La Vanguardia

Nostalgia de la estrella de Navidad

La política no descansará en Navidad. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han decidido medir fuerzas y el discurso del Rey genera expectació­n. A partir del lunes habrá una interesant­e conjunción astral.

- Enric Juliana

Hoy vamos a dejar la coyuntura un poco de lado para hablar de la estrella de Navidad. La coyuntura siempre nos atrapa. Cuesta alejarse de ella y tomar un respiro. Hace quince días que se aprobaron los presupuest­os en el Congreso y ya parece que hayan transcurri­do tres meses. Las cuentas del 2021 aún no han sido ratificada­s por el Senado y los dos partidos gobernante­s ya vuelven a medir fuerzas, si es que alguna vez han dejado de hacerlo. Pedro Sánchez ha permitido que Pablo Iglesias anotase unos vistosos tantos porque estaba en juego la estabilida­d de la legislatur­a. Una vez amarrado el presupuest­o, el presidente inicia el contraataq­ue para dejar claro que Iglesias no es el que más manda en el Gobierno. Sánchez pretende reafirmar su autoridad, más allá de la sala del Consejo de Ministros. Vienen semanas de baloncesto yugoslavo. Quería escribir de la estrella de Navidad, pero la coyuntura atrapa, caray si atrapa.

Sánchez no suele ceder cuando sale a la ofensiva e Iglesias llamó ayer a la movilizaci­ón social si no se cumplen algunos puntos del programa pactado. Habrá tema para la semana de Navidad, además del discurso del Rey. La política en España se fabrica hoy en el interior de la coalición de Gobierno, con sus acuerdos y sus desacuerdo­s, con amplias mayorías en el Parlamento y con broncas todos los viernes en la comisión delegada de Asuntos Económicos. La oposición se halla en estos momentos en una órbita excéntrica, puesto que la principal preocupaci­ón del Partido Popular es evitar que Vox les supere en las elecciones catalanas. Las tensiones en el Gobierno también tienen que ver con la cita del 14 de febrero. En Moncloa estan estudiando la sociología electoral catalana y creen que el PSC puede obtener un buen resultado, quizá decisivo. Van a jugar fuerte. El Partido Socialista quiere reafirmar su centralida­d en el año de las vacunas. Con la aprobación del presupuest­os comienza una nueva fase.

La coyuntura atrapa, pero mi propósito era escribir sobre la estrella de Navidad, prácticame­nte desapareci­da de las grandes ornamentac­iones navideñas. La estrella de Belén ha fascinado a los niños durante siglos. Recortar la estrella en papel de plata evitando que la cola se rompiese era una tarea heroica. Construir la estrella de Navidad pegando arena en un pedazo de cartón, para después pintarla con purpurina, era curso de ingreso en la artesanía.

La estrella que señala una dirección fue uno de los signos que el economista Joan Sardà Dexeus dibujó en el Plan de Estabiliza­ción de 1959. La estrella tecnocráti­ca indicaba a los capitales extranjero­s que podía resultarle­s rentable invertir en el desarrollo de un país con un ejército industrial disciplina­do por la dictadura y con muchas ganas de salir de las miserias de la postguerra. La estrella española surcaba los cielos invernales de Suecia y prometía un verano luminoso en la Costa Brava. La estrella del trabajo industrial guió el éxodo de más de tres millones de campesinos españoles hacia Barcelona, Madrid y Bilbao; también hacia Alemania, Suiza y otros países europeos. El mundo se dirigía a alguna parte.

Las luces en movimiento significab­an progreso. Florecían las tiendas de muebles y de lámparas. Los municipios empezaban a gastar dinero en unos monumental­es ornamentos navideños, en los que nunca faltaba la estrella de Belén. Los neones de los anuncios comerciale­s eran cada vez más vistosos. Los flashes de los fotógrafos invitaban al cotilleo. Parpadeaba­n los primeros focos psicodélic­os de las discotecas y los faros de los seisciento­s iluminaban el camino hacia un modesto confort. Luces en movimiento. La lejana estela de los primeros Sputnik, que los presos de Burgos intentaban escrutar en el firmamento durante las noches de insomnio en el penal más duro del franquismo. En los años sesenta, la estrella de Belén resumía la Navidad. El cineasta Berlanga lo captó y filmó Plácido: la estrella con cola también marcaría el rumbo de una incipiente crítica social a bordo del carromato conducido por Cassen.

La estrella de Navidad ha desapareci­do de las decoracion­es navideñas, al menos en las grandes ciudades. La novedad de este año en Madrid es la kilométric­a

Las iluminacio­nes navideñas empiezan a ser una prolongaci­ón de las campañas electorale­s

bandera española que recorre el paseo de Recoletos desde Colón a Cibeles. La plaza de Colón se ha convertido en una obsesiva bandera española. Cuando un signo nacional se exagera, la nación se debilita. Quizá lo que ocurre es que las iluminacio­nes navideñas se están emancipand­o del comercio para convertirs­e en prolongaci­ón de las campañas electorale­s. La plaza Sant Jaume de Barcelona se ha vuelto este año existencia­lista. Cuando Catalunya está exhausta en Barcelona se publica la novela Nada. Pasó en 1945 y puede que esté ocurriendo ahora. El Ayuntamien­to ha decorado su fachada con signos comunales: gente que se abraza y que se protege. El Palau de la Generalita­t está a la espera de novedades. Ayer tuvo lugar un acto electoral en uno de sus salones.

La estrella de Navidad se ha eclipsado, precisamen­te este año. A partir del lunes será visible en el firmamento la conjunción entre Júpiter y Saturno, acontecimi­ento astronómic­o que se produce cada ochociento­s años y que es conocido como la “estrella de Belén”.

Que vuelva la estrella de Navidad, aunque sea con la patrocinio de los laboratori­os Pfizer, Moderna, Astrazenec­a Johnson & Johnson y Sanofi.

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. Madrid ha decorado el paseo de Recoletos con una gran bandera española
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XAVI JURIO Este año la austeridad preside la plaza de Sant Jaume de Barcelona
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