Erri De Luca
Escritor
Imposible es el título del nuevo libro de Erri De Luca, donde reflexiona sobre el espíritu revolucionario del siglo XX. Él mismo reconoce que “soy un habitante del siglo XX, una etapa muy desgarradora para quienes la han vivido”. /
Operario antes que escritor, Erri De Luca (Nápoles, 1950), conductor de camiones, incluso de convoyes humanitarios en la guerra de la antigua Yugoslavia, ha puesto la directa y ahora publica nuevo libro, y ya son sesenta. Se trata de Imposible (Seix Barral / Bromera), la historia de un alpinista que ha sido detenido por la muerte de un antiguo compañero revolucionario en la repisa del Bandiarac, en los Alpes, cerca de Cortina d’ampezzo. ¿Es un accidente o es un asesinato? Erri De Luca narra esta historia del pasado a través de reflexiones sobre el espíritu revolucionario del siglo XX y la naturaleza humana, mediante un diálogo casi socrático entre el detenido y el fiscal, alternado con las cartas de amor que el alpinista escribe a su pareja cuando está en la celda. De Luca responde las preguntas de La Vanguardia desde la campiña italiana.
Un hombre se cae de la repisa del Bandiarac y muere.
Esta es la premisa que da pie al interrogatorio. Un alpinista es interrogado porque se encontraba en el mismo lugar en que ha habido la caída. Aunque él ha dado el aviso, el fiscal lo trata como un homicidio.
¿Cómo surge la idea del libro?
Viene de fuera, porque no soy ningún productor de ideas. Soy una especie de contenedor y cualquier idea que me llega, si se halla cómoda, se queda un rato. En este caso, estaba subiendo una montaña y me vino el recuerdo de aquella travesía del Bandiarac, que tiene un paso muy peligroso, y nació la historia.
Salen unas constantes de su obra: la lucha política, la cárcel y la montaña. ¿Hace literatura de su vida?
Tomo las historias de lo que he vivido, en lugar de devanarme las meninges. No soy bueno inventando, y uso las vivencias y la gente que he conocido. Soy un habitante del siglo XX, una etapa muy desgarradora para los que la han vivido.
Usted ha estado en la cárcel.
En el siglo XX, la gran historia es la que más ha pesado en la pequeña historia, en la historia de las personas, separando a las familias y las comunidades. Y por todo ello también ha sido un siglo muy literario. La verdadera historia de este siglo se encuentra en la narrativa, no en los libros de historia, porque ha sido una historia colectiva que solo puede ser explicada por los interesados directos.
Quiere decir la gente corriente, no los de arriba.
Sí, porque los libros de historia no cuentan la historia de verdad. El gran archivo histórico del siglo XX es el cine, porque explica la historia de las personas. El principal historiador del siglo XX creo que es Charles Chaplin.
¿Por qué Chaplin?
Porque él cuenta lo que ha sucedido como hombre del siglo XX:
Tiempos modernos, Candilejas, El gran dictador... Con las historias que nos explican los personajes en el cine y la literatura tenemos la historia del siglo XX.
En el libro habla del bien común de la lucha, no del bien individual.
Pero no es un ensayo. En el interrogatorio el fiscal tiene una curiosidad intelectual. Es joven y solo conoce la lucha revolucionaria desde el punto de vista judicial: las sentencias y las condenas; pero desconoce cuáles eran las motivaciones de aquellos jóvenes, lo que los empujaba a luchar. Por eso el interrogatorio a veces se convierte en un diálogo.
¿Se encontró con un fiscal sí cuando lo interrogaban?
No, nunca. Eso no pasa nunca, pero en esta historia sí. Hay una diferencia de edad y de competencia: la historia pasa en la montaña y el fiscal no la conoce.
¿Le habría gustado tener una conversación de este nivel?
No, no tuve necesidad de establecer un diálogo con el fiscal. Lo he sentido en esta historia, porque me ha permitido darle un relieve al interrogador, una persona que tiene una curiosidad y un interés. Al fiscal me lo he inventado, pero no al antiguo revolucionario, porque he conocido muchos.
Y entre interrogatorio e interrogatorio, el detenido escribe cartas de amor.
Me ha gustado hacerlo para explicar el trasfondo de los sentimientos y de la vida del acusado, lo que queda bajo la superficie del interrogatorio.
Dice que las montañas no son fronteras, sino lugares de paso.
Es así, son un gran sistema de comunicaciones, que no se puede controlar entre un territorio y el otro. No puedes poner muros ni vallas.
Y el alpinista también afirma que escalar una montaña es inútil, pero que lo inútil es bello.
Lo inútil es bello, claro. En la montaña, nuestra presencia es insignificante. El espacio inmenso es maravilloso, pero también peligroso, porque es un territorio hostil, no es accesible. Si fuera así, ya la habríamos colonizado.
Como el alpinista, usted también era un revolucionario y estuvo en la cárcel, no fue a la universidad... A sus 70 años, ¿ha querido dar una mirada a su vida a través del personaje?
Mi vida no coincide exactamente con la del personaje. Yo participaba en un movimiento contestatario público: teníamos una sede, un sueldo, nos manifestábamos. Mientras que el protagonista de esta historia formaba parte de una organización clandestina, que desarrollaba sus tareas revolucionarias solo a través de las acciones armadas, secretas.
Hace dos años apoyó a los presos catalanes. ¿Cómo ve la situación en Catalunya y España hoy?
Hoy aún hay personas en la cárcel por sus convicciones, no han hecho ninguna insubordinación material. Creo que en Europa no se puede consentir la detención de ciudadanos por sus convicciones. Es una cuestión de libertad de expresión, de libertad de palabra. Y en estos momentos, esta palabra sigue encarcelada.
EL SIGLO XX
“La verdadera historia está en la narrativa, no en los libros de historia, es una historia colectiva”
LAS MONTAÑAS
“Son un gran sistema de comunicaciones, que no se puede controlar ni poner vallas”