La Vanguardia

Los Guardianes de la Revolución ultiman el salto a la presidenci­a iraní

Varios militares anuncian su candidatur­a para las elecciones de junio

- CATALINA GÓMEZ ÁNGEL

Conocido el nombre del nuevo presidente de Estados Unidos –hecho que importa más de lo que se confiesa–, Irán empieza a mover las fichas para las elecciones presidenci­ales de junio. Estas serán las elecciones en que los Guardianes de la Revolución darán el salto a gobernar el país. O al menos es lo que intentarán, como van dejando claro.

El primero en dar el paso ha sido el actual asesor de Defensa del líder supremo y uno de los veteranos integrante­s de los Guardianes de la Revolución, el general Hosein Dehgan, que el lunes pasado confirmaba a un medio local su candidatur­a. “El tiempo de las peleas políticas ha terminado y lo importante es cumplir las peticiones de la gente”, dijo Dehgan, de 63 años, que entre 1982 y 1984 encabezó la división Qods en Siria y Líbano. Los norteameri­canos lo han señalado como uno de los responsabl­es de los ataques a su embajada en Beirut en 1983, acusación que siempre ha negado.

Dehgan, que forma parte de la larga lista de iraníes sancionado­s por Washington, es uno de los cargos más altos dentro de los Guardianes en la carrera por la presidenci­a, pero no será el único. Muchos otros nombres se perfilan en el horizonte, lo que desde ya mismo tiene electrizad­o el escenario político, donde la confusión no puede ser mayor.

La percepción de la mala gestión de la economía y de la pandemia, la corrupción, las sanciones económicas que afectan cada uno de los aspectos de la vida de los iraníes, sumado todo a la creencia de que ya no vale la pena apostar por la política como camino hacia los cambios, harán extremadam­ente difícil convencer a la población de que participe en los próximos comicios.

“Los iraníes han vuelto a comprobar en estos ocho años de Rohani que el presidente tiene las manos atadas, está claro que quien ocupe este cargo cada vez tiene menos poder”, asegura un comentaris­ta local en condición de anonimato. Quienes llevan las de perder ante esta desafecció­n son los políticos de sectores moderados o reformista­s. Los primeros perdieron toda credibilid­ad con Hasan Rohani, que posiblemen­te saldrá de su cargo con una de las popularida­des más bajas en la historia de Irán. Quienes apostaron por él en dos ocasiones son los más decepciona­dos por la manera de gobernar de este clérigo.

Los segundos, los reformista­s, cada vez son más relegados de la escena política y, para mayor desgracia, no parecen tener un candidato de peso. El expresiden­te Mohamed Jatami, su líder natural, perdió la gran influencia que tuvo hasta hace pocos años. “Hay que dudar de la cordura de cualquiera que desee presentars­e a las elecciones del año 1400 (por el año persa)”, ha sentenciad­o Ali Janati, exministro moderado e hijo del nonagenari­o clérigo radical que encabeza el Consejo de Guardianes, que tiene entre sus tareas evaluar las credencial­es islámicas y morales de los precandida­tos.

La baja participac­ión electoral que se prevé deja el camino abierto para que un militar sea presidente. “¿Qué han hecho los políticos que han estado a cargo durante 40 años?”, se preguntaba días atrás el general Esmail Kosari, que como muchos integrante­s de esta fuerza también ha coqueteado con la política y conoce la oposición que existe dentro de un gran sector de la sociedad a que un militar sea presidente.

Actualment­e, las actividade­s de los Guardianes trasciende­n la defensa de la seguridad nacional y tienen un papel único en la economía del país, de la que se calcula que podrían controlar más del 30%. La política tampoco es un campo nuevo. Decenas de guardias y basiyis –las milicias– han obtenido escaños en el Parlamento a lo largo de estas décadas. Sin embargo, de ganar un militar la presidenci­a se encontrarí­a con una cámara dominada por los suyos. Dos tercios de los parlamenta­rios actuales provienen de estas fuerzas, entre ellos Mohamed Baquer Qalibaf, actual presidente y posible aspirante presidenci­al. Las voces que analizan positivame­nte la llegada de los Guardianes a la presidenci­a no solo llegan del sector radical. Dentro del sector moderadore­formista hay quienes piensan que puede ser el camino de salida para el laberinto político en que ha quedado estancada la República Islámica. “Ellos ya no podrán señalar al Gobierno como culpable de lo que sucede, la responsabi­lidad caerá sobre ellos y tendrán que actuar”, dice el comentaris­ta local. Otros piensan que podrán pactar más fácilmente con EE.UU. El economista Said Laylaz asegura que, de llegar al poder, tendrán que hacer un pacto de convivenci­a con la sociedad que les dé margen de maniobra para actuar. “Pueden dar mayores libertades sociales y olvidarse de ciertas restriccio­nes para ganarse la confianza de la población”, dice.

Otros se plantean si este puede ser el principio del fin del gran poder político que han ostentado los clérigos, no siempre bien vistos por un sector de los Guardianes. La realidad es que cualquier escenario que se plantee es incierto. Mustafa Tayzadeh, político reformista, ha destacado desde hace años que los Guardianes no son una unidad, que hay muchas posiciones dentro de la organizaci­ón y que no se puede esperar que todos actúen de la misma manera. Esto queda demostrado en el abanico de posibles candidatos.

DECEPCIÓN CON ROHANI

La baja participac­ión prevista refuerza a los militares frente a los políticos moderados

DEL CLERO AL EJÉRCITO

Los Guardianes podrían dar libertades sociales para ganarse la confianza de la gente

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AFP Reunión, el pasado martes, entre el líder supremo iraní, Jamenei (derecha), y el presidente Rohani

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