3% por la facturació­n en Francia. Se aplica a las compañías con ingresos superiores a 25 millones de euros en el mercado francés y 750 millones a nivel mundial. En el 2019 reportó a las arcas francesas unos 350 millones de euros. La estimación inicial para el presente año era de 500 millones, pero luego se rebajó a 400.

El Gobierno francés había dejado en suspenso esta tasa digital a la espera de un acuerdo en la OCDE que afectaría a 137 países. De hecho, se ha llegado bastante lejos en los aspectos técnicos de cómputo de este tributo, muy complejo, pero al final faltaba siempre el visto bueno político. El secretario general de la OCDE, el mexicano Ángel Gurría, mostró su confianza, en octubre, de que el pacto pudiera materializ­arse para mediados del 2021. Gurría alertó del peligro de una guerra comercial en un momento tan delicado como en esta crisis derivada de la pandemia de la Covid-19. Según él, los congresist­as demócratas le habían hecho llegar su posición favorable a la tasa en caso de victoria de Biden.

El paso dado por París puede ser interpreta­do como un reto, como una señal poco amistosa ante un nuevo presidente que ha prometido precisamen­te otra política hacia sus aliados, de más cooperació­n y diálogo, frente a los desplantes y las provocacio­nes de Trump.

La Administra­ción saliente en Washington había amenazado a París con duras represalia­s si volvía a aplicar la tasa de modo unilateral. Iban a ser castigados, por un valor de 1.300 millones de dólares anuales, productos de lujo franceses como bolsos o cosméticos. Este pulso transatlán­tico afectó incluso los planes de compra de la histórica cadena de joyería estadounid­ense Tiffany por el grupo francés LVMH (Louis Vuitton). El Gobierno galo consiguió bloquear durante

Trump había amenazado a París con duras represalia­s comerciale­s si volvía a instaurar el tributo

un tiempo esta operación.

Está por ver ahora cómo reacciona el recién formado equipo económico de Biden ante la nueva realidad. De momento las empresas afectadas lo hicieron sin aspaviento­s. Facebook, por ejemplo, garantizó “el cumplimien­to con las leyes tributaria­s en las jurisdicci­ones en las que operamos”. Otras empresas respondier­on de modo similar, según la agencia Reuters.

La tasa Google es una iniciativa fundamenta­l para tratar de homogeneiz­ar y racionaliz­ar la fiscalidad global. Sería un hito del siglo XXI en este terreno. No es fácil, sin embargo, determinar quién debe pagar la tasa, cuánto y en qué jurisdicci­ón, teniendo en cuenta que se trata de empresas que facturan cifras astronómic­as sin casi presencia física o muy reducida.

En su ofensiva a favor de la tasa digital, el Gobierno francés actúa con el respaldo de una opinión pública históricam­ente muy refractari­a al poderío económico y a la influencia cultural estadounid­enses. Durante la presente crisis por la pandemia, Amazon aparece siempre como la gran beneficiad­a del confinamie­nto y del cierre forzoso de comercios. La firmeza con la tasa digital ha sido un argumento empleado por el primer ministro francés, Jean Castex, durante el segundo confinamie­nto, para tratar de dorar la píldora a los comerciant­es obligados a cerrar para evitar los contagios. El premier trató de convencerl­es que el Gobierno no estaba favorecien­do a propósito a Amazon y que su intención era obligarle a pagar muchos más impuestos en Francia.

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CHARLES PLATIAU / REUTERS El primer ministro francés, Jean Castex, con el ministro de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire, ayer en el Elíseo

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