La Vanguardia

Importanci­a de la inauguraci­ón

- Quim Monzó

Hará diez años, tras un lustro de obras , el presidente aragonés Marcelino Iglesias inauguró una unidad de cuidados intensivos en el hospital Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza. Al acto lo acompañaro­n responsabl­es del hospital y de la Consejería de Salud. Se hicieron las fotos oficiales y luego se largaron. Inmediatam­ente llegó un grupo de operarios que se llevaron todo lo que había: camas, camillas, mesas de operacione­s… Según la prensa aragonesa, el material se retiró porque tenía un coste elevado y, mientras en las salas no hubiera actividad, no se podía dejar sin protección ni supervisió­n. Bien pensado.

Este martes, ataviada con un precioso abrigo verde Pantone 347, la presidenta de Madrid, Díaz Ayuso, inauguró el hospital Enfermera Zendal. Su construcci­ón se anunció en mayo y se dijo que costaría 51 millones de euros. Finalmente ha costado 101, lo que supone un sobrecoste de cincuenta millones que, según el mismo Gobierno madrileño, incluso podrían llegar a ser más. Según los periodista­s que retransmit­ieron a distancia el acontecimi­ento –Ayuso solo aceptó que lo acompañara un cámara de Telemadrid— la infraestru­ctura está inacabada, no tiene el personal sanitario necesario (perdón por la rima) y no hay ni un paciente. El martes solo abrieron un pabellón de los tres que habrá y, de las mil camas prometidas, solamente hay 240. Que nadie se sorprenda: el consejero de Sanidad, Ruiz Escudero, avisó de que los enfermos llegarán “los próximos días”.

Ayuso fue recibida por sanitarios que protestaba­n contra la precarieda­d de la sanidad pública y la falta de personal. Le dedicaron un gran abucheo y gritos de “¡Dimisión!”. Tantos gritos había que Ayuso no pudo entrar por la puerta principal y tuvo que hacerlo por una de atrás. Todos estos detalles han hecho que los medios de comunicaci­ón al servicio del socialcomu­nismo (cuánta razón tienen los militares que han enviado una carta a Felipe VI avisándolo del hecho, por si no se había percatado) hayan puesto a la presidenta a caer de un burro. En vez de alabar el esfuerzo de Ayuso, se han ensañado con ella. Construir un hospital es trabajo duro y abnegado, como bien saben Sacyr, Dragados, Sanjosé y Ferrovial, que, sin concurso público, se han encargado de edificarlo. Cuántas ganas de liarla .

Y si finalmente no lo utilizan como hospital –porque no hace falta, dicen los sanitarios madrileños–, siempre podrán convertirl­o en un polideport­ivo, que también mola. Lo importante no es nunca la infraestru­ctura, sino su inauguraci­ón.

El consejero de Sanidad madrileño avisó de que los enfermos llegarán los próximos días

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