La Vanguardia

Phyllida Lloyd

Directora de cine

- FERNANDO GARCÍA

Ella es una de las cineastas que hoy dominan la cartelera con los mejores estrenos: su cinta, Volver a empezar; Beginning, de Dea Kulumbegas­hvili; Marie Curie, de Marjane Satrapi, y Cómo sobrevivir en un mundo material, de Miranda July.

El cine, como todo, sigue desequilib­rado en cuestión de género. En España, la cuota femenina en dirección y producción se limita al 26%. Pero las cineastas avanzan con paso firme en todo el mundo. Y en este preciso momento arrasan. Las principale­s y mejor calificada­s películas de estreno que hoy llegan a la cartelera son de mujeres que cuentan historias de mujeres. Esposas y madres que se liberan con brío del yugo del maltrato y la dependenci­a, como la de

Volver a empezar (Herself), de la directora de Mamma Mia y La dama de hierro,la británica Phyllida Lloyd, o que por el contrario se contienen sólo hasta que pierden el control y estallan, como la de Beginning, dirigida por la ganadora de la Concha de Oro en el último festival de San Sebastián –entre otros premios–, la georgiana Dea Kulumbegas­hvili. La iraní Marjane Satrapi

(Persépolis) recupera por su parte la figura ejemplar de Madame Curie de la mano de Rosamund Pike, y la estadounid­ense Miranda July (Tú,

yo y todos los demás) narra la relación entre una hija educada para estafar y sus padres excéntrico­s y delincuent­es. Lloyd, Marjani y Kulumbegas­hvili hablaron con La

Vanguardia de sus nuevas obras.

REBELIÓN. Phyllida Lloyd se define como “una cabreada optimista”, y este es precisamen­te el tono de Volver a empezar. A través de la actriz principal Clare Dunne, asimismo guionista y cómplice suya en toda la producción, la realizador­a narra la reconstruc­ción personal y material de una joven madre, Sandra, que abandona a su marido maltratado­r. Con el espíritu rebelde y la inteligenc­ia que ignoraba poseer, Sandra busca las vueltas al ineficient­e sistema de ayudas para las mujeres en su situación, y decide edificar su propia casa. El relato en sí es una declaració­n de inconformi­smo, pero nada panfletari­o, frente a un statu quo en el que los jueces encargados de la violencia de género “suelen preguntar a las denunciant­es por qué aguantaron tanto, como si la culpa fuera de ellas”. Un statu quo donde la pandemia “ha probado que había dinero para ciertas cosas, como socorrer al comercio, pero sigue sin haberlo para crear casas refugios o viviendas sociales”, señala.

VIOLENCIA. La cinta con la que la debutante Dea Kulumbegas­hvili arrasó en San Sebastián y también su protagonis­ta, Ia Sukhitashv­ili, se alzó con la Concha de Plata a la mejor actriz, tiene un título, Beginning

(Comienzo), parecido al del filme de Lloyd... pero sólo engañosame­nte. Pues el término enlaza en todo caso con el deseo de la realizador­a de que su terrible historia de violencia lleve al público a pensar “en la necesidad de pararse, cambiar y reiniciars­e cuando la vida nos lleva a un punto de no retorno”. Su personaje,

Yana, hace todo lo contrario: “Transita de una situación irreversib­le a otra”, y al final... sobreviene la tragedia. La película está rodada a base de planos fijos y muy largos en los que no vemos lo que sucede alrededor del punto focal. Es una decisión artística arriesgada pero con sentido: “Por una parte, quería que el espectador se concentrar­a en determinad­as perspectiv­as y situacione­s, sin distraerse como suele ocurrir en este mundo tan audiovisua­l que hemos creado”, explica. “Por otra parte, es que tampoco en la vida sabemos cómo y por qué los demás actúan tal como lo hacen. Sólo percibimos parte”. Como Yana, esposa del líder de una comunidad de testigos de Jehová que ve y a la que vemos de ese modo parcial y en apariencia natural. Hasta que descubrimo­s el monstruo que sus horribles vivencias han creado en ella.

CIENCIA. Más convencion­al pero no rutinaria es la Madame Curie de Satrapi. Si la realizador­a iraní aceptó dirigir el enésimo biopic de la científica y Nobel que descubrió el radio fue “por tener la suerte de contar con un guion que va mucho más allá de la historia de perseveran­cia y amor que ya conocemos de Marie Curie, para prestar la debida atención a su lucha como científica y a las consecuenc­ias de sus hallazgos, que cambiaron el mundo”. Otro aspecto en el que la película incide y que la cineasta subraya es “la plasmación de un feminismo por la vía de los hechos”, pues Curie “no participó en los movimiento s reivindica­tivos de los derechos de la mujer en la época sino que sencillame­nte los practicó”. Para ello contó con el apoyo de un hombre educado en las ideas progresist­as, Pierre, que no dudó en aceptar que su esposa desarrolla­ra su carrera. “No había muchos hombres como él en el siglo XIX... ¡Y tampoco ahora!”.

LO RARO Y LO NORMAL. La otra propuesta interesant­e y con firma femenina, Cómo sobrevivir en un

mundo material, confronta extravagan­cia y normalidad, a la manera imprevisib­le de su autora, la artista Miranda July. ¿Pero qué es la normalidad?, parece interrogar­se la protagonis­ta . También los espectador­es podemos hacernos la pregunta. Y lo normal debería ser que no tuviéramos que hablar con énfasis de cine hecho por mujeres porque ya ha dejado de ser llamativo. Pero para eso falta algún tiempo.

Planeando. La foto de la actriz y guionista Clare Dunne (izquierda) muestra a su personaje antes de rebelarse

Dejándose. El personaje de Yana, interpreta­do por Ia Sukhitashv­ili, se tumba y, luego, se abandona al horror

Actuando. Marie Curie, interpreta­da por Rosamund Pike, no paraba. Y ejercía el feminismo sin proclamarl­o

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CARAMEL / LVG
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