La Vanguardia

Florentino y sus entrenador­es

- Joaquín Luna

Diecisiete años en la presidenci­a y once entrenador­es. Santiago Bernabeu estuvo treinta y cinco (de 1943 a 1978) y contrató a doce. No hay color.

A veces, tonterías, uno trata de imaginarse un diálogo entre Bernabeu y Pérez. Nada socrático, cuatro pijadas de sobremesa.

–¿Y a ti por qué te gusta tanto despedir a los entrenador­es?

–Don Santiago, no es cosa mía, son los tiempos.

No me consta que alguien haya escrito una suerte de Vidas paralelas sobre los dos presidente­s más decisivos en la historia del Real Madrid. ¿Están en las antípodas? ¿Se caerían bien? ¿Son comparable­s?

El tiempo ha mejorado la figura de Santiago Bernabeu por la sencilla razón de que no metió mano en la caja, honradez encomiable teniendo en cuenta la opacidad de los clubs durante el franquismo. De Florentino Pérez es pronto para biografías.

Hay algo que les asemeja. La comodidad alcanzada con un único entrenador. Los dos tuvieron su “empleado del mes” y del año, el tipo de entrenador que les dejaba mandar a sus anchas.

Zinédine Zidane es el Miguel Muñoz de Florentino Pérez. ¿Quién era el tal M.M.? Un buen centrocamp­ista que ganó las tres primeras Copas de Europa sudando la camiseta blanca, entrenó una temporada al filial (el Plus Ultra) y ya ocupó el banquillo entre 1959 y 1974, con dos Copas de Europa. “Me echaron porque me tenían muy visto”, dijo. Normal.

Sólo otro futbolista del Real Madrid ha ganado el título europeo más preciado como jugador y entrenador blanco. Exacto: Zidane.

De nuevo, la suerte de Zinédine

Zidane se ha convertido en el Miguel Muñoz del siglo XXI, el entrenador ideal para presidente­s con autoridad

Zidane pende de un resultado. Si gana la semana próxima al Borussia lo más probable es que el Real Madrid termine incluso primero de su grupo. ¿Hay acaso algún equipo tan capaz de jugar al fútbol bien un partido y naufragar al siguiente?

Zidane es un tipo muy tranquilo al que no le alteran unas ruedas de prensa bastante más exigentes que las que debió afrontar Muñoz, también famoso por su flema y la capacidad de aparentar siempre que todo va bien en el vestuario.

Los “empleados” así no sólo no suelen dar problemas sino que se cuidan muy bien en evitarlos. Conocen la casa y eso explica lo secundario de su escasa experienci­a previa como entrenador­es. Y, sobre todo, algo, por cierto, muy madrileño, saben quien manda.

Como Muñoz y Bernabeu, Zidane ha sido, es y será un “hombre de la casa”. Tan pronto puede estar de patitas en la calle la semana próxima como entrenando al Real Madrid años y años. A saber.

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