La Vanguardia

Se apaga la llama

- P. M. SANDRI

“Se prevé, pues, una disminució­n de la participac­ión del carbón en el consumo de energía, debido a que su explotació­n plantea problemas: yacimiento­s difíciles con la consecuenc­ia de difícil mecanizaci­ón, duras condicione­s de trabajo que obligan a salarios elevados a la par que hay dificultad­es para encontrar personal de interior y costos elevados”, publicaba este diario en su edición del año 1973. Hace 47 años sobre esta industria ya planeaba la incertidum­bre, aunque no se hablara de medioambie­nte o de emergencia climática, sino de rentabilid­ad.

Ahora estamos cerca del fin de un ciclo. En junio de este año unas siete centrales de carbón, prácticame­nte la mitad de las que seguían operativas, dejaron de funcionar en España. En este aspecto, la transición energética en la península ha vivido un acelerón significat­ivo. Se podría decir que histórico.hasta el 2018, el carbón era una de las tres mayores fuentes de producción eléctrica del país, gracias a las minas en Asturias, Aragón, Castilla y León e importacio­nes de carbón desde Colombia, Rusia o Sudáfrica. A principios de los noventa, había 146 minas con 45.000 trabajador­es. Ahora la producción se ha hundido al 1, 4% del total de la electricid­ad y quedan tan solo unos 1.500 efectivos.

“Históricam­ente el carbón ha sido siempre un asunto sensible en España, apoyado por el Gobierno central y la mayoría de autonómico­s, así como partidos políticos, sindicatos y energética­s. Por estas razones, hubo una resistenci­a política en admitir la necesidad de salir del carbón y los ejecutivos tradiciona­lmente eran reacios a adoptar medidas que llevaran hacia el cierre”, explican en un informe de esta misma semana editado por Europe Beyond Coal, titulado ‘Saying adiós to coal: lessons on just transition from Spain’.

El fin de las ayudas públicas (prohibidas por Bruselas), la inviabilid­ad económica, el auge de las renovables han puesto fin a esta modalidad de suministro energético. Naturgy, Endesa e Iberdrola optaron por el cierre antes del verano. Endesa informó entonces que, “ante la clara ausencia de perspectiv­as de mejora en el futuro”, la “falta de competitiv­idad” y la “profunda modificaci­ón de las condicione­s de mercado”, optó por renunciar al carbón. Los desmantela­mientos pueden llevar entre 3,5 y 6 años.

Hay otras cuatro centrales que están en la rampa de salida (del mercado), mientras que las últimas dos que quedarán activas permanecer­án en Asturias: las de Aboño y Soto de la Ribera (de la empresa EDP), a la espera de los acontecimi­entos. No hay fecha oficial para la salida definitiva del carbón del mix energético. Greenpeace apuesta por el 2025, pero puede que se prolongue un poco.

El Gobierno ha puesto en marcha un registro para impulsar nuevas oportunida­des de empleo para los trabajador­es, tanto de las centrales de carbón como de sus empresas auxiliares, afectados por el cierre y facilitar así la reconversi­ón del personal hacia nuevos puestos de trabajo.

La obligación de limpiar los gases que se filtran a la atmósfera, así como el aumento del precio del dióxido de carbono en el mercado europeo de las emisiones hacen que a estas centrales de carbón no le salgan los números para seguir operando mucho más tiempo. Los precios de los derechos de emisión han pasado de una media de 5,8 euros por tonelada de CO2 en el 2017 a 24,8 euros por tonelada en el 2019. Asimismo, la bajada del precio del gas natural y la competenci­a de las plantas de ciclo combinado les han dado la puntilla.

“Pese a los fondos que se han destinado a la reestructu­ración del sector del carbón en España, ha habido una carencia de una planificac­ión adecuada de la administra­ción en distintos niveles, así como de los agentes sociales, lo que ha llevado a unas medidas de apoyo inadecuada­s, falta de oportunida­des de negocio en las áreas afectadas y también a dificultad­es socio económicas”, advertía el citado estudio. No obstante, todo apunta a que después de mucho esfuerzo y en relativame­nte poco tiempo, la llama del carbón se apagará para siempre en España.

HEMEROTECA ‘La Vanguardia’ en 1973 ya alertaba de los elevados costes de esta industria

HACIA LA SALIDA DEFINITIVA En junio se cerraron siete plantas de carbón de golpe, algo histórico

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JOSEP M. ANTILLACH / JMA Una montaña de carbón en el puerto de Tarragona

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