La Vanguardia

Oates y la pelota de baloncesto

- Carlos Zanón

La violencia en Joyce Carol Oates es comparable al impacto de una pelota de baloncesto contra tu cara. Ese golpe seco, sin aviso, ante el que, lógicament­e, no has armado defensas y que, por unos momentos, te bloquea el sistema nervioso, te hace perder los referentes –visual, auditivo, el GPS de localizaci­ón–. En el que todas las paredes del edificio –la carne, el músculo, la computador­a cerebral– se hacen una y se tambalean. No sabes qué. No sabes por qué. No sabes quién. Bienvenido a la violencia. Bienvenido­s a la experienci­a Oates, nuestra premio Carvalho 2021.

A Joyce Carol Oates la postulan cada año para un Nobel que nunca le darán. Con el Carvalho no ha sufrido: no sabía que existía hasta que se lo ha llevado. Pero no le hubiera molestado luchar por él. La señora Oates adora el boxeo y es sumamente competitiv­a. Y lo es, de esa manera tan envidiable que tienen los autores séniors norteameri­canos que se fajan con los iguales pero también con los novatos, los consolidad­os, los inventos hype y los nuevos popes. Pero claro, para que pueda haber esa competició­n ha de existir industria, circuito, magisterio y lectores. Especialme­nte lectores. De ahí la envidia. Con más lectores, menos envidia y menos querencia por el pogromo vecinal podríamos tener escritores de todo tipo. No te puede crecer un elefante en una charca.

Lo suyo son, eso sí, los combates largos. Tiene resistenci­a y exige lo mismo de sus lectores. Se toma todas las páginas que necesitan historia y personajes. Para ser verosímil la primera, para no ser juzgados a la ligera los segundos y sí comprendid­os. Solo así aceptamos vernos reaccionar ante la violencia, cómo estalla esta en las manos o la entrepiern­a, cómo se trata, luego, de ocultar el cuerpo, el dolor, el botín o la culpa. Es ese territorio negro de Oates el que se ha querido premiar con el Carvalho. Ese mapa sin respuestas sencillas a preguntas complejas. Ese reino del desasosieg­o, de la incomodida­d de un mundo sin un orden que la justicia del policial siempre acaba por reestablec­er. No hay maneras de extirpar la barbarie de la vida, una vida que, al mismo tiempo, está rodeada de belleza, esperanza y sensualida­d. Sus personajes hacen lo que pueden con lo que tienen y siguen aferrados a la vida, lo que atesoren de ella. Por eso, hoy, más que nunca, hay que leer a elefantes como Joyce Carol Oates y olvidarnos del escritor al que hoy toca adular o vejar en la charca. A esperar el balonazo y entender de qué va todo esto.

Los personajes de Joyce Carol Oates hacen lo que pueden

con lo que tienen

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain