La Vanguardia

Frankenste­in con tornillos de acero

- Enric Juliana

Joaquim Torra debería regalar al Museu d’història de Catalunya la pluma estilográf­ica con la que firmó el pasado 3 de septiembre el cese de Àngels Chacón como consejera de Empresa del Govern de la Generalita­t. Ese decreto ha contribuid­o poderosame­nte a la aprobación de los presupuest­os generales del Estado del 2021, con la consiguien­te estabiliza­ción del actual Gobierno de España. El firmante quizá no era muy consciente del alcance de su decisión –todo acto de humillació­n suele tener consecuenc­ias–, pero el desconocim­iento de los engranajes reales de la política no es eximente. Torra ha entrado en la historia de España por la puerta menos pensada.

Es interesant­e volverlo explicar: la expulsión de Chacón humilló al PDECAT y le empujó a emancipars­e en el debate presupuest­ario, como primer paso para una candidatur­a propia en las elecciones catalanas. Sus cuatro diputados en el Congreso son hoy su principal capital. Ese pequeño movimiento alertó tácticamen­te a los socialista­s y ayudó a ERC a salir de la zona de incertidum­bre, cuando vio que el mercado pactista se animaba. (Como hemos visto estos últimos días, Esquerra ha hecho todo lo posible para dejar al pequeño PDECAT en un segundo plano de la foto final).

Pedro Sánchez había enviado dos expedicion­es en busca de los presupuest­os. La primera buscaba el voto de Ciudadanos y la resignada aceptación de Unidas Podemos, ante el posible bloqueo de la mayoría de la investidur­a del pasado mes de enero, por el factor catalán. Se daba por descontado el británico pragmatism­o del PNV. Esta primera expedición, huelga decirlo, contaba con muy buenos patrocinad­ores en Madrid y evidentes simpatías en Bruselas.

La segunda expedición tenía que recoser la mayoría de enero con la aguja de Bildu ante la indetermin­ación de Esquerra Republican­a. Gabriel Rufián deseaba pactar pero no estaba seguro de convencer a su partido, muy sensible a las batallas emocionale­s que día y noche se libran en Catalunya. Sánchez dejó que Pablo Iglesias encabezara la segunda expedición y albergaba la esperanza de unificar las dos cordadas cuando se aproximase­n a la cima. ¿Qué asustó a Ciudadanos? La proximidad de las elecciones catalanas, cita en la que PP y Vox también van a librar un agónico combate. Ahí se juega el futuro de la derecha en España.

Si la primera expedición anulaba la segunda, la legislatur­a cambiaba de signo. Si todos los independen­tistas pasaban a la oposición, Sánchez quedaba en manos de Inés Arrimadas, con UP colgada de la brocha. Se podía llegar a pensar en un gobierno en solitario del PSOE para el resto de la legislatur­a. Recomposic­ión del cuadro, con Sánchez en salmuera. Se entiende el enfado de Felipe González al comprobar que la operación fracasaba.

Iglesias logró recoser enero con la ayuda del coronaviru­s. A medida que la epidemia empeoraba en Catalunya, ERC sentía mayor necesidad de aparecer como partido de gestión. El grito de Ortega a los argentinos en 1916: “¡A las cosas, a las cosas!”. Con el PDECAT a bordo, al final han sumado 188 votos, dos más que la mayoría absoluta de Mariano Rajoy (2011-2015). Una mayoría fuerte que será valorada en Bruselas. Frankenste­in con tornillos de acero.

Una mayoría de 188 escaños en los presupuest­os de España es una noticia de peso en Bruselas

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