La Vanguardia

La oposición venezolana se prepara para una Casa Blanca moderada

El pragmatism­o será más útil ante Washington tras las elecciones de mañana

- ANDY ROBINSON

Los dos halcones de la oposición venezolana Antonio Ledezma y María Corina Machado defendiero­n ayer junto a José María Aznar la decisión de gran parte de la oposición venezolana de boicotear las elecciones parlamenta­rias de mañana en Venezuela. “Las elecciones del 6 de noviembre serán la madre de todos los fraudes”, dijo Ledezma, exalcalde de Caracas ahora afincado en Madrid, en una videoconfe­rencia organizada por el think tank conservado­r madrileño Nueva Economía Fórum.

Machado, hablando desde Caracas, fue más allá y calificó las elecciones de “operación peligrosa (...) del terrorismo y del crimen organizado internacio­nal en (...) alianza con el socialismo”, que ya amenaza la democracia en países como Argentina, Chile e incluso España.

Ledezma y Corina Machado, junto con Leopoldo López y Julio Borges, eran los autores de la operación de cambio de régimen protagoniz­ada por Juan Guaidó en enero del año pasado en colaboraci­ón con los halcones neoconserv­adores de la administra­ción Trump. Según explicó entonces el Wall Street Journal, los cuatro lideres considerab­an que “fue el momento para golpear rápido y que esperar al consenso sería inútil”.

Año y medio después, tras la derrota de Trump y la consolidac­ión en el poder de Maduro, el discurso radical de Ledezma, Corina Machado y la oposición más radical de Caracas ya parece pertenecer a una época que se cierra. Según varias fuentes consultada­s en Washington, el equipo de política exterior de Joe Biden es plenamente consciente de que ha fracasado la llamada política estadounid­ense de máxima presión a Venezuela para forzar un rápido “cambio de régimen”. Aunque no se espera una ruptura total con la política de Trump, “Biden tendrá una agenda más amplia que no se limite a sacar a Maduro del poder (...) apoyará a la UE y los esfuerzos por lograr una resolución negociada de la crisis”, dijo Peter Hakim, de Interameri­can Dialogue de Washington, un think tank próximo a los demócratas.

Por eso, un buen resultado para el segmento de la oposición que participa en las elecciones del domingo puede crear nuevos interlocut­ores para Washington. Y, pese a la falta de garantías democrátic­as en el proceso electoral y al llamamient­o a la abstención de la oposición de Guaidó, Ledezma y Corina Machado, hay indicios de que la oposición puede sacar un resultado mejor de lo que se espera .

Esto se debe, mucho más que a la popularida­d de los candidatos opositores, al rechazo ya generaliza­do tanto a Guaidó como a Maduro. Para no perder protagonis­mo, Guaidó ha convocado una consulta paralela el próximo 12 de noviembre. Según una encuesta de Meganalisi­s, el 81% de los venezolano­s quiere que Maduro y el chavismo dejen el poder, pero el 89% cree que Guaidó es más un estorbo que una solución. El 65% dijo que no votaría en las elecciones y el 82% que no participar­á en la consulta de Guaidó.

La decisión de Guaidó y la llamada oposición del 4G –integrado por cuatro partidos– de boicotear los comicios se cuestionan en Venezuela. “La oposición decidió regalarle la Asamblea Nacional al Gobierno al no participar”, dijo Keymer Avila, sociólogo de la Universida­d Central de Venezuela en Caracas y uno de las críticos más tenaces de la represión política del Gobierno Maduro. Guaidó y el 4G “quedaron entrampado­s con Trump”, dice Ávila, que denuncia también la falta de garantías democrátic­as en las elecciones para que estas sean limpias.

El veterano opositor Henrique Capriles criticó el boicot, así como Stalin González, excolabora­dor de Guaidó, aunque ambos se retiraron de las elecciones tras la falta de un acuerdo sobre el proceso electoral así como la decisión la UE de no respaldarl­as.

Asimismo, pese a la decisión europea y estadounid­ense de apoyar el boicot, hay señales de que importante­s países –empezando por Europa– ya creen que se deberá replantear el pleno reconocimi­ento de Guaidó una vez que este pierda el control de la Asamblea después de las elecciones.

El Gobierno de Maduro y el proguberna­mental Tribunal Supremo han usado una batería de medidas para cerrar las puertas a la oposición, desde forzar cambios por vía jurídica en las cúpulas de los partidos opositores hasta mantener un consejo electoral afín a sus objetivos. Pero una parte importante de la oposición de la derecha y, de forma significat­iva, de la izquierda también han decidido participar. “La estrategia de boicot electoral es desastrosa; desmoraliz­a al elector”, dijo en una entrevista el economista Francisco Rodríguez, que asesoró al opositor Henry Falcón en las ultimas elecciones presidenci­ales .

Rodríguez reconoce que “en el caso improbable de que la oposición lograse una mayoría, probableme­nte el Gobierno intervendr­ía para que no la tenga”. Pese a esto, defiende la participac­ión como parte de la labor de la oposición. Pese a la ausencia de los principale­s partidos de la oposición, “el resultado va a ser mucho más peleado de lo que parece”, dice Rodríguez. La popularida­d de Maduro se sitúa ya por debajo del 15% y hasta amplios segmentos del chavismo ya rechazan el Gobierno.

En caso de que la oposición antiboicot saque un buen resultado –superior al 30% de los escaños que garantizar­ía que pueda bloquear legislació­n que necesite el apoyo de dos tercios de la Asamblea–, líderes como Javier Betucci, Henri Falcón o Claudio Fermín podrían sustituir a Guaidó, y el 4G sin interlocut­ores en la era post Trump.

El equipo de política exterior de Biden sabe que la línea de máxima presión sobre Maduro ha fracasado

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MANAURE QUINTERO / REUTERS Nicolás Maduro Guerra, hijo del presidente venezolano y candidato, durante un mitin en La Guaira el pasado miércoles

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