Oro robado para bombas
Una mujer explica en el juicio del 17-A que en julio del 2017 le sustrajeron joyas que luego los terroristas vendieron en una tienda
El 12 de agosto del 2017, cinco días antes de los atentados de la Rambla y Cambrils, un chico entra en una tienda de compraventa de oro. Era muy joven, educado y hablaba perfectamente catalán. Llevaba oro, bastante, supuestamente de una herencia familiar y quería venderlo. Fue sencillo. Dio su DNI, se le abrió una ficha de cliente y en menos de media hora la transacción estaba hecha. Se había deshecho de cerca de 50 gramos de oro. Sabían lo que tenían que hacer. Unos días antes, otro joven había acudido pero sin el carnet. Pretendía presentar solo el de conducir y no se le aceptó. Estos detalles los ofrecieron ayer empleadas del establecimiento que declararon como testigos en el juicio por los atentados del 17-A.
Resultó que estos jóvenes pertenecían a la célula liderada por el imán de Ripoll y que días después perpetrarían la masacre en Barcelona y Cambrils. Uno de esos jóvenes era Mohamed Houli, de los pocos terroristas supervivientes y acusado en el juicio que se celebra en la Audiencia Nacional. Él no actuó el día 17 de agosto con el resto de miembros de la célula porque se encontraba hospitalizado después de que horas antes las bombas que habían elaborado estallaran en el chalet de Alcanar. La explosión, en la que murió en el acto el imán y líder de la célula terrorista, Abdelbaki es Satty, le dejó en estado grave.
En la sesión de ayer, las trabajadoras de la tienda que compraron el oro explicaron cómo sucedió. Reconocieron que había incongruencias en el relato del joven sobre la procedencia del oro, pero dio lo mismo, la venta se hizo igual. Cuando la Guardia Civil reconstruyó los pasos de los terroristas tras los atentados, descubrieron que parte del dinero con el que se financió la célula provenía de pequeños robos.
Tirando del hilo de la tienda del oro se dio con la real propietaria de las joyas, Josefina. El 14 de julio del 2017 le habían entrado en casa mientras trabajaba en su restaurante. Tras los atentados ella misma pudo comprobar que uno de los terroristas abatidos en Cambrils, Said Aalla, había trabajado en su local. Los investigadores comprobaron que efectivamente la célula estuvo detrás del robo para su venta posterior. Las joyas fueron localizadas, aunque Josefina, tres años después, sigue esperando que la Audiencia Nacional se las haga llegar. El presidente del tribunal le prometió que se le hará entrega lo antes posible.