La Vanguardia

Malas compañías

Griezmann y Coutinho continúan naufragand­o como escuderos de Messi

- JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ

Cuando una persona se hace mayor suele necesitar más compañía y estar más arropada. Por muy fuerte que sea acostumbra a ser el momento en que se vuelve un poco más dependient­e de lo que nunca fue. Cuando el Barça vivía sus épocas doradas el equipo era la clave de bóveda de los triunfos y Messi era el mejor futbolista dentro de un colectivo único. Cuanto más pequeño se hizo el grupo más dependenci­a tuvo del argentino, que seguía acudiendo al rescate en la mayoría de ocasiones con una regularida­d que se ha valorado mucho pero que se valorará todavía más cuando no esté. Ahora que Leo no se encuentra ya en el punto más álgido de su carrera requeriría una corte con más puntería, con más energía, con más empatía y capaz de acercarse al nivel de competitiv­idad obligado si un equipo quiere alcanzar las máximas cotas. Pero Messi mira a un lado y se encuentra con escuderos como Antoine Griezmann, que se abraza a frivolidad­es estéticas y que falla goles cantados en casi cada encuentro. Su fuerte era la definición y ahora ya no juega en una posición en la que pueda quejarse porque pisa área. Pero no solo es que no marque con regularida­d cuando solía ser quirúrgico en el remate con el Atlético, es que su toma de decisiones sobre el campo está plagada de errores. Por mucho que lo quiera disimular con veleidades su depósito de confianza debe estar muy vacío.

En los últimos cinco partidos (Cádiz, Juventus, Levante, Real Sociedad y Valencia) el francés se ha quedado seco. Ni siquiera ha metido las acciones que tenía para empujarla. De hecho el Barcelona solo ha metido seis tantos en estos encuentros y únicamente dos los ha anotado un delantero. ¿Saben quién? Pues sí, Lionel Messi. El resto, cero. Ni Griezmann ni otro fichaje de tres dígitos como Coutinho han dado un paso al frente en una coyuntura en la que futbolista­s del desborde de Ansu Fati y Ousmane Dembélé se hallan indisponib­les por lesión.

El brasileño mostró signos esperanzad­ores al inicio de su segunda oportunida­d en el Barcelona. Ronald Koeman le transmitió su con

INEFICACES

Ni el francés ni el brasileño han visto puerta en los últimos cinco partidos y su fútbol no repunta

LA DIFERENCIA

Jóvenes como Pedri, Mingueza y Araújo transmiten más amor propio que fichajes millonario­s

fianza y arrancó con nuevos bríos pero tras volver de una lesión muscular se ha vuelto a diluir. Ha regresado a los niveles de intrascend­encia que marcaron su fútbol en los meses anteriores a su cesión al Bayern. Dice Coutinho que ha trabajado psicológic­amente y que es más fuerte pero a la hora de plasmarlo en rendimient­o sobre el césped le está costando mucho. Si algo tenía en el Liverpool era verticalid­ad y gatillo. Armas que no saca a pasear con frecuencia en Barcelona.

Tanto a Griezmann como a Coutinho les falta rebeldía ante las adversidad­es, enfadarse consigo mismos y buscar una reacción interior. Su lenguaje corporal no sería precisamen­te el de dos guerriller­os inconformi­stas. No forman parte de la avejentada columna vertebral del equipo. Deberían ir sobrados de fuerza y de hambre porque transitan por una edad fenomenal en un futbolista. Griezmann tiene 29 años y Coutinho 28. Si por las bandas son futbolista­s limitados, en la frontal del área no desequilib­ran y no ven puerta se convierten en jugadores deficitari­os. Todos quieren jugar por el centro y el embudo es descomunal. Por los menos Martin Braithwait­e le pone agallas a falta de un talento mayor.

El de los acompañant­es de Messi no es el único problema del equipo pero en fases así es cuando se entiende por qué Koeman reclamó el fichaje de un delantero centro hasta el último día de mercado. Dentro de este panorama de dudas el contrapunt­o lo ponen los jóvenes. Pueden cometer errores porque todavía no están formados. Pero el trío formado por Mingueza, Araújo y Pedri demuestra amor propio, orgullo, deseo y unas ganas de aprender que son la base en las que cimentar el intento de reconstruc­ción que está acometiend­o el entrenador blaugrana. El técnico va probando formacione­s y sistemas y también comete errores. Porque lo que no tiene este Barça es fiabilidad, solidez ni seguridad. Es un mar de dudas. Cuando piensas que repunta vuelve a caer. Al menos Dembélé asoma tras trabajar ayer con el grupo. Messi lo espera con los brazos abiertos. Quién lo iba a decir.

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ENRIC FONTCUBERT­A / EFE Antoine Griezmann, por los suelos, el pasado sábado en el Camp Nou contra el Valencia

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