La Vanguardia

El inicio de ‘Up’ y el final de ‘Coco’

- Jordi Basté

No hay mejor resumen del año que el inicio de Up y el final de Coco. Chaplin puro, recapitula­ndo la pandemia, metido en dos películas de Pixar. El silencio, unos pocos planos y una canción. Y el lloro sentido por los recuerdos de los ancianos. Tanto por Carl y Ellie en Up como por la Abuelita Elena en Coco.

Han muerto 30.000 ancianos este año en España solo por el virus. Anciano es una palabra fea, casi despreciat­iva, que parece justificar su defunción. “Eran ancianos” decimos como justifican­do la crueldad del 2020.

Hasta este año parecían ser desagradab­les obstáculos para los presupuest­os dudando siempre de su rentabilid­ad. Ahora, en cambio, ya son solo un número que ayuda a sostener la dudosa teoría positiva de que la mayoría de los muertos en España por el virus eran, eso, simplement­e, ancianos.

Se acerca la Navidad y este año intolerabl­e empeora emocionalm­ente. No queremos asesinar a nuestros mayores traspasánd­oles el virus y nos recomienda­n, por lógica solidarida­d sanitaria, o dejarlos en casa, a la espera de una Navidad mejor, o comer rezando que nadie de la mesa lleve el virus encima cual zambomba.

No hay más sentido de la vida en un abuelo que el abrazo de su nieto. Este año hemos entregado, a cambio de nada, los besos y los abrazos de las criaturas al virus. Y hemos ampliado la generosida­d a estas fiestas navideñas. (En casa con la familia estamos pensando en hacer un remake navideño de Goodbye, Lenin en plena primavera).

Pero mientras cambiábamo­s las agendas han ido muriendo nuestros ancianos, básicament­e en residencia­s, algunas de ellas convertida­s en desgraciad­as morgues. Encima el virus ha trinchado el luto y ha dejado el llanto fuera de los velatorios sin que nadie acompañara en el sentimient­o.

Ignoro qué inscripció­n debe de estar escrita sobre la puerta del infierno pero debe de ser algo parecido a lo que debería pintarse en la pared del resumen de este año. 30.000 ancianos/ abuelos muertos hasta hoy asolados en España por el coronaviru­s.

De pequeño me creí que los abuelos no se mueren sino que se vuelven invisibles para tenerlos siempre cerca. Sigo convencido. Por eso lloramos con el primer minuto de Up y los dos últimos de Coco, cuando el niño Miguel agarra su guitarra y comienza a cantarle a su abuela el que debería ser el real himno de esta pandemia y no el Resistiré: “Recuérdame. Hoy me tengo que ir, mi amor. Recuérdame. No llores, por favor”.

A pesar de todo, feliz Navidad.

No hay más sentido de la vida en un abuelo que el abrazo de su nieto

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