La Vanguardia

De Rambouille­t al coronaviru­s

El difunto Valéry Giscard d’estaing inició la gestión global de la crisis de un modelo económico que aún se tambalea

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

En el castillo de Rambouille­t, a 50 kilómetros al sudoeste de París, se conserva una mesa tal como estaba dispuesta en noviembre de 1975, cuando Valéry Giscard d’estaing era el anfitrión. Los visitantes pueden leer la carta del menú, incluidos los selectos vinos y el champán degustados. Las tarjetas con el nombre de los comensales delatan el paso del tiempo. Todos han muerto excepto Henry Kissinger, que era el secretario de Estado del presidente estadounid­ense Gerald Ford. Al Reino Unido lo representa­ba Harold Wilson. A Italia, Aldo Moro, asesinado tres años después por las Brigadas Rojas.

La cita en el château fue la primera cumbre de países industrial­izados. Entonces se llamó G-6 porque Canadá aún no se había incorporad­o al club. La idea partió de Giscard d’estaing y del canciller alemán, el socialdemó­crata Helmut Schmidt. Ambos formaron un fructífero tándem. El mundo vivía todavía las consecuenc­ias del shock petrolero de 1973, cuando los países árabes decidieron usar el precio del crudo como arma política en el conflicto con Israel. En París y Bonn (entonces capital de la República Federal de Alemania, pues faltaban 14 años para la caída del muro de Berlín) entendiero­n que había que coordinar las políticas económicas para salir todos a flote.

Giscard d’estaing, fallecido anteayer en su residencia cerca de Tours, a los 94 años, accedió a la presidenci­a de Francia, en mayo de 1974, en un momento de transición y en plena crisis. Su misión era reformar el país tras el largo periodo de gobierno de De Gaulle y su prórroga con Pompidou. Habían quedado atrás les Trente Glorieuses, esos casi tres decenios de fuerte crecimient­o y pleno empleo tras la II Guerra Mundial. En el terreno social, el joven presidente, pese a proceder de la derecha, supo conectar con los anhelos de la población y abanderó reformas de calado como la legalizaci­ón del aborto y del divorcio por mutuo acuerdo, bajó la mayoría de edad a 18 años y creó una secretaría de Estado para promover a las mujeres. En el ámbito económico, los resultados fueron menos tangibles.

Algunos analistas piensan que, con el shock petrolero de 1973 –y con el posterior de 1979– se entró en una dinámica de crisis estructura­l de los países capitalist­as que, en cierta manera, todavía no ha terminado. Más tarde la respuesta fueron las recetas ultraliber­ales de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Después llegaron los cracs bursátiles, las crisis financiera­s como la del 2008 y la actual recesión como consecuenc­ia del coronaviru­s.

Unos países han sufrido las convulsion­es más que otros. Hoy como ayer. Francia ya se adaptó peor que Alemania en los años setenta del siglo pasado. La economía al otro lado del Rin, gestionada por Schmidt al frente de una coalición socialdemó­crata liberal muy eficiente y con un sistema de consenso en las empresas, se mostró más robusta, dinámica y competitiv­a.

Giscard d’estaing comprendió que Francia tenía que ir de la mano de Alemania y, como consecuenc­ia, se produjo una aceleració­n de la construcci­ón europea. Había razones económicas, pero también históricas y geopolític­as. El presidente francés y el canciller alemán impulsaron el Sistema Monetario Europeo, embrión del futuro euro. El socialista François Mitterrand y el democristi­ano Helmut Kohl darían continuida­d a esta política. A continuaci­ón les tocaría el turno a Jacques Chirac y Gerhard Schröder, a François Hollande y Angela

Hoy vuelve a ocupar el Elíseo un hombre joven, europeísta y reformador, en pleno seísmo económico

Merkel, a esta última y Emmanuel Macron.

La casualidad ha querido que Giscard d’estaing falleciera como consecuenc­ia de la Covid-19, otro gran terremoto en la economía planetaria, peor que los shocks petroleros. En el Elíseo vuelve a haber un presidente joven y centrista, con voluntad reformador­a y mucha fe en la construcci­ón europea y en el multilater­alismo. Giscard d’estaing no logró ser reelegido para un segundo mandato. Emmanuel Macron, que anoche le rindió homenaje en una alocución televisada, lo intentará en mayo del 2022.

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STAFF / AFP Giscard y Schmidt, en la cumbre del Consejo Europeo en Bruselas, 1978

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