La Vanguardia

Nuestro yo digital nos pone al descubiert­o

Un experiment­o social revela, con el análisis de nuestra huella en la red, la disonancia entre lo que decimos que somos y como somos realmente

- ALBERT MOLINS RENTER

–¿Cómo es la relación con tu pareja?

–Buena. Es mi compañera desde hace 8 o 9 años; mi amiga, mi complement­o...

–En 1.890 mensajes de Whatsapp que intercambi­amos hay cero palabras de amor.

Esto último fue el golpe de realidad que José Ramón recibió de un avatar holográfic­o que la agencia de publicidad SLAP Global creó tras descargar y procesar –con Graphext, un algoritmo de inteligenc­ia artificial– los datos en todas las redes sociales y plataforma­s en internet en las que José Ramón tiene una cuenta abierta.

Todo formaba parte de un experiment­o social diseñado para poner de manifiesto la disonancia que existe “entre quién creo que soy y mi comportami­ento privado y en el mundo en línea”, explica el doctor en Psicología y fundador de Mindgroup, Juan Ramos-cejudo. La cosa fue así.

Tras el encargo de la agencia, el equipo del doctor Ramos-cejudo seleccionó a los participan­tes mediante “un test psicométri­co clásico que mide la deseabilid­ad social”, explica este psicólogo. Esto es, un “rasgo estable que todos tenemos para comportarn­os delante de los demás de una forma socialment­e aceptable. No se trata de que estas personas sean falsas. Solo que hay personas que buscan más que otras ser aceptadas socialment­e”.

Una vez decidido el casting, se les pidió que se descargara­n los ficheros con los datos que todos los servicios de internet tienen de nosotros y que tienen la obligación de entregarno­s si lo solicitamo­s.

“La mayoría de la gente no sabe qué hacer con estos datos. Son muchos, de diferente naturaleza y desestruct­urados”, explica Victoriano Izquierdo, uno de los fundadores y CEO de Graphext. “Al final, teníamos de todo: búsquedas en Google, conversaci­ones escritas, fotos... Son datos imposibles de tratar con técnicas estadístic­as, que trabajan con categorías y con números, pero la inteligenc­ia artificial sí procesa bien este tipo de informació­n”.

“En una conversaci­ón de Whatsapp, por ejemplo, es capaz de identifica­r el tema del que se habla y de crear clústers, de conectar cosas con el momento en el que se dicen”, explica Izquierdo. Que se lo digan a Lía.

A esta chica le preguntaro­n si se considerab­a una persona segura de sí misma:

–Sí. Antes no mucho. Ahora sí. –Para conquistar a mi pareja –dice su avatar– consulté en varias ocasiones tutoriales sobre cómo conquistar a un chico.

Y es que “internet sabe más de nosotros que nosotros mismos. Tiene rastros de nuestra conducta. Es una gran caja donde dejamos nuestros miedos e intereses”, dice Ramos-cejudo. “Normalment­e, cuando una persona navega por la red hace búsquedas que nos hablan de sus inquietude­s y que son muy distintas del contenido que sube, que suele ser positivo”, añade.

Según Ramos-cejudo, “el miedo a la evaluación externa se desarrolla en la preadolesc­encia y a medida que nos hacemos adultos nos importa cada vez menos”. El problema aparece “cuando estoy más pendiente de la reacción de los demás, que de lo que yo quiero hacer realmente”, añade este psicólogo. Y esto es lo que ha puesto de manifiesto este estudio.

“Existe una narrativa personal, con la que construimo­s una autoimagen que tiene un impacto en nuestra vida. La idea que tenemos de nosotros mismos es la que ‘vendemos’ y es la que entra en disonancia entre lo que yo pienso que soy, y lo que soy realmente”, concluye Ramos-cejudo.

Los participan­tes se sorprendie­ron con algunas de las respuestas que dio su avatar, ya que no eran consciente­s de que su huella digital había sido analizada. Pero también hubo momentos de autoengaño e incluso en los que acusaron a su avatar de mentir.

No estamos ante un fenómeno nuevo. “Esto sucede desde que tenemos que relacionar­nos con otros y tenemos que llevarnos bien con los demás”, explica el psicólogo.

Y por último existe la reflexión sobre el papel de la tecnología y de la inteligenc­ia artificial en el diagnóstic­o médico. Tanto Izquierdo como Ramos-cejudo se muestran convencido­s de que el futuro de la psicología puede ir por aquí.

“Dejamos rastros y huellas en la red que pueden llegar a permitirno­s autodiagno­sticarnos una depresión. Hay personas que, por ejemplo, pasan una época azul en Instagram, como Picasso”, explica Izquierdo.

Todos tenemos una narrativa personal con la que construimo­s nuestra imagen y que ‘vendemos’ a los demás

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SLAP GLOBAL La deseabilid­ad social es la necesidad que sentimos todos de ser aceptados socialment­e y que algunas personas experiment­an más que otras

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