“Los consumidores somos cómplices de los delitos en el océano”
Ian Urbina, periodista, publica ‘Océanos sin ley’
Los océanos, las últimas fronteras de la Tierra. Por este vasto territorio que ocupa 2/3 partes del planeta viajó el periodista de The New York Times
Ian Urbina durante 40 meses. 40.000 kilómetros, 85 vuelos, 40 ciudades y más de 12.000 millas repartidas por cinco océanos y otros 20 mares investigando a ladrones de barcos, entrevistando a mercenarios o siguiendo a ecologistas, balleneros, abortistas, marinos abandonados, polizones… Historias que han quedado recogidas en
Océanos sin Ley (Capitán Swing).
¿Son los océanos el nuevo Salvaje Oeste?
Todos los abusos se derivan de un problema fundamental, que es la falta de gobernanza en el mar, especialmente en alta mar. Con una complicidad tácita de los que vivimos en tierra. El 90% de los productos que consumimos viajan por vía marítima.
Usted narra la persecución de un pesquero furtivo 110 días por todo el planeta hasta cazar al Thunder, el más peligroso de los
Seis Bandidos y con siete españoles entre su tripulación…
Fue el juego del gato y el ratón a través de más de 11.550 millas náuticas, tres océanos y dos mares que llevó al Sea Shepherd a una carrera de obstáculos implacable. Mientras tanto, en España, la persecución de Vidal Armadores, la empresa que muchos sospechaban que estaba vinculada al Thunder, fracasó. El Tribunal Supremo dictaminó que debido a que la pesca ilegal se había producido en aguas internacionales, el gobierno no tenía jurisdicción. Pero un caso civil separado presentado por el ejecutivo español contra Florindo González Corral, el hombre que dirigía la empresa panameña del
Thunder, sí tuvo éxito y los tribunales le multaron con 10 millones de dólares.
¿Es imposible poner freno a esta impunidad en los mares?
Es difícil preocuparse por cosas que no sabemos que existen. Sin embargo, es mucho menos desmoralizante si miramos las batallas individuales y tratamos de abordarlas una por una. Crear zonas del océano que están fuera del alcance de la pesca u otra actividad industrial, intensificar las inspecciones portuarias de los barcos a nivel mundial, disminuir nuestra demanda general de combustibles fósiles al cambiar a fuentes alternativas de energía renovable, presionando para que las empresas se alejen de los plásticos de un solo uso y pongan fin a los subsidios que están ayudando a poner demasiados barcos pesqueros en las aguas: estos son ejemplos de batallas que se pueden ganar.
Dice que los océanos son una “cárcel gigante sin barrotes”.
Para algunos, el mar es una escapatoria. Para otros, una prisión. Esto es especialmente cierto para los miles de marinos que son abandonados cada año en barcos averiados.
Un tema del que se acostumbra a hablar muy poco es de la cantidad de residuos que lanzan al mar los cruceros. ¿Nos gusta vivir engañados?
Durante siglos, la humanidad ha visto el océano como un infinito, capaz de absorber y metabolizar todo. Petróleo, aguas residuales, cadáveres, efluvios químicos, basura, artefactos militares e incluso plataformas petrolíferas...
Habla de las armerías flotantes, muchos de sus protagonistas parecen Rambo.
Durante el tiempo que pasé allí sentí algo parecido a estar rodeado de muchos Rambo. Estas armerías, en parte depósito de almacenamiento y parte barracón, en áreas de alto riesgo en aguas internacionales, albergan cientos de rifles de asalto, armas pequeñas y municiones. Todo es parte de una industria de seguridad marítima de 20.000 millones de dólares que surgió por el repunte de la piratería somalí en el 2008.
¿Acabará la piratería (en todas sus formas) en el mar?
Las leyes deberían fortalecerse, pero el mayor desafío es garantizar que tengan mecanismos de cumplimiento. Los consumidores también somos hipócritas y cómplices de muchos de estos delitos, ya que nos beneficiamos a sabiendas de sus costos.
“La humanidad ha visto el océano como un infinito capaz de metabolizar todo”