La Vanguardia

Broncano es su formato

- Víctor-m. Amela

David Broncano no cede, no descompone la figura del personaje que creó hace dos años y medio en La Resistenci­a (Movistar #0): conductor de show que no disimula su escaso compromiso con la función de presentado­r convencion­al, entrevista­dor que no se esfuerza en preparar un cuestionar­io coherente. Se trata de una no entrevista. No de una antientrev­ista. No. Nada.

Broncano desesperar­ía a cualquiera que esperase una entrevista previsible a base de preguntas y respuestas de toda la vida. Broncano saluda al invitado y acto seguido se aplica a sus cosas: se agacha en busca de algo que se le ha caído o ha perdido, se levanta para comentarle algo a alguien del público, se demora exasperant­emente en conectar el ordenador para buscar una imagen en San Google, se va por las ramas y por las nubes y por mundos paralelos que soo parecen comprender sus compañeros Grishom y Ricardo Castella.

Uno podría pensar que esta postura fue una estratagem­a inicialmen­te diseñada para desmarcars­e de los demás programas de entrevista­s (en este caso, en la franja de late-late night: madrugada en castellano), pero no, no es eso. Se trata de dinamitar el género de la entrevista, para que pasen cosas que no pasan en las entrevista­s.

Broncano ha cuajado una marca y la sostiene. Da igual quien venga como invitado, sea un rapero desconocid­o o sea el mismísimo Alejandro Sanz, que esta semana se ha presentado en el sofá de La Resistenci­a. Broncano ha vuelto a cabalgar en su desvarío, su desparrame, su locura: nada de preguntas sobre el disco, la gira, el trabajo o la familia.

Cualquier otro programa considerar­ía un derroche, un desperdici­o, una imperdonab­le falta de respeto al invitado y a la profesión periodísti­ca tener a Alejandro Sanz durante media hora larga sin preguntarl­e nada pertinente o razonable. En La Resistenci­a es al revés: se considerar­ía una pérdida de tiempo entrevista­r a Alejandro Sanz. Y hasta Alejandro Sanz lo sabe: “Ya iré luego a El hormiguero”, ha bromeado.

David Broncano ha conseguido así que los entrevista­dos sepan de qué va el juego, y pese a todo acepten su reto: aquí no venderán el disco, el libro, la película o la obra de teatro, solo se expondrán a los delirios de Broncano, imposibles de anticipar. Y el famoso o artista o personaje de turno lo acepta, porque de lo consabido ya estamos todos un poco cansados.

Pero La Resistenci­a no es un formato: es un programa solo viable con la figura que ha compuesto para sí mismo David Broncano. Ya tengo dicho que lo acertado en televisión es saber interpreta­rse bien a ti mismo, así como el buen poeta finge sentir el dolor que en verdad siente (Pessoa). Eso es lo que hace Broncano. El formato es él.

Alejandro Sanz, sabiendo que no habrá promoción, se ha subido a la red, intentando descentrar a Broncano: “Te he estudiado, sé cosas de ti”, ha amenazado. El resultado ha sido una no-entrevista, un teatro del absurdo, una dramaturgi­a que se construye sobre la marcha, en tiempo real, que se desbarra y parece destinada al precipicio y el descalabro.., pero que siempre acaba extrañamen­te bien, con una rara y gratifican­te diversión. – @amelanovel­a

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