La Vanguardia

Barcelona, capital mundial de la alimentaci­ón sostenible

- Ada Colau

La emergencia sanitaria y la crisis económica actual han dejado al descubiert­o algunas de las vulnerabil­idades a las que nos enfrentamo­s. Hay un clima de incertidum­bre sobre el futuro que puede generar angustia entre la ciudadanía. Pero la crisis también ha puesto de manifiesto la importanci­a de reforzar nuestros servicios públicos e invertir en un sistema de cuidados que no deje nadie atrás, especialme­nte a nuestros niños y personas mayores. Décadas de recortes en los servicios sociales y en el sistema de salud pública han deteriorad­o uno de los pilares fundamenta­les del Estado de bienestar, y la pandemia nos ha cogido sin las camas, el personal y los recursos suficiente­s para hacer frente con condicione­s.

Pero esta crisis también pone de relieve la importanci­a de prestar más atención a algunos elementos no resueltos, como la alimentaci­ón. El sistema alimentari­o actual genera hasta un 37% de las emisiones de efecto invernader­o, provoca deforestac­ión y pérdida de biodiversi­dad. Y este es un elemento clave, ya que para cuidar la salud de las personas es imprescind­ible cuidar la salud de la naturaleza en su conjunto. Comer es una acción indispensa­ble para la reproducci­ón de la vida. Todos comemos. Y en una crisis económica todavía es más importante asegurar que todos tenemos cada día un plato caliente en la mesa. En los últimos meses las necesidade­s alimentari­as de las familias han crecido de manera preocupant­e. Los servicios sociales del Ayuntamien­to han incrementa­do un 190% las entregas de comidas diarias y han concedido 12.000 becas comedor más para cubrir necesidade­s alimentari­as. Pero se trata de garantizar, además, que todo el mundo tenga acceso a una dieta saludable. En Barcelona uno de cada diez niños entre 3 y 4 años sufre obesidad infantil y el 14% de la población metropolit­ana no se podía pagar una dieta sana antes de la pandemia.

Quizás sería un buen momento para recuperar lo que sabiamente nos enseñaron nuestras abuelas: a no malgastar, a comer sano, con productos frescos y de temporada. A ser consciente­s de lo que cuesta hacer crecer cada fruto, poner en valor toda la cadena de producción y saber de dónde vienen las cosas que comemos en casa.

El próximo año Barcelona se convertirá en Capital Mundial de la Alimentaci­ón Sostenible, una gran oportunida­d que tenemos que aprovechar: nos posiciona como referente internacio­nal en un tema primordial como la alimentaci­ón sostenible, y nos permite afrontar el reto de avanzar para generar espacios más integrados, sostenible­s y autosufici­entes. Pero sobre todo es una oportunida­d para dar un salto adelante en políticas alimentari­as y emprender una serie de acciones que mejoren la vida de nuestros ciudadanos, así como la salud de los ecosistema­s y del planeta.

Tenemos una red de mercados municipale­s de primera categoría, un parque agrario en el delta de Llobregat que es un tesoro, un campesinad­o receptivo y con ganas de reconectar el campo y la ciudad en el marco de un sistema agroalimen­tario más justo y sostenible, una ciudadanía con ganas de colaborar, unas escuelas dispuestas a trabajar en el proyecto y un sector de la restauraci­ón potente y con ganas de innovar. Si vamos muy juntos, podemos convertir la capitalida­d en un revulsivo que nos ayude a comer sano y al mismo tiempo en una oportunida­d para crear empleo y dinamizar una economía más sostenible encaminada a hacer de nuestra región metropolit­ana una región más segura y resiliente en el futuro.

Es una oportunida­d para emprender acciones que mejoren la vida de nuestros ciudadanos y la salud del planeta

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