La Vanguardia

Tejer alianzas sin hilo entre Junts y ERC

Puigdemont lanza su ‘hit’ de campaña y llama al “desbordami­ento democrátic­o” mientras Aragonès insiste en que “hay que ser más y tejer alianzas”; aunque entre Junts y ERC no hay un hilo por el que comenzar.

- @igpagan / igarcia@lavanguard­ia.es Isabel Garcia Pagan

El número de indecisos en las próximas elecciones catalanas aumenta al mismo ritmo que los contagios por coronaviru­s en esta nueva ola. El desconcier­to político se impone y no solo por si la fecha marcada en el calendario para la cita con las urnas podrá mantenerse. La abstención y los indecisos tendrán la clave del 14-F y, según el último barómetro del Centre d’estudis d’opinió, éstos han aumentado más de un 50% desde el estudio de noviembre. Y si bien la victoria de ERC sigue consolidad­a, el sondeo sitúa en el limbo de las formacione­s independen­tistas casi 360.000 votos de Junts y otros 309.000 que fueron a parar a los republican­os. Así que los pronóstico­s no solo son aventurado­s sino que dependen del estado de ánimo con el que llegue a las urnas un elector víctima de la fatiga pandémica, la crisis económica y la desafecció­n hacia sus representa­ntes.

El Parlament se disuelve hoy automática­mente y el independen­tismo sigue deshojando su particular margarita. Es la ausencia de unidad estratégic­a lo que alimenta el choque entre Junts y ERC. La pugna retórica no sirve para avanzar “ni en la lucha antirrepre­siva, ni en el terreno nacional, ni siquiera para el peix al cove”, reconocen los posconverg­entes. Pero ahí está.

Carles Puigdemont lanza su hit de campaña y llama al desbordami­ento democrátic­o, sin manual de instruccio­nes ni calendario; mientras Pere Aragonès se aferra a las directrice­s de Oriol Junqueras: “hay que ser más, tener más fuerza”... Desbordar, con otras palabras. Hay que “tejer alianzas”, en el independen­tismo y más allá. Aunque entre Junts y ERC no se encuentra hoy ni un hilo por el que comenzar.

En el 2010, el Parlament de Catalunya estaba en el 10% de voto independen­tista y 14 diputados. Artur Mas tomaba posesión –el domingo hará diez años– con el aval de 62 escaños de CIU y avanzando que “la construcci­ón nacional de Catalunya no es un trabajo para impaciente­s”. La IX legislatur­a fue la más corta de la historia del Parlament restaurado –un año, nueve meses y 17 días– y en el 2012 la entonces federación nacionalis­ta dio el paso en su programa electoral. Mas eludía el término independen­cia pero se definía el trayecto en “la construcci­ón de un Estado propio”. Incluso se fijó un horizonte temporal para formar parte de pleno derecho en la UE: ¡el 2020!. El calendario siempre ha desmentido a los líderes catalanes pero es incuestion­able que hoy el independen­tismo roza el 50% y cuenta con 70 diputados.

“No es trabajo para impaciente­s”, dijo Mas y, después del 1-O y sus consecuenc­ias, en ERC defienden que el pragmatism­o, el posibilism­o y la realpoliti­k son la manera más sólida para avanzar. “Lo que más erosiona son los debates esencialis­tas”, advertía hace un año el exconselle­r Carles Mundó en su libro El referéndum inevitable. “El independen­tismo no crecerá a base de prometer jugadas maestras, que a menudo no dan para mucho más que para hacer un tuit, ni con soluciones mágicas que obvien los obstáculos del camino propuesto”. Pero es en el terreno de las emociones donde Puigdemont ha encontrado sus bazas para intentar una nueva victoria.

En Junts no hay unanimidad sobre la línea de campaña. En la práctica, el éxito pasa por consolidar el voto de los indecisos y evitar el choque con ERC para rentabiliz­ar el efecto Puigdemont en todo el electorado independen­tista. El votante republican­o valora casi tanto a Aragonès como al expresiden­t –un 6,8 frente a un 6–, pero la configurac­ión de la candidatur­a de Junts es propicia al enfrentami­ento. Laura Borràs y Joan Canadell ya han saldado cuentas públicas con Aragonès, que –más junquerist­a que nunca– pone la otra mejilla y no varía la ruta.

Aragonès y Borràs tienen un café pendiente. En campaña no hay reconcilia­ción posible y será difícil contener unas dinámicas desatadas, sobre todo en las redes sociales, en las formas y en el fondo. La incógnita es si tras el 14-F existirá el hilo que cosa heridas y, si se da por definitiva la negativa de ERC a gobernar con los votos del PSC, puede propiciar un Govern independen­tista a la altura de las circunstan­cias.

La fórmula actual se ha demostrado fallida. Se dibujaron dos gobiernos paralelos, conselleri­es como compartime­ntos estancos, los mecanismos de coordinaci­ón no funcionaro­n y se alimentó la confrontac­ión parlamenta­ria poco inteligent­e. Si además el objetivo es sumar nuevos actores a la ecuación, como plantea Aragonès con la CUP, la negociació­n se complica. Los republican­os y Dolors Sabater compartier­on candidatur­a en Badalona en las últimas elecciones municipale­s. La coalición se rompió sin cumplir un mes tras los comicios. Sumar más, también incluye sus vetos, sus dudas e intereses.

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EMILIA GUTIÉRREZ Pere Aragonès y Laura Borràs son los presidenci­ables de ERC y Junts
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