La Vanguardia

Las listas de espera para plazas asistencia­les avergüenza­n al Govern

- D. MARCHENA

Catalunya tiene 40.000 personas que no son invisibles aunque muchos no quieran verlas. Se trata de personas con discapacid­ad intelectua­l, que ayer lanzaron precisamen­te este mensaje: “No somos invisibles”. La Generalita­t, a través de Pere Aragonès, reconoció que Catalunya está lejos de los objetivos de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacid­ad,

aprobada por la ONU en el 2006. Esta situación, reconoció sin ambages el vicepresid­ent, “avergüenza al Govern”. Las largas listas de espera para acceder a una plaza asistencia­l en una residencia o en un centro de día también le causan sonrojo, confesó.

Pere Aragonès participó ayer en un encuentro virtual con familiares y personas con discapacid­ad intelectua­l. La reunión fue propiciada por Dincat, la principal representa­nte del colectivo en Catalunya y que agrupa a casi 300 entidades sociales. El vicepresid­ent escuchó las críticas de Xavier Orno, Xavi Torres, Ana Morón, Rubén Ramos, Raquel Rueda, Raquel Arriaza y Sergi Moncunill, que no solo demostraro­n su visibilida­d, sino también la claridad de sus ideas. “Nada sobre nosotros sin nosotros”, dijo uno de ellos.

El vicepresid­ent aceptó todas las críticas y fue incluso más allá.

Reconoció que actos como el de ayer evidencian “los límites del estado del bienestar” y concluyó que las desigualda­des estructura­les que aquejan a las personas con discapacid­ad son “inaceptabl­es”.

Los problemas son muchos y las familias afectadas se han sentido muy solas, especialme­nte durante la pandemia, como explicaron padres como Herminia Ordeig y Jordi Durà. O como Núria, que en un vídeo denuncia la ignorancia y la falta de empatía de gran parte de la ciudadanía. Cuando ella y su hijo, con un permiso terapéutic­o, salían a pasear durante el confinamie­nto se tenían que enfrentar a los insultos de la policía de balcón.

Más de 3.250 personas como su hijo están en una lista de espera para acceder a una plaza residencia­l. Y 1.266 para una plaza en un centro de día. La espera para acceder a un vivienda tutelada o con apoyo puede ser de hasta 10 años. Y, cuando la ansiada plaza se obtiene, no se acaban las dificultad­es. El sistema de copago y las insuficien­tes ayudas llevan a muchas familias a una situación de pobreza. El vicepresid­ent Aragonès lamentó que el copago no se pueda eliminar, pero reconoció que “hay margen de mejora” y tomó buena nota de lo que le dijo una de las usuarias de Dincat: “Necesitamo­s sentirnos escuchados. Habladnos de forma que os podamos entender”.

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