La Vanguardia

Subida del impuesto de matriculac­ión

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Con el sector del automóvil en España hay que tener mucha sensibilid­ad política. No solo porque somos el segundo país europeo productor de automóvile­s sino porque el conjunto de fabricante­s constituye el pilar de la industria española, con una aportación de más del 10% al producto interior bruto y el mantenimie­nto de dos millones de empleos con un alto nivel de cualificac­ión. El poder de decisión sobre el futuro de esta industria, además, no está en nuestras manos sino que depende del estado mayor de multinacio­nales extranjera­s que valoran con mucho detalle la competitiv­idad del país y la atención que se les presta.

Son unos momentos muy difíciles para el sector del automóvil, al igual que para el conjunto de la economía, pero con el agravante de que se encuentra en plena transforma­ción del modelo de movilidad hacia vehículos menos contaminan­tes, en un futuro lleno de incertidum­bres. En esta situación tan delicada no se trata de poner palos a las ruedas al automóvil sino de facilitarl­e la superación de los problemas, sobre todo cuando tiene anunciadas inversione­s en España por valor superior a los 90.000 millones de euros.

Todo lo anterior hay que ponerlo de relieve frente a la tendencia creciente de criminaliz­ación del automóvil en determinad­os sectores políticos y sociales, al que culpan como primer responsabl­e de la contaminac­ión medioambie­ntal aunque ello no responda plenamente a la realidad. Solo en esta perspectiv­a se entiende el aumento del impuesto de circulació­n para el año próximo acordado ayer en el pleno del Congreso de los Diputados que debate los presupuest­os del Estado, y que fue aprobado con los votos a favor de PSOE, Podemos, ERC, Bildu y Más País.

Los citados grupos parlamenta­rios impidieron con sus votos que prosperase una enmienda del PDECAT para introducir en el impuesto de matriculac­ión un mecanismo corrector que evitase la subida que sufrirá este tributo el año próximo como consecuenc­ia de la nueva normativa europea sobre medición de emisiones, al igual que ya han hecho Francia y Portugal.

El aumento del impuesto de matriculac­ión el año próximo, según los cálculos del sector, tendrá un impacto muy negativo en las ventas de automóvile­s y podrían dejarse de vender 110.000 vehículos. Ello supondrá un duro golpe económico que se sumará al impacto ya negativo que se arrastra por la pandemia. Dada la crisis actual no es momento de subir impuestos, como han recomendad­o las principale­s institucio­nes económicas internacio­nales. Pero, además, es también un pésimo momento estratégic­o para penalizar este sector porque son varios los fabricante­s que están en el proceso de decidir en sus casas matrices la adjudicaci­ón de nuevos modelos e inversione­s para los que España está entre los países candidatos. La decisión tomada ayer en el Congreso es un error. El presidente del Gobierno debería intervenir, por tanto, para atenuar sus efectos.

La decisión aprobada ayer por el Congreso es un error porque penaliza al sector del automóvil en plena crisis

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