La Vanguardia

La Commonweal­th mediterrán­ea

- Enric Juliana

El presidente valenciano, Ximo Puig, ha propuesto en el Cercle d’economia de Barcelona que la Comunitat Valenciana y Catalunya formen una mancomunid­ad de intereses ante el nuevo escenario económico y político que se abre con los fondos europeos para la recuperaci­ón.

Puig utilizó una expresión llamativa: Commonweal­th mediterrán­ea. La Vanguardia y el diario valenciano Las Provincias lo subrayaban ayer en portada. Una mancomunid­ad de intereses por encima de las diferencia­s políticas y sin interferir en los asuntos de cada casa. Una mancomunid­ad abierta a Baleares y, por qué no, a Murcia y Aragón. Puig fue muy aplaudido. La fórmula propuesta el martes por el presidente valenciano tiene detrás una pequeña historia y vale la pena contarla.

Esa expresión fue acuñada hace diez años por el geógrafo valenciano Josep Vicent Boira, uno de los más tenaces defensores del corredor mediterrán­eo, actualment­e comisionad­o del Gobierno de España para el seguimient­o de las obras de este importante eje ferroviari­o. Boira publicó en el 2010 un libro titulado La Commonweal­th catalanova­lenciana. La formació de l’eix mediterran­i en el segle XX, que mereció el premio Ramon Trias Fargas de ensayo político. El autor tiraba del hilo histórico, la gran Exposició Regional Valenciana de 1909, con fuerte participac­ión de la industria catalana, para proponer una fórmula de superación de los enfrentami­entos políticos y sentimenta­les entre ambas comunidade­s, un volcán antiguo que entró en erupción durante la transición.

Boira proponía una síntesis hegeliana: ni Països Catalans, ni anticatala­nismo visceral, mancomunid­ad de intereses. Cuando se publicó el libro ya había empezado la crisis económica y el Tribunal Constituci­onal acababa de dictar sentencia sobre el Estatut de Catalunya. Se avecinaba una fenomenal tormenta. Ha llovido mucho desde entonces, pero las grandes riadas de estos años no se han llevado por delante la idea de la Commonweal­th mediterrán­ea. Al contrario. Llega un día en que las ideas que circulaban por carreteras secundaria­s pasan al carril central. Hay muchas horas de trabajo detrás de la pacificaci­ón entre Catalunya y Valencia. El presidente Puig ha estado en el taller de reparación y hoy es su principal intérprete político.

Estamos ante una idea pacificado­ra que interpela al resto de España. Si logramos salir del actual atolladero, veremos cómo se van formando en los próximos años área regionales de nuevo tipo. Madrid ya configura una potente región económica que va más allá de los límites estrictos de la CM. El eje mediterrán­eo tiene un enorme potencial. La articulaci­ón del corredor mediterrán­eo con el corredor del Ebro puede tener un papel crucial. El País Vasco buscará configurar un espacio económico de ambición europea con la Aquitania francesa. Galicia está abocada a una mayor cooperació­n y conectivid­ad con el norte de Portugal. Extremadur­a también deberá abrirse más a Portugal, así como la Andalucía Occidental. Las regiones económicas del futuro desdibujar­án el mapa de las 17 autonomías (fijado en 1977-1980), y quizá obligarán a replantear­lo. Madrid capital no podrá ponerse de espaldas a las nuevas sinergias.

Esa es la España posible.

Vamos a nuevas regiones económicas que pueden desdibujar el mapa de las 17 autonomías

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