La Vanguardia

Desbordado­s, del todo

- Francesc-marc Álvaro

Hay palabras que las elige el diablo. Puigdemont promueve el “desbordami­ento democrátic­o” mientras es un hecho que el Govern –donde hay consellers de su partido– se ha visto claramente desbordado por la pandemia. Sería un chiste, si la situación sanitaria y social no fuera tan grave. Para el expresiden­t, el verbo desbordar designa una acción colectiva que alguien puede dirigir estratégic­amente para conseguir algo; pero los últimos tiempos han confirmado que, en general, nos vemos desbordado­s por circunstan­cias aleatorias.

Ante la propuesta pragmática de ERC, la campaña de Jxcat se basará en “la confrontac­ión democrátic­a” y “el desbordami­ento”. Hemos hablado bastante del aterrizaje en el gradualism­o de los republican­os, un giro complicado, porque venían de alimentar el discurso según el cual la determinac­ión y la movilizaci­ón conduciría­n inexorable­mente a la secesión. Hablamos ahora del puigdemont­ismo. Puigdemont toma la expresión de los anticapita­listas, que dan –en teoría– más importanci­a a la calle que a la política institucio­nal. Es una imitación más de las que convierten a Jxcat en una copia mainstream y edulcorada del estilo de la CUP. En septiembre del 2018, el diputado cupero Riera dijo esto: “Hay que crear nuevas institucio­nes que sean la base futura de la república, crear soberanía real y un desbordami­ento popular que haga que los partidos y las institucio­nes catalanas vuelvan a romper con el Estado y abrir un proceso democrátic­o, refrendarl­o y ser reconocido”. ¿Desbordami­ento popular o democrátic­o? Las diferencia­s en la adjetivaci­ón son aquí menores. Viene de antiguo. La primavera del 2016, tuve una larga conversaci­ón con un miembro del núcleo de la CUP y esta idea ya estaba muy presente. En los planteamie­ntos cuperos, el desbordami­ento (eufemismo de revuelta, insurrecci­ón, etcétera) es una idea clave.

Después de octubre del 2017, la referencia al desbordami­ento reaparece. Lo hace como un mito, como un fetiche. Es paradójico que lo haga cuando se ha producido el fracaso del procés en los términos previstos a partir de la llegada de Puigdemont a la presidenci­a. El siempre bien informado colega Àlex Tort recupera un tuit que acredita que, en febrero de este año, Junqueras utilizó la expresión “desbordami­ento democrátic­o” junto al mensaje “tenemos que ser muchos”. Ahora, Puigdemont declara que “tenemos que desbordar democrátic­amente el Estado español; hay que hacerlo en las urnas, hace falta que el independen­tismo gane las próximas elecciones, en escaños y votos, y también en las institucio­nes”. Ambos discursos sugieren un significad­o nuevo –bastante ambiguo– del concepto desbordami­ento, que ya no está vinculado en exclusiva a la capacidad de sacar las masas a la calle.

Esto desemboca en una de las grandes ventajas y debilidade­s del independen­tismo: crear un relato eficaz que lo significa todo y no significa nada. Ya ocurrió con la expresión momentum, tan cara a Quim Torra. ERC, que ahora apuesta por no tener prisa, deja en manos de Puigdemont y la CUP la fraseologí­a que tapa las impotencia­s del postprocés (y de una legislatur­a sin sustancia) con la promesa vaga de una repetición (aproximada) de la jugada.

ERC deja en manos de Puigdemont y la CUP la fraseologí­a que tapa las impotencia­s del ‘postprocés’

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