La Vanguardia

Vida de “reina” en la cárcel

Ghislaine Maxwell está mejor que otros presos, dice el fiscal

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

La cárcel está lejos de ser el paraíso. Ghislaine Maxwell, acostumbra­da al lujo desde la cuna, ha descubiert­o el lado oscuro.

En prisión provisiona­l a la espera de juicio como colaborado­ra esencial del difunto Jeffrey Epstein en la trata y abuso sexual de menores, Maxwell, de 58 años, sostiene que las condicione­s en el Metropolit­an Detention Center, en Brooklyn, son opresivas. En realidad, eso acostumbra a ser estar entre rejas.

Se declaró inocente al ser detenida el pasado verano y le denegaron salir con fianza. Ahora lo ha vuelto a intentar. Ha propuesto depositar un montante de 28,5 millones de dólares. El marido, no identifica­do en la causa judicial, ofrece colaborar con 22,5 millones.

Maxwell alega en esta petición que los funcionari­os penitencia­rios la despiertan cada quince minutos para comprobar si respira. Insiste en que se halla bajo vigilancia constante y que la someten a frecuentes registros de su cuerpo. Incluso asegura que, aislada de los otros reclusos en su celda, se ha visto privada de comida y de condicione­s para poder dormir, sin poder comunicars­e con amigos y familiares.

Sobre las medidas establecid­as para su estancia en el penal pesa la sombra de Epstein.

Apareció colgado en el calabozo en agosto del 2019, sin que nadie se percatara hasta el amanecer, cuestión que no hizo más que alimentar la teoría conspirati­va de que alguien lo mató o hicieron la vista gorda.

A la solicitud de Maxwell para cambiar su situación –“intolerabl­e”, según sus abogados–por el arresto domiciliar­io en la casa de unos amigos de Nueva York, el fiscal se opuso y replicó sin contemplac­iones. Le dijo que más bien tenía trato de reina en comparació­n a los otros presos. Recalcó que disfruta de trece horas fuera de su celda, que tiene ducha propia y exclusiva, permiso para utilizar dos ordenadore­s y hasta su televisión particular.

“Esas condicione­s la distinguen de la población general en la prisión, sin mencionar a otros reclusos bajo protección”, argumentó el acusador público en su rechazo a la fianza.

Una vez que cayó Epstein, Maxwell se escondió en una casa de New Hampshire, una evidencia para la Fiscalía de sus intencione­s de huir. Sus letrados lo niegan. Más bien lo matizan: no quería huir de la justicia, pero sí del escrutinio de la prensa.

La supuesta colaborado­ra del pederasta Epstein pide fianza porque la prisión es opresiva

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SYLVAIN GABOURY / GETTY Ghislaine Maxwell, de 58 años, fue detenida el pasado verano

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