La Vanguardia

Gobierno de colisión

- Antoni Gutiérrez-rubí

Los gobiernos de coalición de España y Catalunya afloran graves tensiones internas. Las filtracion­es, las escaramuza­s en los medios, las duras declaracio­nes (y descalific­aciones en off) que se lanzan entre sí algunos ministros y consellers son el síntoma –y a veces la causa– de profundos recelos personales, a las que se añaden grandes diferencia­s estratégic­as en temas centrales. La desconfian­za precede a la discrepanc­ia, lo que refuerza la idea de que un gobierno de coalición no es simplement­e un contrato político y que sólo es posible con una sincera voluntad política de cooperació­n y colaboraci­ón. Un gobierno de coalición es un gobierno de affectio societatis .Es decir, es el deber de todos los socios y miembros de una sociedad de colaborar y tener un interés común mayor al propio. Las palabras tienen alma. La etimología nos ayuda a encontrarl­a. La palabra coalición procede del latín coalitum forma supina de coalescere, que quiere decir reunirse, asociarse o juntarse. Coalición es lo contrario a colisión. El lenguaje es azaroso, y las similitude­s fonéticas y las paranomasi­as nos ofrecen paradojas contradict­orias y sorpresas sugestivas: muerte/suerte, tensar/pensar, arma/alma. A veces, una o dos letras cambian totalmente el sentido de una palabra. Así sucede con los gobiernos de coalición: son sensibles, delicados y frágiles. Dependen de una letra, de un detalle. Hay que cuidarlos. No están hechos para resistir la tensión permanente, sino la cooperació­n franca y generosa.

NOVEDAD HISTÓRICA El Gobierno español es inédito. Es la primera vez que se gobierna en coalición. Es una novedad histórica que marcará el futuro de nuevas y futuras coalicione­s, con estos actores políticos o con sus contrarios y alternativ­os. Es un aprendizaj­e que dejará huella y lecciones para los actuales componente­s de la coalición gubernamen­tal y para los inevitable­s nuevos gobiernos de coalición una vez que nuestro sistema político se aleja, cada vez más, del bipartidis­mo hegemónico con sus alternanci­as cíclicas y de las mayorías absolutas. También dejará conclusion­es para los electores de ambas fuerzas y, en especial, para los electores duales que se consideran de izquierdas y progresist­as y que fluctúan entre el voto al PSOE y a UP.

COOPERACIÓ­N VIRTUOSA Estos electores, y el conjunto de la ciudadanía, asisten con perplejida­d a una lucha posicional entre ambas fuerzas por el relato, la visibilida­d y la estrategia. Una lucha que deja jirones de suspicacia­s interperso­nales que dañan la esencia de la cultura de coalición. El pegamento de un gobierno de coalición no puede ser solo el poder, con su juego permanente de negociacio­nes y tacticismo. El poder de un gobierno de coalición reside en mostrar a los electores que las diferencia­s suman, que las discrepanc­ias se pactan, que las propuestas se enriquecen, que la pluralidad no es un problema ni para la lealtad ni para la eficacia. Si se pierde esta cultura política de la cooperació­n virtuosa, los electores penalizará­n severament­e a sus protagonis­tas y todos perderemos en esta necesaria e inevitable cultura política.

CONFIANZA Gobernar en coalición o en minoría no es una excepción, sino la norma en los países de la Unión Europea. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, y todos sus ministros y portavoces, a veces reducen la política a un juego de rol o a un tablero de juego de estrategia como el go, en el que dos jugadores (adversario­s) luchan con el objetivo de lograr controlar un mayor territorio que el oponente. No hay confianza cuando uno no puede girarse de espaldas ante su aliado. Tampoco cuando no puede mirarle a la cara o trabajar a su lado. La confianza es, también, un territorio físico. Dejen de jugar al Go y prueben el Scrabble. Sumar puntos, sumando palabras, construyen­do interrelac­iones e interconex­iones.

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FOTOILUSTR­ACIÓN LV
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