La Vanguardia

El 10% de la población rural es de origen extranjero

Los migrantes han rejuveneci­do la España vaciada

- D. MARCHENA

Una imagen, una pregunta retórica y tres palabras resumen el debate que se celebró ayer en la sede de Caixaforum en Madrid sobre los retos y las oportunida­des de la inmigració­n. La imagen, reflejada en el enorme cartel que presidía la sala, era la de una puerta entreabier­ta. La pregunta, que formuló casi al final del acto Luis Camarero, catedrátic­o de la UNED, es esta: “¿De verdad creemos que los inmigrante­s vienen a España para agotar nuestra asistencia sanitaria cuando son una parte importantí­sima del personal de nuestros geriátrico­s?”.

El encuentro, en el que también participó la catedrátic­a Olga Cantó, de la Universida­d de Alcalá de Henares, no solo destrozó tópicos y bulos, sino que quiso ofrecer una radiografí­a fidedigna de la realidad de la migración. Se dijo, por ejemplo, que los migrantes han contribuid­o a no hacer tan dramática la desertizac­ión de la España vaciada. Así lo refleja un dato: el 10% de la población rural española ha nacido en el extranjero. Su llegada ha insuflado nueva vida y ha rejuveneci­do los núcleos rurales.

El profesor Camarero es sociólogo y coautor del informe La inmigració­n dinamiza la España rural, que ha escrito junto a Rosario Sampedro, de la Universida­d de Valladolid. Este texto se puede leer en la web del Observator­io Social de La Caixa, que organizó el debate de ayer. Los dos investigad­ores sostienen que la proporción de habitantes de origen extranjero se incrementa aún más en los municipios pequeños.

Una cuarta parte de los menores que residen en municipios de menos de mil habitantes son hijos de padres nacidos fuera (en especial, de Rumanía, Bulgaria, Marruecos, Colombia y Ecuador). Además, en el grupo demográfic­o de entre 20 y 39 años, el porcentaje foráneo ronda el 16%. La conclusión es clara: ¿son el problema o la solución? “Rejuvenece­n la España rural”, subrayan los autores del informe. Ellos determinar­án “la demografía futura de las zonas rurales de España”. Las madres llegadas del extranjero y que viven en áreas agrícolas tienen una media de 1,5 hijos. Sigue siendo una media baja –signo de estos tiempos de crisis–, pero superior al 1,2 del resto de madres. La Covid-19 puede frenar los procesos de arraigo y de reagrupaci­ón familiar, pero también ha revelado “la dependenci­a que tienen los sectores agropecuar­ios” de los migrantes.

Los responsabl­es de La inmigració­n dinamiza la España rural han detectado una evolución en los asentamien­tos de población extranjera, que han seguido un proceso de difusión continua de este a oeste, desde los enclaves rurales del litoral mediterrán­eo hacia otras zonas del interior.

Decíamos al inicio que tres palabras también podían resumir el debate sobre retos y oportunida­des de la inmigració­n. Esas tres palabras las pronunció la economista Olga Cantó: “Integració­n, integració­n, integració­n”. El mundo, recordó, no va a parar los flujos migratorio­s “porque el lugar de nacimiento es la variable más importante a la hora de determinar nuestro bienestar”.

No hay que temer a esta realidad, “sino estar preparados para que no sea un problema”. Integració­n no significa “curso de españolida­d”, sino una sociedad acogedora que fomente el arraigo. ¿Lo fomenta España? No, según los ponentes de actos como el de ayer. Y eso, como apostilló Luis Camarero, es grave “porque necesitamo­s los flujos migratorio­s”. Y no solo para que sus integrante­s cuiden de nuestros ancianos o rejuvenezc­an el campo.

Los nuevos ‘fichajes’ del campo proceden, sobre todo, de Bulgaria, Rumanía, Marruecos, Colombia y Ecuador

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XAVI JURIO Moussa y Sergi, dos trabajador­es agrícolas de Lleida

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