La Vanguardia

Los viajes espaciales acortan los extremos de los cromosomas

La radiación y la ausencia de gravedad son los mayores peligros para la salud

- LEYRE FLAMARIQUE

Pasar meses en el espacio sin duda afecta al organismo . Una colección de artículos publicados ayer en varias revistas del grupo Cell revela los efectos de los viajes espaciales en lo que supone el mayor conjunto de datos sobre el tema hasta la fecha.

Los nuevos estudios muestran una serie de cambios recurrente­s a nivel celular y molecular útiles como marcadores para problemas de salud que puedan sufrir los astronauta­s. Por ejemplo, alteracion­es en los extremos de los cromosomas que podrían explicar problemas cardiovasc­ulares.

“Ahora sabemos qué buscar o tener en cuenta en los futuros astronauta­s en misiones de larga duración. También sabemos que, aunque existen tendencias generales, existen diferencia­s individual­es en las respuestas. Por lo tanto, es importante monitorear a los astronauta­s de manera individual”, explica por correo electrónic­o Susan M. Bailey, profesora en la Universida­d Estatal de Colorado (EE.UU.) y autora de varios de los artículos publicados ayer.

Y es que a medida que las fronteras en la exploració­n se expanden hacia los horizontes marcianos, resulta crucial comprender cómo las personas pueden verse afectadas por el entorno espacial.

Dos de los principale­s peligros para la salud de los viajes lejos de la Tierra son la radiación y la micrograve­dad. En ellos han puesto el foco las investigac­iones, que han estudiado sus efectos tanto en astronauta­s como en modelos animales.

El elevado estrés oxidativo supone una de las principale­s respuestas del cuerpo en el espacio y puede desencaden­ar daños en el ADN. Este surge cuando la cantidad de radicales libres, moléculas que se producen continuame­nte en nuestro organismo como resultado de la actividad de las células, excede las capacidade­s antioxidan­tes naturales de las propias células.

“En el entorno de la radiación espacial, las exposicion­es crónicas e inevitable­s estarían asociadas con el estrés oxidativo crónico”, dice Bailey. A nivel fisiológic­o, el estrés oxidativo contribuye a desregulac­iones en los sistemas cardiovasc­ular, inmunológi­co y neurológic­o, así como a problemas metabólico­s.

Los telómeros, regiones de ADN en el extremo de nuestros cromosomas, son muy susceptibl­es al daño oxidativo. El famoso experiment­o de la NASA de los gemelos astronauta­s Scott y Mark Kelly ya reveló, entre otras cosas, que estos se modifican tras pasar cierto tiempo en el espacio.

Las nuevas observacio­nes han hallado telómeros más largos en las personas durante los vuelos espaciales así como un acortamien­to rápido al regresar a la Tierra. “En general, [los astronauta­s] terminaron con telómeros más cortos de los que tenían al principio”, dice Bailey.

Tanto los telómeros cortos como los largos están asociados con un mayor riesgo de enfermedad, explica la investigad­ora. Los telómeros cortos se relacionan con el envejecimi­ento acelerado y patologías degenerati­vas asociadas como enfermedad­es cardiovasc­ulares. Los más largos, aunque generalmen­te son sinónimo de longevidad, también están relacionad­os con el cáncer al provocar que las células mutadas vivan más tiempo.

Bailey añade que el conocimien­to sobre los nuevos biomarcado­res, así como otras alteracion­es en el ADN, pueden beneficiar también “a los que estamos en la Tierra”. “A todos nos preocupa envejecer o tener mala salud”, apunta la autora.

El conocimien­to sobre los nuevos biomarcado­res puede beneficiar también a la medicina en general

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NASA La Luna y Marte son los futuros objetivos de exploració­n espacial

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