Las oenegés piden el veto a productos importados que causen deforestación
La creación de haciendas y granjas en detrimento de los bosques de los países en desarrollo tiene muchas veces como finalidad explotar tierras con cultivos destinadas al abastecimiento alimentario en los mercados europeos. Por eso, más de un millón de personas han reclamado a la Comisión Europea que promulgue una legislación para mantener fuera del mercado europeo los productos de consumo importados (alimentos, semillas para piensos, carne...) vinculados a la deforestación (en Brasil, Indonesia...) o la destrucción de ecosistemas.
Más de 140 organizaciones participan en esta campaña, que persigue visualizar de qué modo el consumo en Europa no es ajeno a la destrucción de los bosques o al daño ecológico en ecosistemas naturales. Organizaciones como WWF, Greenpeace, Seo/birdlife y el Instituto Jane Goodall apoyan esta iniciativa (Nocomaselbosque)
Según estas organizaciones, la UE es responsable de más del 10% de la destrucción de los bosques, que está impulsada por el consumo de productos básicos, como carne, lácteos, soja para la ganadería industrial (cerdos, pollos), aceite de palma, caucho, café y cacao. “En estos momentos, la ciudadanía no tiene manera de saber si sus compras han contribuido a la destrucción de la naturaleza, pero podemos cambiarlo”, señala Enrique Segovia, director de conservación de WWF España. “La CE debe aprobar un proyecto de ley que retire para siempre de los estantes de nuestros supermercados los productos cultivados arrasando bosque”.
Ana Carricondo, coordinadora de Conservación de Seo/birdlife, juzga “inaceptable” e “incongruente” que mientras la estrategia europea de biodiversidad se plantee proteger los bosques y aumentar un 30% la superficie protegida, “no se aplique ese mismo criterio a escala mundial, cuando la destrucción forestal se debe al consumo de productos procedentes de la tala de bosques externos a la UE”.
Miguel Ángel Soto, de Greenpeace España, apunta que “las cadenas de suministro agroalimentario y de transporte de la UE tienen un enorme impacto ambiental y social que se traslada más allá de las fronteras europeas”. Y añade: “Más del 40 % de las emisiones de gases de efecto invernadero de Brasil proceden de los cambios de uso del suelo, de la deforestación, principalmente. “Todas esas emisiones son también responsabilidad de nuestro consumo europeo”. Jane Goodall, fundadora del instituto que lleva su nombre, ha animado a la ciudadanía (“como consumidores, como trabajadores, votantes o como activistas”) a secundar la campaña.