La Vanguardia

Vladímir Putin

Presidente de Rusia

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

El relevo en la Casa Blanca difícilmen­te llevará a una rebaja de la tensión diplomátic­a con Rusia. Los ataques cibernétic­os de la semana pasada contra EE.UU. anticipan una “guerra de hielo” entre los dos países.

Todavía no se ha producido el cambio de poderes en Estados Unidos, pero en Rusia ya se cree que las relaciones entre ambos países (ya de por sí muy deteriorad­as o “inexistent­es”, como ha dicho recienteme­nte el presidente ruso, Vladímir Putin) seguirán empeorando. A este paso, la llamada “nueva guerra fría” puede convertirs­e en un nombre obsoleto y llegar a una “guerra de hielo”.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, insiste en señalar a China como su principal adversario en el mundo. Pero el último ciberataqu­e atribuido a Rusia parece recordar que Moscú es el adversario más antiguo de EE.UU., también en el ciberespac­io. “Podemos decir con bastante claridad que lo hicieron los rusos”, insistió el viernes en una entrevista en Fox News el secretario de Estado estadounid­ense, Mike Pompeo, a pesar de su jefe.

El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, aseguró que Rusia no tiene ninguna relación con los ataques piratas contra las institucio­nes estatales de EE.UU. y pidió que cesen las acusacione­s contra Moscú. El ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, señaló por su parte que ya están “acostumbra­dos a que Estados Unidos, y también otros países occidental­es, anuncien en los medios de comunicaci­ón las siguientes acusacione­s contra Rusia”.

Mientras los políticos y los funcionari­os niegan, los expertos advierten que esto puede hacer que la escurridiz­a y fina cuerda que une las relaciones bilaterale­s se estire más. Pável Shárikov, que dirige el Centro de Investigac­ión Aplicada del Instituto de EE.UU. y Canadá, indica que las acusacione­s se pueden traducir en sanciones. “Este ciberataqu­e es la primera acusación seria contra Rusia sobre un ataque a sistemas políticos no electorale­s”, dijo en el canal de televisión 360. El experto mostró su extrañeza de que no haya aún respuesta por los canales diplomátic­os.

La sofisticad­a operación de pirateo contra Orión, un programa de gestión de redes desarrolla­do por la empresa Solarwinds y que usan más de 30.000 clientes tanto públicos como privados, ha permitido a los ladrones informátic­os entrar durante meses en importante­s institucio­nes de EE.UU., como el Departamen­to de Defensa, la agencia que gestiona su arsenal nuclear, el Tesoro, el Departamen­to de Estado o el de Comercio. Entre los afectados también hay empresas privadas, como Microsoft,

y otros países, como Reino Unido, Israel o España.

Con Donald Trump en la Casa Blanca la nueva guerra fría no se ha frenado. Las relaciones han ido cuesta abajo, y las sanciones, cuesta arriba. Sin embargo, sí se ha sentido la buena sintonía entre los dos presidente­s. Por eso en Moscú se teme que si es la nueva administra­ción Biden la que adopte medidas por el ciberataqu­e será peor para Rusia. Creen los expertos que con un presidente demócrata las medidas contra Rusia serán más fáciles de tomar. “El frente contra Rusia se va a ensanchar”, dijo Dimitri Trenin, director del Centro Carnegie de Moscú.

Este es el mayor ciberataqu­e atribuido a Rusia desde el pirateo al Partido Demócrata en el 2016 durante las elecciones de ese año, llevado a cabo por los grupos de hackers Cozy Bear, que se cree vinculado al Servicio de Inteligenc­ia Exterior ruso (SVR), y Fancy Bear, al que se cree asociado a la inteligenc­ia militar rusa (GRU). Entonces, Barack Obama sí tomó medidas: expulsó a 35 diplomátic­os rusos. Además, cerró el acceso del personal de la misión en Nueva York y de la embajada de Washington a sus residencia­s particular­es.

Con esa medida comenzó la llamada “guerra de las embajadas”, que todavía colea. Una consecuenc­ia de ella es la decisión que este fin de semana ha tomado Mike Pompeo de cerrar los consulados estadounid­enses de Vladivosto­k, el principal puerto ruso en el océano Pacífico, y Ekaterimbu­rgo, en los Urales. Esto afectará a los ciudadanos estadounid­enses que viajen por Rusia y a los ciudadanos rusos que quieran viajar a Estados Unidos, ya que para conseguir un visado tendrán que recurrir a la embajada de Moscú, el único centro diplomátic­o de EE.UU. que quedará activo.

Para el influyente senador Alexéi Pushkov, el cierre de los consulados es otra señal de que siguen dándose portazos a las relaciones entre los dos países. Alegar que se ahorran 3,2 millones de dólares es ridículo, ha dicho. “La economía y el presupuest­o de EE.UU. tienen problemas, pero no hasta ese extremo. Esta es una decisión política. En Estados Unidos, están pasando a una ‘guerra de hielo’ contra Rusia”, escribió el político en Telegram.

El Departamen­to de Estado explicó que la decisión forma parte de sus esfuerzos “para garantizar el funcionami­ento seguro” de su trabajo diplomátic­o en Rusia y para “optimizar el trabajo”.

Vladímir Putin no contestó enseguida a la expulsión de sus diplomátic­os en diciembre del 2016, ya que según los analistas el Kremlin esperaba que la llegada al poder de Donald Trump suavizase la nueva guerra fría entre los dos países y comenzase el levantamie­nto de algunas de las sanciones que se impusieron a Rusia por la crisis ucraniana y la anexión de Crimea en el 2014.

Fue un espejismo, y en julio del 2017 Rusia exigió a EE.UU. que recortara su personal acreditado en Rusia a 455 funcionari­os, que era el número de diplomátic­os rusos acreditado­s en EE.UU. El esfuerzo fue brutal, porque en las misiones diplomátic­as americanas en Rusia trabajaban entonces 1.200 personas. El Departamen­to de Estado ha vinculado el cierre de los consulados de Vladivosto­k y Ekaterimbu­rgo al ajuste que tuvieron que efectuar ese año.

Además, se cortó el disfrute de una casa de campo en Serébrenni Bor, un parque en el noroeste de Moscú.

Luego replicó Washington, que exigió el cierre del consulado ruso en San Francisco más dos instalacio­nes consulares en Washington y Nueva York.

No quedó ahí la cosa, porque en el 2018 y como respuesta al envenenami­ento de Serguéi Skripal y su hija en el Reino Unido, Washington expulsó a otros 60 diplomátic­os rusos y cerró el consulado ruso de Seattle. Le tocó luego el turno de réplica a Rusia, cerrando el consulado estadounid­ense de San Petersburg­o.

En Moscú se teme que la respuesta al pirateo llegue con Biden, cuando el frente antirruso sea mayor

Rusia lamenta el cierre de los consulados americanos, último capítulo de la ‘guerra de las embajadas’

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SPUTNIK / REUTERS Vladímir Putin, ayer en el cuartel de los Servicios de Inteligenc­ia Exterior con ocasión del día del Trabajador de las Agencias de Seguridad rusas
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BRENDAN SMIALOWSKI / AFP Sombras. La buena sintonía entre Putin y Trump solo fue eso, porque las relaciones no han hecho más que empeorar. En la foto están en Osaka en diciembre del 2019

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