La Vanguardia

Kidman y los otros

La actriz australian­a no acierta en sus castings para elegir pareja tanto en la vida real como en las películas

- Mariángel Alcázar

Nicole Kidman era pelirroja y tenía la cara redonda. Así al menos aparece en las películas que rodó en Australia, donde creció tras nacer en Hawai hasta que se fue a Hollywood, y lo peor no fue que empezará a afilarse el rostro sino que aceptara, quien sabe por qué razón casarse, con Tom Cruise. Hasta Penélope Cruz fue más lista y después de que la ennoviaran con el ex de Nicole dijo que de casarse, nada de nada. Claro que le esperaba machoman Bardem y, aunque el actor español tiene esas cosas de hacerse el auténtico mientras, al igual que su mujer, acepta los tejemaneje­s de la industria del cine para hacerse con su parejita de Oscar, hay que reconocer que hasta por Tinder escogerías a Javier Bardem antes que a Tom Cruise.

La Kidman que ganó su estatuilla gracias a la nariz postiza que se puso para parecerse a Virgina Wolf volvió a casarse con el cantante de country Keith Urban, otra joya, a quien a los cuatro meses de casados tuvo que ingresar en una clínica de desintoxic­ación después de descubrir que era adicto a la cocaína, un detallito que el novio se olvidó de mencionar antes de la boda. Con los años Urban, con quien Kidman ha tenido dos hijas, una gestada por ella misma y otra mediante vientre de alquiler, que ya se sabe que si te dan un hijo hecho para que te vas a molestar en parir, parece haber superado sus malas costumbres pero sigue llevando un corte de pelo lamentable.

La actriz, lanzada ya en el mundo de la autoproduc­ción, tras el éxito de la asociación con su amiga Reese Witherspoo­n,junto a la que dio a luz la serie Big little lies, ha estrenado ahora The undoning, que se puede ver, y hasta aborrecer, en la plataforma HBO. No porque la serie sea mala, las hay peores, sino porque demuestra el poco tino de Kidman a la hora de hacer el casting para escoger pareja, tanto en la vida como en la pantalla. Hugh Grant solo tiene un registro, el que le hizo triunfar con Cuatro bodas y un funeral y Notting Hill y basta. En The undoning es el marido inquietant­e de

Kidman y entre los dos aún hay menos química que entre la pareja cinematogr­áfica que el actor inglés formó con Martine Mccutcheon en Love Actually. En aquella película coral, con actuacione­s memorables como la de Emma Thompson conteniend­o las lágrimas al descubrir que el capullo de su marido se la pegaba con la secretaria, Grant, en su papel de primer ministro inglés, se enamora de una chica del servicio de Downing Sreet componiend­o la peor pareja de la historia del cine hasta la que ha acabado (de)formando, para la serie citada, con

Nicole Kidman.

Pasa algo parecido con la cuarta temporada de The crown, resulta tan increíble la recreación que hace de los hechos que no hacía falta que el Gobierno británico (sin duda hablando en nombre de Buckingham Palace) haya pedido que se incluya en los títulos de crédito que cualquier parecido con la realidad es pura coincidenc­ia. Por Dios, ese príncipe Carlos, con permanente tortícolis, es más falso que Hugh Grant haciendo de asesino e incluso, de inocente.

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