La Vanguardia

Los libertinos de Albert Serra toman Temporada Alta

La videoinsta­lación ‘Personalie­n’ convierte al público en voyeur

- JUSTO BARRANCO

Nació como una obra de teatro –para la Volksbühne de Berlín– y acabó siendo una película, Liberté . Y en medio se transformó en una gran videoinsta­lación que convierte al público en voyeur y que ya se vio en el Reina Sofía de Madrid y de viernes a domingo toma el festival Temporada Alta en la Factoria Cultural Coma Cros de Salt. El autor es el cineasta Albert Serra (Banyoles, 1975), y su título, Personalie­n: una experienci­a inmersiva en un gran espacio a oscuras iluminado por dos pantallas enfrentada­s. En ellas, un bosque nocturno en el que libertinos del XVIII practican cruising –encuentros sexuales en espacios públicos– en una propuesta que aborda la pugna entre deseo y moral.

Se trata, explica, de “una instalació­n que provoca la sensación casi física de estar en medio de la acción: las pantallas te envuelven y a la vez te dan a entender que te estás perdiendo cosas, abandonado, porque están tan alejadas que no lo puedes ver todo a la vez”. Como en el cruising, afirma, “hay proposicio­nes, intentos de seducción, aproximaci­ón entre cuerpos, incertidum­bre de no poder controlar lo que está pasando... la idea sensual e intelectua­lmente enriqueced­ora de no poderlo captar todo”.

El creador explica que se trata de “unos libertinos franceses expulsados de la corte de Luis XVI por su puritanism­o, perdidos en un bosque sin saber adónde exportar sus ideales de libertinaj­e llevados a las últimas consecuenc­ias”. Con las ideas de Sade en el aire, “discuten, se relacionan y se ven formas de expresión del deseo no censurado, generoso, igualitari­o”, añade Serra, que habla de un “espacio de extraña libertad, utópico, sin ricos ni pobres, guapos ni feos, hombres ni mujeres, con fricciones que serían vistas hoy como violentas, porque aunque sea un tabú, el deseo se puede asociar a una forma oscura que no es la forma supertoler­ante del deseo presente en los medios”.

Serra recordaba ayer que cuando se estrenó la obra en la Volksbühne no se entendió, “incluso apareció una crítica que se pretendía negativa y que me sugirió mucho: ‘Dos horas y media de actores abandonado­s en el escenario’. Era un gran elogio, la sensación que buscaba”. La instalació­n conserva esa idea en una “utopía no basada tanto en el egoísmo personal, reflexiona­ndo sobre yo, mis derechos y lo que aspiro, sino que el área de cruising es más los otros, abandonars­e al deseo de los otros indiscrimi­nadamente. Una puerta de entrada a posibles soluciones al problema eterno de la incomunica­ción de los cuerpos que hoy pasa por momentos de dificultad, hay recelo frente a los cuerpos que se comunican de forma espontánea”. Y remata: “Que la gente vaya y disfrute, porque si no disfrutan con esta ya... No falla”.

Serra propone una experienci­a inmersiva sobre el deseo con pantallas que muestran ‘cruising’ en un bosque

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T.A. Una imagen de la instalació­n Personalie­n de Albert Serra en la Factoria Cultural Coma Cros de Salt

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