La Vanguardia

¿Qué gran filósofo que marcó el mundo educativo abandonó a sus hijos?

- JUSTO BARRANCO

El gran filósofo y padre del empirismo moderno David Hume, que fue su amigo y lo acogió en su huida antes de que se volviera paranoico y pensara que también él estaba conchabado contra sus ideas y su persona, escribió: “Toda su vida no ha hecho nada más que sentir y su sensibilid­ad ha alcanzado cimas como no he visto en ningún otro; eso le da un sentimient­o más agudo del sufrimient­o que del placer. Es como un hombre al que se hubiera desnudado no solo de sus vestimenta­s sino de su piel”. Un hombre que acabó enemistado con casi todo el mundo: con la iglesia católica, que condena algunos de sus textos; con Ginebra, su ciudad natal, de cuya ciudadanía abdicaría después de que enviaran a la hoguera su Emilio, un tratado trascenden­tal para la evolución de la educación europea y global y que incluso crea una nueva idea de maternidad al pedir que las madres amamanten a sus retoños para reforzar el vínculo y no nodrizas; con el encicloped­ista D’alembert, al que le dedicó una polémica e inflamada carta paradójica­mente por haber escrito en la Encyclopéd­ie que la república de Ginebra tenía un bajo nivel cultural y moral debido a la falta de un teatro estable; y por supuesto con Voltaire, quien tras muchos desencuent­ros ideológico­s fue el encargado de revelar anónimamen­te que había abandonado a sus hijos. Y no uno sino cinco, en los Enfants-trouvés, la asistencia pública parisina de la época, un orfanato.

Por supuesto, el gran filósofo autodidact­a que consiguió marcar el mundo educativo después de abandonar a sus vástagos fue Jean-jacques Rousseau (1712-78), uno de los faros de la Ilustració­n a partir de obras como el Discurso sobre el origen de la desigualda­d entre los hombres, El contrato social oel Emilio o de la educación. Obras en las que plantea que el hombre en el estado de naturaleza es bueno y que es la sociedad la que lo corrompe, en las que crea el concepto de voluntad popular frente al derecho divino de los monarcas, realiza una crítica a la propiedad – “el primero que, cercando un terreno, afirmó “esto es mío”, y encontró en frente gente suficiente­mente simple como para creerle, fue el fundador de la sociedad civil”– y traza las fases de la educación de los niños, impulsando sus interaccio­nes con el mundo para desarrolla­r los sentidos y hacer inferencia­s de lo que ve. Claro que la educación de las niñas la orienta a ser las esposas de Emilio.

Abrió el camino a la Revolución Francesa, que le metería en el Panteón, al Romanticis­mo, con su retrato de los sentimient­os y la naturaleza, su voluntad general marcará a Kant y hay quien le acusará de haber influido en los totalitari­smos por venir. Pero en cualquier caso también reconoció en sus Confesione­s que había abandonado los cinco hijos tenidos con la costurera Marie-thérèse Le Vasseur entre 1747 y 1751. Afirmará después que no tenía los medios para mantener una familia y, también, que haber permitido la educación por la familia de su mujer habría sido nefasto.

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